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"¿Hay alguien para cambiar divisas?"

Cadeca

En la cola de la Cadeca de San José de las Lajas, solo quieren cobrar su miserable pensión en pesos y nadie se interesa por la nueva tasa flotante del dólar

"Ahora tenemos una confusión tremenda porque muchos negocios están poniendo una tasa de cambio intermedia, entre la que publica 'El Toque' y la del Estado". / 14ymedio
Julio César Contreras

28 de diciembre 2025 - 07:17

San José de las Lajas (Mayabeque)/En San José de las Lajas, la nueva tasa flotante del dólar no se siente como un cambio, sino como un número –410 pesos–, ajeno a la vida real de la población. Frente a la Cadeca del municipio, la mañana avanza despacio, con un sol que cae de lleno sobre la acera y una cola donde casi nadie habla de divisas, aunque los carteles y las cifras estén ahí, ante los ojos de todos.

Gisela llegó temprano para cobrar la pensión de su madre. Con la reciente modificación del tipo de cambio, tenía dudas sobre si habría más filas y si el cobro de la chequera se habría separado de las operaciones de compraventa de moneda extranjera. Le preguntó al custodio de la puerta y la respuesta fue simple: todos los que esperan están por la jubilación. El último en llegar es un anciano de ropa gastada, sin prisa y sin intención alguna de cambiar dólares. 

"Por mí el Gobierno puede poner el dólar al precio que mejor le convenga", dice el jubilado, mientras acomoda su gorra con las letras USA. "Con mi pensión de 4.000 pesos a lo más que puedo aspirar es a comer una semana", aclara sobre un pago que ni siquiera supera el equivalente a 10 dólares, según la tasa de cambio oficial. “En la calle todo está más caro", sentencia el hombre, sin levantar la voz.

"Quieren competir con el mercado informal pero tampoco lo hacen bien". / 14ymedio

El custodio asoma la cabeza de vez en cuando y lanza la pregunta de rigor:"¿Hay alguien para cambiar divisas?" Nadie responde. En toda la mañana, ninguna persona se ha detenido frente al portal con la intención de vender dólares. "Quieren competir con el mercado informal pero tampoco lo hacen bien", comenta Gisela, apoyada en la pared. Su experiencia no es teórica. "Desde febrero me inscribí para comprar 60 dólares a través de la cola digital y todavía estoy esperando. Entonces es evidente que hay que resolver el fula por la calle".

En San José de las Lajas, como en buena parte del país, basta abrir Facebook o Telegram para comprobar que la compraventa informal sigue intacta. Los anuncios se suceden, las tasas cambian varias veces al día y las operaciones se hacen sin papeles ni pizarras. "Si mi hermano me manda unos pocos dólares, no voy a ir a vendérselos al Estado a un precio menor del que me ofrecen otros", dice Gisela. "No hay que ser economista", puntualiza. Para ella, la nueva tasa es solo otro capítulo de promesas incumplidas, demasiado parecidas a las de la Tarea Ordenamiento.

"Para colmo ahora tenemos una confusión tremenda porque muchos negocios están poniendo una tasa de cambio intermedia, entre la que publica El Toque y la del Estado, o sea que ahora sí hay que sacar un montón de cuentas mentales para poder pagar directamente con dólares o a la hora de venderlos", cuenta a 14ymedio la mujer.

"Nosotros lo único que hacemos es pararnos aquí rezando para que no se acabe el efectivo antes de llegar a la ventanilla". / 14ymedio

La cola de los pensionados avanza con lentitud. No hay rostros de alivio ni comentarios optimistas. Predomina el cansancio de quienes viven calculando cada peso. Mario, ingeniero agrónomo jubilado, observa la pizarra con ironía. "Esto es una burla", se queja el hombre que pasó la mayor parte de su vida profesional en una Cuba "en la que el dólar estaba prohibido o muy mal visto". Fue a principios de los años 2000 cuando tuvo su primer contacto con la moneda estadounidense, un tiempo en que trabajó en Venezuela y logró ahorrar algo. 

Mario no cree que la medida anunciada por el Banco Central de Cuba beneficie a la mayoría. "Eso es para un grupito, no para la gente de a pie", afirma, apoyándose en su vieja bicicleta. "Nosotros lo único que hacemos es pararnos aquí rezando para que no se acabe el efectivo antes de llegar a la ventanilla". A su alrededor, varios ancianos asienten mientras tratan de aprovechar la sombra del portal.  

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