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La vigilancia a las ruinas del ISDi llega tarde: ya se llevaron puertas y ventanas

La Habana

Los restos del inmueble se venden entre los vecinos de la zona

El Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDi), este jueves. / 14ymedio

03 de octubre 2025 - 15:52

La Habana/El Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDi), en el corazón de Centro Habana, estaba este jueves vigilado por agentes de civil por los cuatro costados. La custodia llegaba tarde, y justo después de que el diseñador gráfico Esteban Aquino denunciara en sus redes sociales, ilustrando su mensaje con fotos, que numerosos documentos de la institución, entre ellos tesis, libros y catálogos, estaban regados en el cercano parque Carlos J. Finlay.

“Estos archivos fueron, y son, la referencia histórica y técnica para la formación académica de los estudiantes. El trabajo de quienes hoy son excelentes exponentes del diseño, de profesores, de tutores, autores y grandes personalidades termina su vida útil”, lamentaba Aquino, graduado él mismo del ISDi. Con tristeza, clamaba: “La verdad desconozco quiénes están dentro de ese edificio, tampoco sé qué hacen y menos cuál será el destino que tome el inmueble, pero considero que ser ignorante no implica ser insensible. No conocer no es sinónimo de irrespeto”. Y se preguntaba: “¿Cuál es la motivación que empuja a estas personas que, supuestamente, se formaron con principios basados en el respeto a la propiedad social, a la educación y a la cultura? ¿De qué valores estamos hablando?”.

Lo que velan ahora los policías encubiertos, en cualquier caso, no es más que un lugar “canibaleado” poco a poco, como expresaba a 14ymedio una vecina. “Los carroñeros iban a desmoronar el edificio entero”, dice la mujer, que día a día, observaba cómo la gente se metía por el boquete que había dejado por la parte de atrás uno de los derrumbes parciales del inmueble. “Ya se habían llevado las ventanas y se estaban llevando las puertas. Si los dejan acabarán llevándose los ladrillos uno a uno”.

"Me han propuesto puertas, tazas de baño, persianas y hasta rejas"

Otra vecina, residente a pocos metros de la cercana parada de ómnibus, también ha sido testigo del desguace del edificio. "Me han propuesto puertas, tazas de baño, persianas y hasta rejas", cuenta a este diario en alusión al mercado informal que se ha nutrido en los últimos meses de los despojos del ISDi. "Hay casas aquí que por dentro parecen una escuelita porque se han armado con lo que ha salido de ahí", asegura y señala a lo que queda de la estructura.

Por décadas, los barrios donde se deteriora una entidad oficial o donde se erige alguna construcción estatal se han alimentado de sus restos o de sus materiales de construcción. "Tengo una vecina que reforzó el bastidor de la cama con la tabla de una pizarra y en este mismo solar ahora hay varias puertas que son del mismo color todas sacadas de allí".

Las maderas más deterioradas también han dado frutos. "La otra noche, que tuvimos un apagón larguísimo, los vecinos de al doblar armaron una fogata en la calle para cocinar con algunas tablas del ISDi". No obstante el beneficio momentáneo, la mujer teme que la ruina termine convertida en un gran basurero y "todo este barrio se vea más sucio todavía de lo que está".

El edificio, que fue en un principio hotel militar y club de oficiales del Ejército español, pasó por ser sede de la Escuela de Cadetes (1874-1878), Asilo de Viudas y Huérfanos, cuartel del Estado Mayor durante la Primera Ocupación Estadounidense y hasta Ministerio de Salubridad, antes de la Revolución.

Parte trasera del ISDi, con vallas impidiendo el paso. / 14ymedio

En 1982 fue transformado en sede del Instituto Politécnico de Diseño Industrial, antesala del ISDi, y, a pesar de su alto valor arquitectónico, histórico y educativo, se dejó morir en décadas de desidia, malas reformas y ausencia de mantenimiento.

En marzo de 2022, el edificio fue cerrado tras detectarse un “fallo arquitectónico” que ponía en peligro a estudiantes y trabajadores. “La Revolución fundó las universidades y siempre las acompañó”, decía la nota oficial, como si las palabras bastaran para sostener columnas agrietadas. 

Ese discurso se vino abajo, literalmente, en julio de 2024, cuando una parte de la fachada interior se desplomó. Y en enero de 2025, otro derrumbe parcial dejó una anciana herida y a cuatro familias sin acceso a sus viviendas. A pesar de no haber víctimas mortales, el impacto simbólico fue profundo: no solo se hundía un edificio, sino una promesa, una institución y una era. 

Más certeras resultaron las palabras de la arquitecta Lourdes Martí, rectora fundadora del ISDi hasta 1988, que en 2022 había lanzado una denuncia pública: “¿Qué pasó durante estos últimos 33 años? ¿Nunca más se le dio mantenimiento? ¿Qué fallo arquitectónico es ese que no permite recuperar el edificio, o parte del edificio? ¿Se quiere destruir el edificio o eliminar la formación de Diseñadores Industriales e Informacionales? ¿Estamos presenciando el fin del desarrollo industrial del país?”.

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