Coppelia pierde sabor

Los heladeros privados ofrecen más alternativas y calidad, aunque a cambio de un precio más elevado

La heladería Coppelia sigue siendo un lugar muy visitado a pesar de que sus ofertas se han reducido significativamente. (14ymedio)
La heladería Coppelia sigue siendo un lugar muy visitado a pesar de que sus ofertas se han reducido significativamente. (14ymedio)
Zunilda Mata

28 de mayo 2019 - 16:02

La Habana/Hugo tiene nueve años y nunca ha visto un pistacho, pero la palabra le suena tan graciosa que pide un helado de ese sabor en un local privado en la esquina de Línea y L en La Habana. La lista de ofertas del pequeño negocio incluye desde la inusual cereza hasta el común limón, una variedad de opciones que solo es posible hallar en el sector privado.

La cafetería por cuenta propia Amore está ubicada en las cercanías de la legendaria heladería Coppelia pero a ambas las separan diferentes modelos de gestión, la disparidad de precios y un abismo en cuanto a limpieza del local. Mientras el emblemático centro estatal apenas vende dos o tres sabores, la competencia particular puede ofertar más de una docena.

Cuando Coppelia abrió sus puertas, en 1966, en sus diferentes áreas se vendían decenas de sabores y de posibles combinaciones de helado con dulces y añadidos. Sin embargo, con el paso de los años las opciones disminuyeron, la calidad del helado cayó y las colas se hicieron cada vez más largas. A mediados de los 90, con las flexibilizaciones para el trabajo por cuenta propia, también surgió la competencia.

"Estoy en este negocio desde hace casi 20 años", dice a '14ymedio' Manuel Octavio Gómez, un trabajador por cuenta propia que comenzó "haciendo helado en una vieja lavadora soviética de la marca Aurika"

"Estoy en este negocio desde hace casi 20 años", dice a 14ymedio Manuel Octavio Gómez, un trabajador por cuenta propia que comenzó "haciendo helado en una vieja lavadora soviética de la marca Aurika" y ahora suministra sus productos a varios locales privados de La Habana. "Al principio solo vendía dos o tres sabores, pero ahora cuento con una carta de casi 20", detalla.

"Me llevó años encontrar el punto de cremosidad que más gusta a los cubanos y ahora vendo también a paladares, cafeterías y clientes que quieren un helado de calidad y más artesanal", explica. "Son productos más caros que los que se pueden comprar en Coppelia pero la calidad es superior, basta probarlos para darse cuenta de la diferencia".

Cheleny Darias, administradora de la fábrica de Helados Coppelia dijo a la prensa oficial el año pasado que a la céntrica heladería estatal se envían dos tipos de producto: el especial, con un 18% de grasa, para el área de la Torre, la más selecta y con precios más elevados; y otro, con solo un 14%, para las llamadas canchas, ubicadas en la planta baja.

Los clientes se quejan con frecuencia de que encuentran trozos de hielo en el interior del producto, que los sabores no son variados ni intensos y que apenas se hallan elaboraciones con frutas naturales. También son frecuentes las protestas por el tamaño de las bolas, que a veces son mucho más pequeñas de lo esperado.

El helado tiene mucha demanda en la Isla, especialmente con las altas temperaturas que se dan en verano. El estricto racionamiento sobre la leche hace que muchos encuentren en este producto la fórmula más dulce para acceder a un lácteo. El Estado ha mantenido locales con precios subvencionados a lo largo del país durante décadas, pero el desvío de recursos y la pobreza del surtido se han vuelto cada vez más habituales.

"Soy ciudadano español y eso me permite viajar con frecuencia a México, Panamá o Estados Unidos", detalla Gómez. "Traigo esencias, frutos secos y también ideas para mejorar mi surtido", explica. "Ahora quiero ampliar la variedad de helados de frutas naturales, porque eso tiene mucha demanda entre los turistas, que prefieren algo de piña, frutabomba, guayaba o mango, porque es más local".

"Por años, cuando se hablaba de helados se pensaba siempre en fresa y chocolate, si acaso vainilla y mantecado, pero era todo muy aburrido. Ahora los particulares estamos queriendo innovar y ampliar las opciones", explica. "He hecho helado de tamarindo, de nueces con chirimoya y hasta de mandarina con hojas de menta, todo sin conservantes ni aditivos", explica.

Este domingo, una empleada de Amore ayudaba a una niña a salir de su indecisión dándole a probar algunos de los distintos sabores hasta que la pequeña se decidió por un barquillo con una bola de fresa bombón por 1,50 CUC, casi dos días de salario de un profesional estatal.

La heladería Coppelia, donde una bola de helado cuesta 1,50 CUP (más de veinte veces menos), ha estado cerrada el mes de mayo por trabajos de mantenimiento y se prevé su apertura en junio. Tampoco la fábrica de helados volverá a estar operativa hasta esa fecha.

"Más allá de que el helado ya no es de la misma calidad que hace 20 o 30 años, los precios subvencionados de Coppelia siguen siendo su principal atractivo", detalla Niuris Fonseca, vecina de la cercana calle 21 y que ha visto sus mejores y peores momentos. "En esta zona hay varios hospitales y escuelas, por lo que muchos pacientes y niños meriendan gracias a los helados que se compran aquí".

Sin embargo, Fonseca considera que la heladería se ha deteriorado mucho y está sucia. "A los baños mejor ni entrar, y muchas veces las cucharas no están bien lavadas", lamenta. "Además hay poca variedad de sabores y ya no son tan buenos como antes. A veces cierro los ojos y los pruebo, y no puedo distinguir si me estoy comiendo un helado de fresa o de naranja piña, porque todos saben igual".

"Hace unas semanas, antes de que cerrara fui con mis hijas y la tablilla afuera anunciaba que había cuatro sabores, pero cuando entramos solo tenían vainilla y rizado de fresa", lamenta. La mujer compartió mesa con un extranjero que había llegado para conocer la famosa heladería. "A él no le importaba que solo hubiera dos sabores, porque lo que quería era visitar el emblemático lugar".

"Todos nuestros productos son elaborados aquí mismo y la mayoría a partir de materias primas naturales, nada de químicos ni conservantes"

Los privados han apostado por competir mejorando en sus locales los puntos débiles de Coppelia. "Limpieza, confort, comodidad y sabores que nunca ha conocido", explica un empleado de una heladería ubicada en las cercanías de la calle Infanta. "Es verdad que aquí la gente no es común que se tome una ensalada de cinco bolas como sí hacen en Coppelia, porque les sale cara, pero si se toman una bola es una bola de calidad".

"Todos nuestros productos son elaborados aquí mismo y la mayoría a partir de materias primas naturales, nada de químicos ni conservantes", explica el empleado a dos curiosos turistas que han elegido un helado de guanábana y otro de mamey. "Esto no lo encuentras en ningún lugar estatal porque ellos solo venden helados hechos a partir de concentrados industriales", explica.

El ingrediente más complicado sigue siendo la leche, aunque Gómez asegura que la apertura de mercados mayoristas para trabajadores por cuenta propia lo ha ayudado a comprar cantidades del producto en polvo y también a hacerse con crema. Otros heladeros consultados explican que los campesinos les suministran leche fresca de vaca, pero la mayor parte de la compra se hace de manera informal.

"El que quiera gastar poco y llenarse va a Coppelia, pero si lo que quiere es disfrutar de un buen helado y complacer un antojo entonces tiene que venir a las heladerías particulares que es donde hoy se está haciendo el mejor helado de Cuba", explica con orgullo mientras sirve en una esbelta copa una bola de chocolate con chips y otra de anón.

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