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"Hace 15 años nos dijeron que iban a demoler el edificio que se cayó este jueves"

Miguel Alejandro Alderete Recio vive con su madre, de 81 años, en un inmueble colindante al edificio que sufrió el derrumbe y que costó al menos un víctima mortal

Alderete cuenta que lleva 16 años en ese local, colindante con la edificación que colapsó, pero aclara que antes vivía en esa misma esquina que se vino abajo en la noche del jueves. (14ymedio)
Luz Escobar

18 de diciembre 2021 - 18:24

La Habana/A las nueve de la noche de este jueves 16 de diciembre, víspera de San Lázaro, en casa de Miguel Alejandro Alderete Recio y su madre, Rosalba, de 81 años, se escuchaba el programa de radio Nocturno. Un estruendo rompió la tranquilidad. Un muro de la casa colindante, en la esquina de las calles Ángeles y Monte, se había derrumbado. Los vecinos salieron a la calle para buscar posibles víctimas bajo los escombros. Llegaron las ambulancias, la policía y los bomberos. Encontraron el cuerpo sin vida de un transeúnte, Rolando León.

Alderete está intranquilo, habla del susto que vivió en ese momento y tanto su mente como su cuerpo todavía lo siente, su voz también. Este viernes, pasadas las cuatro de la tarde, colaba café para una visita y, después de despedirla, conversó con 14ymedio sobre la angustia y el disgusto que le ha quedado tras el derrumbe.

"Yo lo vi todo", dice, y sus manos se desplazan arriba y abajo en el afán de querer señalar cada grieta en el techo, cada humedad, cada pared a punto de venirse abajo. El ruido de la céntrica avenida, acrecentado por los trabajos de una grúa y decenas de curiosos que todavía se acercan para ver qué pasa, se apaga cuando se cruza la puerta de Monte 429.

Alderete cuenta que lleva 16 años en ese local, colindante con la edificación que colapsó, pero aclara que antes vivía en esa misma esquina que se vino abajo en la noche del jueves y que, estando "allá arriba", siempre tuvieron "orden de albergue", para trasladarse a uno de esos locales de alojamiento temporal. Recuerda que el lugar estaba en "pésimas condiciones" y que un día a uno de sus hermanos "se le hundió el pie en el piso de tal forma que se fue para abajo por completo". Asegura que si no hubiera sido por una viga con la que tropezó, "se va completo".

A raíz de ese incidente, las autoridades llevaron a toda la familia a un local cercano pero sin ventilación y fue entonces cuando le ofrecieron ir para donde viven hasta el día de hoy.

"Al momento nos metieron aquí abajo, fue como en 2005 o 2006, tuvimos que hacer tremenda limpieza y habilitar el local mínimamente para vivir. Al año de estar aquí nos dijeron que iban a demoler la parte de arriba pero no vinieron hasta hoy, que pasó lo que pasó. No demolieron en su momento y mira la demolición ahora, después que ya hubo un muerto", lamentó Alderete.

También recuerda que una vez una guagua chocó contra una columna de la fachada y la tumbó completamente. "La cabeza de la guagua dio contra la puerta, por suerte no había nadie ahí en ese momento pero a un señor que hacía guardia ahí, que vive aquí al lado y se llama Claudio por poco lo matan", aseguró.

Cuenta que a raíz de la columna que se cayó "pusieron dos palos ahí y hasta el sol de hoy" estaba igual. "Eso fue hace 10 años y nunca más se ocuparon... ¡ah! Pero ahora que ocurre este derrumbe enseguida vinieron a quitar los palos viejos y poner los nuevos, ¿hay que esperar por eso?", se pregunta. "No, no hay que esperar que haya fallecidos", se contesta a sí mismo.

"Entonces después dicen que uno es contrarrevolucionario pero no, hay que decir la verdad. Yo estoy obstinado, aquí después del derrumbe todavía no ha venido nadie a saber de nosotros, los que llegaron fueron los obreros de demolición pero de Vivienda aquí no ha venido nadie, yo estoy muy disgustado", sentencia enojado.

Por un momento su disgusto se convierte en indignación, le gustaría expresar su descontento en la calle pero teme por la salud de su madre: "¿Tú sabes por qué no me he tirado para la calle? por mi mamá que está ahí y que ayer tuvieron que llevársela para el hospital Calixto García porque tenía la presión en el piso, se puso muy nerviosa. Sentimos el estruendo y yo abrí la puerta y salí, entonces es que veo el movimiento y el derrumbe, a los pocos minutos se la tuvieron que llevar en ambulancia".

Rosalba, que escucha toda la conversación desde una silla dice: "Antes yo vivía ahí donde se derrumbó, ahora me siento mejor, pero me asusté tanto que me dio taquicardia". A su hijo le preocupa mucho la salud de su madre y las consecuencias que pueda traer para ella vivir en tan malas condiciones. "Así mismo mi mamá se me jode también, es demasiado, 81 años tiene esa señora y yo estoy rezando por que ella, antes de cerrar los ojos, vea su casita, lo único que yo añoro es que pueda algún día vivir como las personas".

Este hombre, que ha trabajado por 28 años en el antiguo Tencent de la calle Monte, primero como cocinero y ahora como dulcero, no entiende por qué "hay que esperar que se caiga La Habana" para tomar las decisiones correctas. "Los del Gobierno vienen aquí a Quisicuaba, ayer estuvieron ahí con Silvio Rodríguez, pero aquí nadie ha venido", criticó, refiriéndose a la entrega del Premio Nacional de Cultura Comunitaria al cantautor, que tuvo lugar el mismo día, muy cerca del derrumbe.

Recuerda que cuando el tornado, "se motorizó La Habana completa y le dieron casa al momento a los afectados" y se indignó cuando vio por el noticiero que el asilo de ancianos de Diez de Octubre, que llevaba como nueve años cerrado, enseguida lo habilitaron para 70 familias. "¿Hay que esperar que pase el tornado para hacer eso?: No, eso es una falta de respeto total".

Este hombre no se queda mirando cada grieta sin hacer nada, pero considera que los trabajos que lleva ese inmueble son tan extensos que escapan a sus posibilidades. "Yo he tirado una pila de derretidos (mezcla para impermeabilizar) en ese techo para contener el agua pero es demasiado, siempre se hacen grietas y el derretido dura un mes y después es filtraciones y filtraciones. No puedo esperar por ellos porque siempre es la misma baba y nunca hacen nada, es demasiado".

"Repito, por mi mamá no me tiré el 15 de noviembre, por mi mamá, no me tiré el 11 de julio, y por mi mamá no me tiré de ayer para hoy. Solamente por esa señora es que me detengo, porque si yo me tiro para la calle a ella le da algo. ¿Hasta cuándo?, uno aquí de noble, esperando y ellos haciendo lo que les da la gana, no, yo estoy muy disgustado", insiste.

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