Oda urgente a la "resistencia creativa"
Las décimas de esta semana, dedicadas al discurso de Díaz-Canel con motivo del año nuevo
Nueva Jersey/"Resistencia creativa",
pide con tono banal
el que malgasta saliva,
el que la verdad esquiva,
el que escondió el aguacate,
el del cuerpo represor
de ese estado de terror,
el de la orden de combate.
"Puede ser muy atractivo"
–si acaso te atrae el hambre–
comerte un cable de estambre,
sin razón y sin motivo,
que te empuja al precipicio
te pide más sacrificio.
Apriétate el cinturón,
es bazofia y desperdicio.
San Isidro ha demostrado
"resistencia creativa"
con su propuesta atractiva
–que aterra al terror de Estado–,
de poesía y de acción,
hoy que esa Revolución
es una gerontocracia
que impide la democracia
con violencia y represión.
Para resistir: crear
y no aplaudir a un poder
que –de tanto envejecer,
de tanto hundir en el mar
navíos– llegó a pensar
que su control será eterno.
Las notas en mi cuaderno
son actos de resistencia
en contra de la indecencia
que hizo de Cuba un infierno.
"Resistencia creativa"
contra el horror imperante
–producto del Comandante
y su brutal comitiva–
es la única alternativa
de un pueblo que se ha cansado
de ser isla sin pescado,
y sueña con escapar
–sea por aire o por mar–
del castrismo y su legado.
"Mayor participación
de la inversión extranjera",
pidió con la lengua afuera
que grita "Revolución",
con esa voz deleznable,
con esa panza insondable
y esa furia destructiva.
"Resistencia creativa"
llaman a jamarse un cable.
"Resistencia creativa"
–contra el imperio del mal,
que el del cuerpo de tamal
promulga, aplaude, incentiva–,
voluntad e iniciativa,
ahínco, tesón, esmero,
familia en el extranjero...
son cosas muy necesarias
en julio como en enero.
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