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Sin compromiso

Yoani Sánchez

07 de enero 2014 - 19:39

Foto de Silvia Corbelle

Rojo y negro, son los colores del periódico Granma. Pero a diferencia de la famosa obra de Stendhal, en sus páginas el lector no encontrará realismo, sino proselitismo. Cuando el órgano oficial del partido comunista elige un titular, tiene más intenciones de imponer una idea que de informar sobre esta.

Así ocurrió con la frase que el jueves pasado se destacaba en la primera plana de este diario. Sacadas del discurso de Raúl Castro en Santiago de Cuba, aquellas palabras recalcaban que “¡La revolución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!”. Con esa portada, tanto el orador como los editores querían enfatizar algo que en realidad no dejan muy claro. Vale la pena intentar descifrar su significado.

Han pasado ya 55 años desde que comenzara la llamada Revolución Cubana, por lo que esta referencia a posibles compromisos no debe remontarse a sus orígenes. Cabe imaginar que el General no aludía con ella a la ruptura y el desagradecimiento con ciertos respaldos y subvenciones que tuvieron los rebeldes hace medio siglo.

No suena entonces como un adiós a los viejos compañeros de ruta que pusieron el hombro y el bolsillo para sostener por décadas a este sistema.

¿Quién es entonces ese “nadie” a quien despoja Raúl Castro de cualquier posibilidad de reclamación? Evidentemente tampoco apunta al Palacio de Miraflores por el abultado subsidio que recibe Cuba desde Venezuela. Pues este apoyo económico le ha generado más ataduras políticas al gobierno mantenedor que al mantenido.

Pensar que es una insinuación a saltarse las responsabilidades políticas por pertenecer a la CELAC, resultaría cuando menos ingenuo. Entonces ¿de qué estaba hablando este hombre de uniforme militar, frases manidas y discurso por escrito? ¿A qué se refiere? La respuesta apunta tanto a la Casa Blanca como a Bruselas.

Toda negociación o conversación necesita un mínimo de obligaciones por cumplir. Cualquier parte implicada en un acuerdo se asegura que la otra ceda en igual o mayor medida que ella lo hace. Es evidente que en 2013, tanto Estados Unidos como la Unión Europea dieron pasos para atenuar la temperatura diplomática entre ellos y la Plaza de la Revolución.

Guiños, flexibilizaciones, anuncios de un nuevo camino, llegaron a decir algunos políticos con respeto a la Mayor de las Antillas. El plato había quedado servido para el festín del acuerdo y el diálogo. En respuesta, el desagradecido convidado se ha parado y ha volcado la mesa.

“Sin compromisos…” lo ha gritado Raúl Castro y se apresuró a enmarcarlo en letras rojas el periódico Granma. A quienes va dirigida la frase ya lo saben, ya están advertidos.

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