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Un dragón vuela sobre los naranjales

Naranjales.
Orlando Palma

26 de enero 2015 - 07:10

La Habana/Un conocido cantante cubano quiso grabar su último videoclip entre los arbustos de un naranjal. Tuvo que buscar durante semanas, hasta que encontró un sembrado con cítricos de pequeño tamaño y apagado color. La solución fue pintar con spray de pintura anaranjada cada fruta que saldría en escena, maquillar la realidad para esconder el drama que vive ese cultivo.

El huanglonbing (HLB) o dragón amarillo es una grave enfermedad de la citricultura que ha devastado extensas plantaciones por todo el mundo y que se ha cebado en Cuba en los últimos años. Atrás han quedado los tiempos en que en los sitios más intrincados de nuestra geografía, en cada patio o finca había sembrada una mata de naranja, limón, mandarina o toronja, y el olor de los azahares llenaba las tardes cubanas.

El paisaje antes de esta tragedia citrícola era bien distinto. A principios de la década de los setenta, se incrementaron las siembras de estas frutas en tierras estatales y se multiplicaron los frigoríficos, las envasadoras y las plantas industriales para procesarlas. El "plan citrícola" se convirtió en política de Estado y copió toda la desmesura de otros proyectos impulsados por Fidel Castro.

Endamiro es un viejo campesino radicado en al zona de Güira de Melena, en la provincia de Artemisa. Con sus propios ojos ha visto el auge y la caída de un cultivo en el que trabajó por años junto a varios de sus hijos. "Esto estaba lleno de plantíos de naranja", asegura al señalar una extensión de tierra donde ahora solo se ve un sembrado de boniato y mucha mala hierba.

Cerca de ahí, había varios centros preuniversitarios, que enviaban a sus estudiantes a trabajar en la recogida de cítrico y el mantenimiento de los cultivos. Ahora son moles de concreto abandonadas, donde se han instalado familias afectadas por huracanes o que han sido víctimas de los vándalos, que se ha llevado ventanas, puertas, cables eléctricos, grifos y redes hidráulicas completas.

"Ahora casi no tienen jugos", cuenta Endamiro mientras exprime entre sus manos una naranja diminuta que apenas deja caer unas gotas sobre la tierra. Según cuenta el agricultor, "durante el Período Especial, empezamos a tener problemas porque no había cajas para el traslado o los camiones de acopio no llegaban y las frutas terminaban pudriéndose después de recogerlas... pero esto que nos está pasando es como una maldición".

Este campesino vivió el boom citrícola que incorporó los llamados "planes especiales" a las tradicionales plantaciones de la zona de Ceballos (Ciego de Ávila), Isla de Pinos, Camagüey y Contramaestre, con más de 15.000 caballerías en Jagüey Grande, Matanzas y cientos de caballerías en la región occidental de Pinar del Río. Eran los tiempos en los que se fomentó también la siembra en Cienfuegos, Ceiba del Agua y otras localidades.

La producción de cítricos tocó fondo en 2012 con apenas 206.250 toneladas frente al millón de 1990

Ante tal caudal productivo se creó la Dirección General de Producción de Cítricos y Frutales, del Ministerio de Agricultura, y la Empresa Cubacítricos, perteneciente al Ministerio de la Industria Alimenticia. Se llegó a exportar grandes cantidades de frutos y jugos, ya fueran concentrados o naturales. Se cubría el consumo de los centros turísticos nacionales y se vendía a Francia decenas de toneladas de extracto de limón para la producción de perfumes.

Durante los años del subsidio económico soviético, la producción citrícola del país alcanzó cifras impresionantes, que rebasaron el millón de toneladas en 1990. Después de ese "momento dorado", vino el descalabro y la producción tocó fondo en 2012 con solo 206.250 toneladas de cítricos. Desde entonces, no hay estadísticas oficiales, quizás para no seguir reportando la tragedia.

Todo empezó con el colapso económico provocado por la pérdida de los mercados del ámbito soviético. Se desmanteló gran parte del sector citrícola. Y en eso llegó un pequeño insecto de coloración gris con manchas oscuras en las alas. Ante la falta de recursos y de mantenimiento, esa plaga dio el tiro de gracia a los cítricos.

El vuelo rasante del dragón

En 2007 fue detectado por primera vez en Cuba el tristemente célebre huanglongbing, más conocido por el nombre de dragón amarillo. Su presencia ya se había reportado en Florida en 1998 y era poco probable que nuestro país se escapara de su vuelo mortal.

Entre las regiones más afectadas, se encuentra la Isla de Pinos, donde se han conjugado la desidia estatal, el avance del marabú y el temido HLB para provocar severos daños en la citricultura. El envejecimiento de las plantaciones, la mayoría con más de 35 años, resultó muy propicio para la propagación de la enfermedad.

En declaraciones a la prensa oficial, Luis Alberto Torres, director técnico del estatal Grupo Empresarial Frutícola (GEF), aseguró que ese problema puede empezar a ceder si "se introducen variedades más resistentes a las plagas". Sin embargo, los agricultores también demandan mayores estímulos salariales en el cultivo de cítricos para poder emplearse a fondo en el mejoramiento de las variedades y en la campaña contra el huanglongbing.

Entre las regiones más afectadas, se encuentra la Isla de Pinos, donde se han conjugado la desidia estatal, el avance del marabú y el temido HLB

"Mientras combato a este bicho, tengo que ganarme la vida, así que intercalo en el sembrado otras frutas como guayaba, fruta bomba y aguacate", explica Narciso, un guajiro pinero de pocas palabras y mucha experiencia en el campo. El retraso en el suministro de fertilizantes también lo afecta en su propósito, aunque el método más eficaz para frenar el avance del dragón amarillo es la detección temprana de los árboles afectados y su destrucción. También debe hacerse con regularidad el control de los insectos que sirven de vector de la enfermedad.

El sector citrícola analiza la posibilidad de recibir recursos y tecnología desde Estados Unidos gracias al proceso de restablecimiento de relaciones que recién ha comenzado entre ambos países. "Ellos tienen más experiencia que nosotros con el dragón amarillo, porque llevan más tiempo luchando contra él y nos podrían ayudar con nuevas variedades de cítricos más resistentes", apunta un antiguo funcionario del Ministerio de la Agricultura que prefiere mantenerse en el anonimato.

Camilo Company Azcuy, director de la Empresa Agroindustria Citrícola, declaró al diario Granma que el programa de retomar el desarrollo citrícola del país "depende de la aprobación de un financiamiento del cual no dispone la empresa, ya que la citricultura es bien costosa". Nada parece interponerse entre el voraz insecto y las raquíticas plantaciones de cítricos que aún quedan en el país. El tiempo apremia, pero las soluciones tardan demasiado.

Los naranjos ya no terminan en un vaso de zumo frío, sino en una bolsa de tizones para arder en alguna lejana parrilla

Endamiro también siente la urgencia. "Necesitamos recursos cuanto antes para que esta maldición no siga acabando con la naranja y esos recursos no están ahora mismo aquí". El agricultor quiebra una rama de un naranjo esmirriado y con manchas verdes y amarillas por toda la corteza y cuenta: "Los pocos árboles que me quedaban están muriendo y las naranjas que producen son amargas... esto sirve nada más que para leña".

Su criterio lo corrobora la creciente exportación de carbón vegetal a partir de esa madera que ha comenzado a experimentar el país. Los naranjos ya no terminan en un vaso de zumo frío, sino en una bolsa de tizones para arder en alguna lejana parrilla.

"Este fue el último en infectarse", dice Endamiro, señalando a un naranjo que aún se ve saludable y vigoroso. El campesino suspira y remacha: "Si esto no se para, en poco tiempo me tomaré el último vaso de jugo que producirá esta tierra".

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