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“Algo que ha afectado profundamente a la literatura cubana es el miedo"

Padura

Leonardo Padura presenta en Madrid su libro sobre Alejo Carpentier

Leonardo Padura presentó su libro este miércoles en La Mistral, a pocos metros de la Puerta del Sol de Madrid. / 14ymedio
Yunior García Aguilera

22 de mayo 2025 - 05:33

Madrid/Madrid arranca la semana a todo ritmo con la literatura cubana. El martes, Carlos Celdrán presentó su libro –con dos piezas teatrales– en la librería Arenales. Un día después, Roberto Carcassés estrenaba su primera novela en El Argonauta, mientras Leonardo Padura asistía a la presentación de Un camino de medio siglo: Alejo Carpentier y la narrativa de lo real maravilloso, en La Mistral. A pesar de las coincidencias, el público llenó todos los espacios. 

Padura compartió la mesa con Luis Rafael Hernández, director de la editorial Verbum y el crítico y catedrático español Fernando Rodríguez Lafuente, ex director del Instituto Cervantes. La charla fue una suerte de tertulia entre vivos y muertos, una contienda entre lo maravilloso y lo real más descarnado, pero también una confesión sobre los miedos que han acompañado a generaciones de escritores cubanos. 

Premio Princesa de Asturias de las Letras (2015), Padura no oculta la influencia de Carpentier en su obra, aunque sus colegas bromearon con la idea de que todo escritor debe “borrar las huellas de sus referentes”. El propio Carpentier decía que “los escritores no deben hablar de sus maestros, para que no se les noten las costuras”. 

La etiqueta del boom latinoamericano arropó también a Borges y a Carpentier, sin matizar demasiado. El resultado: confusión teórica y literaturas distintas metidas en un mismo saco

En 1978, Padura escribió una crítica sobre La consagración de la primavera que en El Caimán Barbudo subtitularon Más realismo que maravilla. “Era ya una novela donde lo ‘real maravilloso’ no funcionaba igual; había que mirar las cosas desde otra óptica”, explicó. Pero los críticos seguían operando bajo la misma estética, las mismas categorías. La etiqueta del boom latinoamericano arropó también a Borges y a Carpentier, sin matizar demasiado. El resultado: confusión teórica y literaturas distintas metidas en un mismo saco. 

Padura trazó una línea clara: el realismo mágico acepta lo fantástico como parte indistinguible de la realidad; lo real maravilloso, en cambio, presenta lo mágico desde un enfoque lógico, casi racional. 

La investigación que sustenta este ensayo comenzó en pleno Período Especial, cuando acceder a la información en Cuba era una tarea titánica. Para escribir El hombre que amaba a los perros, tuvo que recurrir a amistades con acceso libre a internet que le descargaron archivos en PDF desde el extranjero. “Estamos hablando de 2006 o 2007. Imagínense cómo era antes”, comentó. 

“En los 90 yo escribía como un loco, para no volverme loco”, confesó sin risas. Y recordó que, cuando entregó el ensayo a la viuda de Carpentier, “hubo cosas que no le gustaron, porque era muy celosa, muy viuda”. 

Gracias a esa investigación, comprendió mejor la noción de historia en Carpentier, su visión de los espacios y, sobre todo, su interpretación del concepto revolución, que Padura juzga como “muy edulcorada”, y con la que admitió no coincidir. También compartió una anécdota que ejemplifica la ambigüedad biográfica del autor de El siglo de las luces: por temor a ser deportado durante el machadato, Carpentier aseguraba haber nacido en el número 14 de la calle Maloja, en La Habana, aunque en realidad vio la luz en Lausana, Suiza. “Total –añadió Padura–, es el escritor nacido en Suiza más cubano que uno se pueda imaginar”. 

"Los escritores de los 70 que sobrevivieron, escribieron con miedo. Y después, las generaciones posteriores, no se han librado completamente de ello”

Además de Carpentier, el autor reveló otros tres grandes referentes: Vargas Llosa, Cabrera Infante –“quien me enseñó a escribir en idioma habanero”– y Manuel Vázquez Montalbán –“quien demostró que se podía hacer literatura policial que fuera, antes que nada, literatura”–. “Hace como dos años que quería escribir una nota, y no podía hacerlo en vida de Vargas Llosa, porque podía parecer que le estaba jalando la leva”, bromeó. 

El escritor recordó que sus años como estudiante en la universidad estuvieron marcados por un poder que exigía “una comprensión marxista de la historia”. Y, además, la cultura en la Isla sufrió la muerte en el ostracismo de dos “fenómenos” de la literatura universal: Virgilio Piñera y Lezama Lima.  

“Fue muy difícil” –admitió Padura– “algo que ha afectado profundamente a la literatura cubana es el miedo. La gente ha escrito con miedo. Los escritores de los 70 que sobrevivieron, escribieron con miedo. Y después, las generaciones posteriores, no se han librado completamente de ello”. 

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