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Sissi Abascal, la joven condenada a seis años de prisión por pintar 'Patria y Vida' en una sábana

La madre de la joven revive aquella jornada del 11 de julio: "La gente reunida en el parque de Carlos Rojas gritaba ¡comida!, ¡libertad! y ¡abajo la dictadura!"

Annia Zamora y su hija Sissi Abascal. (Cortesía)
Yoani Sánchez

14 de mayo 2022 - 14:26

La Habana/A los 16 años Sissi Abascal Zamora no estaba, como cualquier adolescente, paseando con sus amigas o estrenando ropa. A esa edad entró a formar parte del Movimiento Damas de Blanco y vivía entre arrestos y operativos policiales. El 11 de julio de 2021, su participación en las protestas populares de aquella jornada la llevaron a prisión con una condena de seis años.

Su madre, Annia Zamora Carmenate, no tiene duda alguna: "Sissi es una presa política". De aquella niña callada, que se diferenciaba de sus hermanos por ser muy tranquila, surgió una de las activistas más constantes de la provincia de Matanzas. En el pueblito de Carlos Rojas, la joven –el 11J tenía 23 años– protagonizó una intensa manifestación junto a decenas de vecinos.

"Aquel día estábamos en la casa y me conecté por el móvil a internet. Ahí empecé a ver los videos de las manifestaciones, primero en San Antonio de los Baños y luego en La Habana, así que le avisé a mi esposo, Armando Abascal Serrano", detalla Zamora a 14ymedio. "Entonces Sissi me dice que la gente se estaba convocando para el parque de Carlos Rojas".

La familia vive a las afueras del poblado y cuando salieron a la carretera ya había otras personas que los esperaban. "Saben que en otras ocasiones nosotros también hemos protestado". En noviembre de 2020 la familia Abascal formó parte del grupo de residentes de esa comunidad, perteneciente al municipio Jovellanos, que se manifestó en las calles contra los largos apagones.

Desde mucho antes, decir el apellido Abascal entre los vecinos es como recordar que el primer nombre del poblado fue Cimarrones

Desde mucho antes, decir el apellido Abascal entre los vecinos es como recordar que el primer nombre del poblado fue Cimarrones, por los esclavos que no aceptaban el cepo ni el látigo del mayoral y escapaban hacia sus montes circundantes. Aunque estos rebeldes de ahora no se enfrentan a esclavistas con perros sino a policías que blanden la tonfa y encierran en calabozos.

"Seguimos y llegamos al parque. Aquello fue tremendo. Todo el mundo se unió. Enseguida aparecieron dos oficiales de la Seguridad del Estado y se llevaron a mi esposo para la estación que está frente al parque". El arresto envalentonó a los manifestantes. "Se nos unió gente que en otras manifestaciones que hemos hecho nunca habíamos visto".

Sissi subió sobre un banco, "de pronto apareció una sábana. La pusimos en la acera y le escribimos ‘Patria y Vida"’. Ella se quitó los cordones y yo le di también los míos. Con eso amarramos la tela a una rama de flamboyán por un lado y en el otro pusimos una muleta. Subimos el cartel en una bicicleta y empezamos a dar la vuelta al parque".

Aquel mes de julio el poblado de Carlos Rojas, como toda la Isla, estaba viviendo días críticos. "En el municipio de Jovellanos había un brote muy intenso de covid-19, no teníamos medicamentos, los centros de aislamiento contaban con muy malas condiciones", recuerda Zamora. La falta de libertades se combinó con la crisis económica y la situación epidemiológica. Aquel domingo la paciencia llegó al límite.

Zamora cierra los ojos y parece estar viviendo de nuevo esa jornada. "La gente reunida en el parque gritaba ¡comida!, ¡libertad!, ¡abajo la dictadura!, ¡queremos medicinas", también "¡patria y vida!, esa consigna era la que más repetían. Vivimos unas horas maravillosas, fue algo que quedará para la historia: había ancianos, niños y muchos jóvenes también".

Entonces llegó la patrulla para trasladar a Armando Abascal Serrano desde la estación del pueblo hacia Jovellanos. "La gente se colocó delante del vehículo para impedirlo pero los policías repartieron muchos golpes y finalmente se lo llevaron", asegura. El resto de la tarde, los que quedaron continuaron repitiendo consignas hasta que cerca de las 6:30 pm llegaron un ómnibus y un camión con tropas de choque.

"En la guagua y el camión venían Yonaikis Villegas Oviedo, la intendente de Jovellanos, también la representante del Partido Comunista, la directora del Inder (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación), miembros de la policía política vestidos de civil, del Gobierno, el Partido y el jefe de Comunales", enumera la madre.

"Venían con palos y piedras en las manos, después supimos que incluso portaban botellas. Fue una agresión muy fuerte. Me golpearon y me caí contra la bicicleta que sujetaba la sábana, Sissi cayó sobre mí". Zamora añade que el funcionario de Comunales la agredió en la cabeza, los ojos, los brazos y el vientre. "Yo estaba recién operada y me desvanecí, entonces dejé de ver a mis hijas".

Cuando volvió en sí, escuchó que alguien le gritaba que Lisi, su otra hija, estaba herida tras recibir varios botellazos en la cabeza. La madre corrió hacia el Policlínico y en el camino soltó los zapatos, cuyos cordones habían ayudado a atar el cartel. Allí encontró a su hija, a la que le estaban vendando la cabeza. "Tenía también una mano con los dedos virados hacia atrás que el ortopédico tuvo que colocárselos de vuelta hacia adelante".

Poco después también llegó al Policlínico Sissi golpeada. Media hora más tarde trasladaron a las tres mujeres en una ambulancia hacia Jovellanos. "Allí había muchos lesionados porque la policía había repartido muchos golpes. A mi hija Lisi le dieron un certificado de lesiones, porque le tuvieron que dar puntos en la herida de la cabeza, pero a Sissi y a mí no nos quisieron dar nada".

Ese día pudieron regresar a casa y el martes 13 de julio se presentaron en la estación policial del municipio a interponer una denuncia por las lesiones contra Lisi. "Aún hoy, diez meses después, ni la policía ni la Fiscalía dan detalles, siempre dan evasivas", lamenta Zamora.

El patriarca familiar estuvo 14 días desaparecido. "Le llevamos algo de ropa a la estación de policía de Jovellanos y se la robaron, nunca se la dieron. Estuvo dos meses preso en el Combinado del Sur y luego fue multado", explica la mujer. "El 20 de septiembre en la mañana, llegó una funcionaria del Tribunal Municipal de Jovellanos y tocó la puerta de nuestra casa. Traía en sus manos una petición fiscal de seis años contra Sissi".

El juicio tuvo lugar el 3 de noviembre. En el proceso juzgaron no solo a la joven, sino también a Frank Ernesto Trujillo Hervis y Yoendris Torres Corría, manifestantes del 11J. "Frank, cuando estaban golpeando a mi hija, la sacó de dentro del grupo de mujeres. Ahora está sentenciado a seis años de prisión".

Al juicio en el Tribunal Municipal de Jovellanos, Zamora asistió como testigo: "Entré, hice mi declaración y después solo pude volver para escuchar las conclusiones. Por poco me da un infarto al escuchar tantas mentiras. La fiscal Odilia Casallas García mentía descaradamente. Dijo que desde 1959 nadie había sido maltratado y golpeado por la policía en Cuba".

La hermana de Sissi, no pudo aguantar aquello, se levantó del asiento y desmintió a la Fiscal. "Nuestra familia ha sido golpeada muchas veces. Todavía tengo puntos en la cabeza por la golpeadura que me dieron con una botella". Inmediatamente los guardias la sacaron de la sala.

La mayor del Ministerio del Interior, Silvia Martínez Montero, acusó a Sissi de atentado y desacato aunque la familia asegura que esa oficial no estuvo presente el domingo en el parque de Carlos Rojas. "El juicio fue una farsa, una payasada. Ni los abogados defensores pudieron hacer su trabajo", denuncia Zamora.

El juicio de apelación fue el 27 de diciembre, bajo un intenso operativo de seguridad y se confirmó la sentencia de seis años de cárcel. La joven fue recluida en el penal de mujeres de Matanzas, Labiotec. "Es un lugar desagradable y triste. Tiene dos edificaciones y ella está en una de ellas en el cubículo tres del tercer piso".

Pero durante las llamadas telefónicas, la gran preocupación de la joven no son las condiciones del penal sino su familia. Para calmar a la madre, reitera: "No te preocupes, acuérdate de cuántos calabozos, golpizas y detenciones que he vivido". También quiere saber detalles de los otros presos de aquella jornada histórica de protestas.

Cuando Annia Zamora Carmenate pregunta a su hija qué quiere que le lleve en la jaba con alimentos que intenta prepararle para cada visita, la joven pide poco o nada. Aunque la madre insiste, ella responde con monosílabos. En esos momentos vuelve a ser la niña tímida y callada del poblado de Carlos Rojas.

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