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El rey dólar manda cada día más en Cuba

La creación y ampliación de la oferta doméstica de bienes en moneda libremente convertible dispara la demanda de la divisa

Con la llegada de las nuevas tiendas en dólares, los santaclareños han visto reaparecer productos de consumo que habían escaseado durante meses. (Laura Rodríguez)
Laura Rodríguez Fuentes

05 de octubre 2020 - 13:19

Santa Clara/El vendedor de dólares sugiere un cambio de acera para que las cámaras de vigilancia del parque no lo graben in fraganti. Camina hasta un pasillo cercano de un edificio familiar y de su cartera extrae un bulto considerable de billetes: moneda nacional, pesos convertibles y dólares estadounidenses.

La operación clandestina se efectúa en pocos minutos con un buen margen para el cambista, que regresa al parque donde inició la transacción.

"Socio, ¿vas a cambiar?", murmura con disimulo y temor a las autoridades, mercadeando su negocio ambulante de compraventa de divisas a quienes van camino a una de las casas de cambios estatales aledaña al lugar.

Desde que el pasado julio se anunció la eliminación del gravamen del 10% que pesaba sobre el dólar, entre otras medidas económicas, este cambista de 50 años ha comprado y vendido más divisas que durante los primeros siete meses de 2020.

No sabía que el Gobierno iba a derogar el impuesto pero estaba enterado del rumor según el cual las tiendas en moneda libremente convertible en Cuba iban a reabrir con una enorme provisión de productos esenciales en medio de la pandemia.

"Mucha gente que viajó o a la que sus familiares trajeron dólares antes de la pandemia empezaron a vendérnoslo porque salía mejor que cambiarlos (en las casas de cambio oficiales (Cadeca)"

"Los rumores en Cuba corren rápido", dice el cambista, que prefiere que su nombre permanezca en el anonimato. "Mucha gente que viajó o a la que sus familiares trajeron dólares antes de la pandemia empezaron a vendérnoslo porque salía mejor que cambiarlos (en las casas de cambio oficiales (Cadeca)".

"Sin embargo, desde finales del año pasado se ha producido un incremento inusual en la demanda de divisas", explica el economista Ricardo Torres en su estudio El mercado de divisas en Cuba, debido a la creación y ampliación de la oferta doméstica de bienes en moneda libremente convertible".

El experto también considera que, sumado a las limitaciones del sistema financiero de ofrecer divisas, el agravamiento de la escasez en la red de tiendas en CUP/CUC y la disminución de los ingresos turísticos a causa de la pandemia, el apetito por el dólar ha aumentado.

"Tener dólares, hasta ahora, no te hacía más rico que otros, porque un CUC, en la calle, valía más que un dólar", dice el cambista. "Ahora todo cambió. Al Estado no le conviene que seamos nosotros los que manejemos los dólares".

Aparte de la profundización del mercado negro de dólares, las medidas han creado una nueva clase social, compuesta por personas que pueden sobrevivir mejor a la pandemia por tener familiares en el exterior. Las remesas, con las restricciones, se han vuelto un salvavidas.

De acuerdo con los cálculos de varios economistas, un tercio de la población residente en Cuba recibe remesas regularmente. Es un mercado que mueve, en efectivo, más de 3.700 millones de dólares anuales por vías formales e informales.

La mayoría de los cubanos que reciben dinero por Western Union o mediante las tarjetas que emite la financiera Fincimex deben retirar el dinero en CUC y luego cambiarlo a moneda nacional.

Pero el pasado 28 de septiembre, el Departamento de Estado restringió aún más el acceso a dólares para los cubanos al agregar al American International Service a la lista de empresas bajo sanción.

Esta compañía es encargada de tramitar los envíos de dólares a Cuba a través de Fincimex, perteneciente a Gaesa, el consorcio militar que controla la economía cubana

Esta compañía es encargada de tramitar los envíos de dólares a Cuba a través de Fincimex, perteneciente a Gaesa, el consorcio militar que controla la economía cubana. Por todas estas trabas y sanciones y porque no siempre hay divisas en las casas de cambio estatales, la población recurre a los revendedores ilegales.

A principios de septiembre en las calles de Santa Clara, si alguien quería adquirir dólares recibía 1,50 CUC.

Pero si deseaba vender, solo obtenía de 1,25 a 1,30 CUC por cada dólar. Hasta ahora, el precio puede variar de acuerdo a la oferta y demanda, tal como sucede en cualquier país capitalista.

"Por mucho tiempo, el tipo de cambio informal se mantuvo relativamente estable, pero ello cambió alrededor del verano de 2019 cuando, por primera vez desde la sustitución del dólar por el CUC, el valor de la divisa estadounidense superó al peso convertible", dice Torres.

Esta realidad la conoce el cambista de primera mano: "Por cada cien dólares estábamos dando 110 (CUC)", dice. "Las últimas semanas la cosa ha estado dura, (las autoridades) nos tienen los ojos puestos arriba, por lo de los dólares", dice el vendedor de divisas.

Desde antes de las 6:00 de la mañana, en los alrededores de la tienda Praga, en Santa Clara, hay unas 50 personas que ya han apartado su turno con intermediarios en la cola para entrar y comprar productos básicos que desde hace meses escasean en sus hogares.

Este mercado de dos plantas, situado en el céntrico bulevar de la ciudad, fue el escogido por las autoridades entre los casi 5.000 existentes en el país para la venta de alimentos en dólares americanos.

En Cuba hay 72 establecimientos como este.

Desde antes de las 6:00 de la mañana, en los alrededores de la tienda Praga, en Santa Clara, hay unas 50 personas que ya han apartado su turno con intermediarios en la cola para entrar

La fila en la estrecha calle está custodiada por policías cuyos deberes reflejan el estado de escasez que vive Cuba: además de velar por el distanciamiento, deben evitar que haya venta de turnos en la cola, que los ciudadanos se aglomeren y que nadie pernocte en el lugar.

También hay personas que quieren comprar productos básicos en estas tiendas pero no poseen dólares, como Lisandra Alemán, una santaclareña madre de dos niños y sin familiares en el exterior, que considera un abuso la medida del Gobierno.

"¿Por qué unos sí y otros no?", se pregunta. "Me dicen que dentro de la tienda de aseo hay de todo. En estos momentos en mi casa no hay una gota de detergente para lavar y veo a tanta gente pasar con jabas llenas de cosas que me hacen falta. Yo no puedo ni podré comprar ahí".

La apertura de ambos supermercados en Santa Clara y la eliminación del impuesto por la compraventa de dólares ha contribuido a exacerbar la fragmentación de la sociedad cubana.

Los que no tienen un familiar en el exterior suelen acercarse a los establecimientos y mirar a través de los cristales de las tiendas. En su mayoría son personas mayores y de bajos recursos. Los custodios en las puertas prohibieron la entrada solo "para mirar". Además, para acceder al almacén se requiere una tarjeta electrónica en mano junto al carné de identidad que la respalde.

En este mismo circuito hay otras tiendas que venden productos en CUC o su equivalente en pesos cubanos y que se encuentran totalmente desabastecidas desde hace meses.

Dunia Machado, una muchacha residente en Corralillo, un municipio costero de Villa Clara, que asegura haber venido de vacaciones hasta la capital provincial, quedó impresionada con la oferta de la tienda en moneda libremente convertible.

Ella y su madre se acercaron a las vitrinas junto a otro grupo de personas curiosas en una suerte de autoflagelación.

"Yo venía con la esperanza de comprarme un champú en las tiendas normales, pero por supuesto que no encontré nada. Dicen que dentro de (la tienda) Agua y Jabón hay de todo tipo, pero eso es dólares y nosotras no tenemos"

"Yo venía con la esperanza de comprarme un champú en las tiendas normales, pero por supuesto que no encontré nada. Dicen que dentro de (la tienda) Agua y Jabón hay de todo tipo, pero eso es dólares y nosotras no tenemos".

De las tiendas en divisas existentes en el céntrico bulevar de Santa Clara, una vende solamente ropa y calzado, otra está destinada a productos para recién nacidos, y solo dos en las que sacan mercancía esporádicamente quedaron disponibles para productos en CUC.

El llamado Ten Cent, uno de los mayores mercados que existía en la ciudad, funciona actualmente para las compras online estatales de la plataforma estatal de comercio electrónico TuEnvío, que colapsó el primer día que fue puesta en funcionamiento.

En ambos supermercados abastecidos se observa, a simple vista, una gran cantidad de productos que no han estado disponibles en las tiendas en CUC desde hace un año o más, como condimentos, enlatados, conservas, refrescos, detergentes de varias marcas y cárnicos, que son vendidos en menor cantidad en las tiendas comunes que no aceptan el pago en divisas o cuyo abasto no cubre las necesidades de la mayoría de la población que se somete a las colas.

Lo mismo ocurre con la tienda de electrodomésticos que vende ventiladores, neveras y lavadoras que no están disponibles en los otros comercios. Aunque el Gobierno ha tratado de proveer los mercados en CUC, la demanda supera a la oferta.

Yamila Conyedo sí tiene en su poder una tarjeta en moneda libremente convertible desde que abrieron las tiendas de electrodomésticos en octubre del año pasado.

A la espera de su turno para entrar a la tienda Praga, opina que "es una salida válida para los que tienen esta posibilidad", a los que considera un porcentaje alto de cubanos. "Si no fuera así, no se armarían estas colas tan grandes todos los días. Creo que los cubanos que no tienen familia afuera están buscando alternativas para hacerse con dólares".

Tras la apertura de las tiendas en julio, circularon en las redes sociales varias fotos de productos a la venta en estos establecimientos. Muchos cubanos residentes en el exterior compararon los altos precios de cárnicos y enlatados ofertados en Cuba con los del país donde residen, generalmente Estados Unidos, donde cuestan la mitad o menos aún.

Varios medios independientes publicaron fotos de los productos con precios desorbitados: protector solar para niños a casi 29 dólares, una pierna de cerdo ahumada a 224,35

Varios medios independientes publicaron fotos de los productos con precios desorbitados: protector solar para niños a casi 29 dólares, una pierna de cerdo ahumada a 224,35 o el kilogramo de filete de res a 23,80 dólares. También fueron criticados el costo del queso gouda a 8,10 el kilo y los precios elevados de los paquetes de detergente en polvo.

Un mediodía de agosto, Luis Pérez, un vecino de Placetas, Santa Clara, pudo llenar su carrito de supermercado en la capital de la provincia con detergente, cereales y algunas confituras. Gastó cerca de 40 dólares de su tarjeta.

"Vine tarde y creo que se lo habían llevado todo", dijo. "No encontré pollo, ni otra carne que fuera barata. También vi algunos que estaban antes, cuando la tienda era en CUC. Baratos no están, pero es lo que hay".

En la propia fila, los clientes comentan que muchos de los productos de estos establecimientos se fueron al mercado negro –especialmente los de aseo como gel de baño, pasta dental y jabones– al ser adquiridos por revendedores que poseen dólares en su bolsillo y compran turnos a los coleros para acceder a las tiendas.

Como sucedió con el mercado negro de dólares, el de los productos revendidos también se fortaleció durante la pandemia. Con la apertura de estas tiendas se ha creado otra empresa clandestina de negociantes que pueden comprar con las tarjetas de Fincimex y lucrar, en cierto modo, con este privilegio creado por las medidas del propio Gobierno.

Hace poco, las autoridades decretaron una guerra contra los coleros y los acaparadores, que sin embargo parece no alcanzar a las tiendas de venta en moneda libremente convertible.

Un paquete de detergente, que en las tiendas de moneda convertible cuesta seis dólares, en el mercado negro llega al doble.

Otra modalidad de reventa es la entrada al establecimiento junto al propietario de la tarjeta, que le cobra al comprador una comisión por encima de lo que gastó, pero la cobra en moneda nacional.

Recientemente, eliminó su perfil del grupo La Candonga de Santa Clara para que no pudieran rastrearla, como han hecho con otros vendedores que se promocionaban en las redes sociales

Yaíma, por ejemplo, es una santaclareña que se ha dedicado la mitad de su vida a revender "cualquier cosa" en la puerta de su casa.

Recientemente, eliminó su perfil del grupo La Candonga de Santa Clara para que no pudieran rastrearla, como han hecho con otros vendedores que se promocionaban en las redes sociales.

Con su tarjeta puede acceder a la tienda Agua y Jabón, donde suele comprar pasta dental para revender a domicilio, pero en su misma zona de residencia.

"Para nadie es un secreto que esto iba a pasar", dice sin revelar su identidad. "Si en las otras tiendas no hay nada, pues una compra lo que puede y lo vende a los vecinos para ganar un poco. Al precio que sea, estás resolviéndole el problema a los que no tienen verdes (dólares) para meter en las tarjetas. Eso es solidaridad. Hay que ser solidarios, siempre solidarios".

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