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Karateca, albañil y deportado

Hablamos con Carlos Salazar, uno de los 75 repatriados forzosos desde Ecuador este fin de semana

Carlos Salazar es uno de los 75 repatriados forzosos desde Ecuador este fin de semana. (Facebook)
Reinaldo Escobar

13 de julio 2016 - 09:48

La Habana/Carlos Salazar, de 29 años, se ganaba la vida como albañil cuando partió hacia Ecuador junto a su esposa en noviembre pasado. Sus destrezas en la construcción las obtuvo mientras trabajaba en un contingente que reparó parte del puerto de La Habana, pero antes ganó una medalla de bronce en kárate para la selección de la Isla. Hoy, es una de las 75 personas que fueron repatriadas forzosamente desde Ecuador.

Salazar vendió todas sus pertenencias antes de salir de Cuba porque su llegada al país sudamericano era la primera escala en un "viaje sin retorno", según explicó este martes en una conversación telefónica con este diario. En medio de la crisis migratoria que protagonizaron miles de cubanos, el joven fue detenido y este sábado lo devolvieron, junto a otras 28 personas, a su país de origen.

Pregunta. ¿Cuál fue la información que recibieron antes de ser deportados?

Respuesta. Nunca se nos informó de que seríamos deportados. En la audiencia, donde fuimos presentados por un tema de irregularidades migratorias, los fiscales dijeron que no se podía deportar a nadie si no se le demostraba un delito cometido. De hecho la mayor parte de las 29 personas que veníamos en el vuelo estábamos legales en Ecuador.

P. ¿Cree que en ese proceso judicial se respetaron las formalidades legales? ¿Los deportados tuvieron derecho a un abogado?

R. Estábamos en un centro de detención conocido como Flagrancia donde pasamos 72 horas en un sótano que era un garaje. Dormíamos en el piso. De allí nos montaron en un ómnibus donde no pudimos llevar teléfonos ni nada. La primera vez que vimos a nuestros abogados fue al entrar a la audiencia, pero a ellos ni siquiera les permitieron acercase a nosotros para preguntarnos algo. Antes de conocer la sentencia nos montaron en un avión que, tras una escala para reabastecerse de gasolina, aterrizó en la Terminal número 5 del aeropuerto José Martí de La Habana.

P. ¿Cómo fue el recibimiento en Cuba?

R. Aquello estaba lleno de militares, pero el recibimiento fue tranquilo. No teníamos ni siquiera un documento, así que nos tomaron los datos y nos montaron en un ómnibus.

P. ¿Eso quiere decir que fueron introducidos en ese vuelo sin pasaporte?

R. Nos lo quitaron todo. Incluso a mí me quitaron los collares de mi religión .

P. Una vez en Cuba. ¿Los transportaron hacia las casas de sus familiares?

R. En mi caso, no. Me dejaron abandonado en la rotonda de Cojímar, sin dinero y sin documentos. Así que tuve que ir caminando hasta la casa donde viven mi padre y mi hermana, que es donde estoy viviendo ahora agregado, porque lo vendí todo para empezar una nueva vida fuera de este país.

P. ¿Qué va a hacer ahora?

R. Bueno, ya estoy haciendo. Este martes fui a la Embajada de los Estados Unidos a solicitar asilo político. Allí me encontré a cinco amigos de los que estuvieron en Ecuador. Parece que todos vamos por el mismo camino. No nos prometieron nada, pero al menos ya tenemos la planilla. Al salir de la embajada, una patrulla de la policía nos interceptó. Cuando le dijimos que no teníamos carné de identidad porque éramos de los deportados de Ecuador, llamaron por la radio a su jefatura y les dieron la orden de que nos dejaran seguir. Cosa rara, nos pidieron disculpas.

P. ¿Qué estarías haciendo ahora en Ecuador si no hubiera sido deportado?

R. Tenía planeado abrir mi academia de deporte el día 9 de julio. Soy karateca y, aunque no soy licenciado en Cultura Física, estudié en la escuela Mártires de Barbados, luego en la ESPA Nacional. Como deportista, gané la medalla de bronce en los Panamericanos de esa especialidad que se hicieron en la Ciudad Deportiva en el 2005 con la participación de 17 países.

P. ¿Se vio obligado a usar sus habilidades como karateca durante los encuentros con la policía en Ecuador?

R. Estuve presente en el momento en que, frente a la embajada de México en Quito, la policía le cayó a golpes a los manifestantes, incluidas mujeres con niños y embarazadas. Allí estaba mi esposa que todavía continúa en Ecuador. Le aseguro que ningún cubano ofreció resistencia.

P. ¿Se considera un perseguido político?

R. De cierta forma sí. Porque en nuestro caso, el cartel que le ponen a uno lo compartimos todos y eso tenemos que asumirlo.

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