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"Es hora de unirnos para levantar el país de las cenizas"

Osmani Pardo, del Movimiento San Isidro, habla desde Alemania, donde pidió asilo

El activista del Movimiento San Isidro Osmani Pardo, en Alemania, mientras aguarda que le otorguen el asilo político. (Cortesía)
Daniela Rojo

24 de mayo 2023 - 23:05

Núremberg/Estaba en aquella casa de la calle Damas, en La Habana Vieja, cuando la Policía irrumpió y arrestó al grupo de activistas del Movimiento San Isidro que hacía una huelga en noviembre de 2020. Pasó un año bajo reclusión domiciliaria y fue víctima de innumerables presiones. Ahora, tras haber logrado salir de Cuba y en un proceso de asilo político en Alemania, Osmani Pardo cuenta a 14ymedio lo ocurrido entre aquel asalto represivo y su partida al exilio.

Pregunta. ¿Por qué sale de Cuba?

Respuesta. Como consecuencia de mi participación en la huelga que hicimos en el Movimiento San Isidro, me condenaron a un año de privación de libertad acusado de un delito común denominado "resistencia". Presentaron falsos testimonios de personas que nunca había visto en mi vida. Gracias a que tuve un buen abogado pude cumplir esa condena bajo un régimen domiciliario. Luego vinieron las cartas de advertencia prohibiéndome publicar en las redes sociales, las amenazas que me hacían los primeros jueves de cada mes, cuando estaba obligado a presentarme en una estación de Policía, incluso las llamadas telefónicas anónimas donde me advertían que podría sufrir un asalto supuestamente a manos de delincuentes.

No voy a negar que me ha pasado por la mente la idea de que el esfuerzo que uno logra hacer en Cuba pueda resultar en vano. El sacrificio no es solo por uno mismo y la familia, sino también por otros que ni siquiera son conocidos, por el pueblo en general, y es decepcionante ver que muchas personas siguen inertes sin que nada les importe, preocupados por la cola del pollo o por las libras de arroz o azúcar. Son pocos los que se arriesgan siquiera a hacer comentarios críticos en las redes sociales. Después del 11 de julio, el régimen encarceló a cientos de personas y uno se pregunta para qué se está luchando, pero al final queda la fe de que algún día los cubanos digan "basta ya de una vez por todas" y que algo suceda.

El evento que definitivamente me impulsó a salir del país fue acumulativo. Junto a las amenazas, tenía todo el día a mi madre en casa llorando temerosa de que me encarcelaran. No encontraba la posibilidad de trabajar porque la gente no quería contratarme por miedo a la Seguridad del Estado.

En una de las últimas citaciones que me hicieron a la 11ª unidad de la Policía en San Miguel del Padrón, fueron ellos quienes hicieron la sugerencia. "Vete echando"

P. ¿Cuándo supieron sus represores sobre su decisión? ¿Cómo se comportaron?

R. En una de las últimas citaciones que me hicieron a la 11ª unidad de la Policía en San Miguel del Padrón, fueron ellos quienes hicieron la sugerencia. "Vete echando", me dijeron y advirtieron de que si no me iba, ellos estarían todo el tiempo controlándome. A los pocos días, luego de que me repitieran sus amenazas, terminé por decirles que sí, que solo tenía que ver la forma de irme.

A partir de eso empezaron a jugar a ser los policías buenos y me llamaban para preguntarme por la salud de mi mamá y si ya había conseguido el dinero para el viaje. Finalmente me quitaron "la regulación" que me impedía actualizar mi pasaporte. Cuando llegué con mi esposa al aeropuerto me estaba esperando el agente Denis, que era mi represor asignado, para advertirme que no podría regresar a Cuba. "Ponte para hacer dinerito para ayudar a tu familia" sugirió, casi amable.

P. ¿Nos hablaría de alguna de sus vivencias con la represión?

R. Estuve 10 días en la huelga de San Isidro, todo el mundo sabe cómo terminó aquello, cuando tumbaron a patadas la puerta. Días después me sacaron violentamente de mi casa porque estaba poniendo la canción Patria y Vida en respuesta a un mitin de repudio que habían organizado. Cuatro policías vinieron a buscarme y terminé en un calabozo donde no podía ni tomar agua.

Nunca dejaron de amenazarme con que me podían inventar cargos para que pasara el resto de mis días en prisión

P. ¿Salió con alguna causa pendiente o con cargos en su contra?

R. Yo terminé de cumplir una condena de un año de prisión domiciliaria el pasado 30 de marzo y salí de Cuba el 8 de mayo sin tener, que yo sepa, ninguna causa pendiente. Pero nunca dejaron de amenazarme con que me podían inventar cargos para que pasara el resto de mis días en prisión.

P. ¿Cómo fue la reacción de sus familiares y amigos cercanos cuando supieron de su viaje?

R. Fueron días difíciles. En mi casa, mi esposa y yo vivíamos junto a mi madre y mi hermano. Especulamos sobre cómo sería nuestro futuro y si realmente podríamos salir mi esposa y yo de Cuba. Fueron días de mucha incertidumbre.

P. ¿Cómo llegó a Alemania?

R. Salimos de La Habana en un vuelo de la aerolínea Cóndor con destino a Dubái, de donde pudimos obtener un visado con relativa facilidad. El 9 de mayo, en la primera escala que hizo el avión en el aeropuerto de Frankfurt, nos dirigimos a la Policía y comunicamos que queríamos pedir el asilo por ser yo un perseguido político.

Quiero aprender el idioma, integrarme a la vida de este gran país y seguir luchando por la libertad de Cuba esté donde esté

P. ¿Bajo qué estatus migratorio está en Alemania?

R. En estos momentos mi esposa y yo nos encontramos en un campamento de refugiados esperando a que concluya el proceso de solicitud de asilo político. Nos faltan algunas entrevistas y que un juez decida nuestra situación

P. ¿Qué planes tiene para su futuro fuera de Cuba?

R. Tengo muchos planes, pero todo empieza por trabajar cuando se me permita hacerlo. Quiero aprender el idioma, integrarme a la vida de este gran país y seguir luchando por la libertad de Cuba esté donde esté.

P. ¿Qué mensaje le envía a los cubanos que se quedan en la Isla?

R. El mensaje que tengo para los cubanos es que juntos tenemos que luchar, tanto los que permanecen adentro como los que vivan afuera, todos tenemos que seguir luchando. Otras dictaduras han caído cuando el pueblo se ha unido, la cubana tendrá que caer también porque ya su tiempo se venció. Primero engañaron a nuestros abuelos, luego a nuestros padres, siguieron engañando a los de mi generación y pretenden hacerlo con los que siguen naciendo.

Los culpables de todo esto tendrán que pagar en un juicio justo: los que impartieron las órdenes, los que reprimieron, los que se prestaron para delatar o participar los actos de repudio.

Es hora de unirnos para terminar con esa pesadilla, levantar el país de las cenizas en que lo han convertido y entre todos refundar una gran nación.

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