Médicos enfermos y hospitales saturados, el "virus" se extiende a todo el territorio cubano

Arbovirosis

Después de meses de inacción, las autoridades sanitarias alertan del alza "exponencial" del chikungunya y el dengue

El huracán Melissa no solo dejó techos rotos, inundaciones y apagones interminables, también complicó el panorama sanitario que ya era grave antes del evento ciclónico.
El huracán Melissa no solo dejó techos rotos, inundaciones y apagones interminables, también complicó el panorama sanitario que ya era grave antes del evento ciclónico. / Girón
14ymedio

07 de noviembre 2025 - 15:41

La Habana/“En mi trabajo hay 14 médicos, enfermeros y miembros del personal convalecientes con los nuevos virus”, dice a este diario una trabajadora del policlínico Doctor Cosme Ordóñez Carceller, en el municipio habanero de Plaza de la Revolución. “La mayoría de mis colegas están enfermos”, añade, y confiesa sentirse “saturada” por la cantidad de casos diarios que debe atender en el centro médico.

Tamara Alonso, quien vive en Lawton, nos escribe: “Aquí todas las familias han tenido por lo menos a una persona con la enfermedad, como mínimo. En mi cuadra todo el mundo lo pasó y aún lo están pasando. En mi casa somos tres, y las tres lo pasamos. Tengo además un amigo que fue hace cuatro días al Vedado, y me contaba que por (la avenida) 23 casi todos caminaban en modo robots. Es horrible el durante y el después”.

La crisis sanitaria tiene en jaque a todo el país. El Hospital Pediátrico Docente José Martí Pérez, de Sancti Spíritus, ha aumentado su capacidad ante el aumento de arbovirosis en la provincia. Así, han sumado 20 camas a las 152 que ya tenían, según contó a Escambray su director general, Ramón Aquino Lorenzo, y se reforzaron las áreas del cuerpo de guardia y de enfermería. El médico pide a la población “no quedarse en casa” y “acudir en las primeras horas al médico para prevenir las posibles complicaciones que puedan aparecer en este tipo de patologías”, algo a lo que suelen resistirse los cubanos, sobre todo, por la escasez de medios y reactivos en los centros de salud.

La noticia, publicada este viernes en el diario provincial, y otras más en los medios oficiales sobre la emergencia sanitaria, reflejan la repentina preocupación de las autoridades luego de meses ignorándola. En Adelante, se alertó este jueves de un alza “exponencial” en Camagüey de los padecimientos transmitidos por el mosquito Aedes aegypti, especialmente chikungunya y dengue. En la capital de la provincia, se registra “un promedio diario de 450 personas con síntomas febriles y un índice de infestación acumulado de 2,16”.

La escena que describe parece sacada de la película distópica 'Juan de los Muertos'

También este jueves iniciaron los ensayos clínicos del medicamento Juzvinza, destinado al tratamiento de las “manifestaciones inflamatorias articulares que persisten en muchos pacientes una vez superada la infección” de chikungunya. La doctora Perla María Trujillo Pedroza, especialista en Medicina General Integral en el Policlínico Manuel Piti Fajardo de Santo Domingo (Villa Clara), que se había manifestado muy críticamente por la inacción de las autoridades ante la epidemia, agradeció el anuncio de las pruebas –“¿Tarde? Sí, pero algo es mejor que nada”, escribió en su muro de Facebook–, aunque pidió “seguir trabajando en la prevención, sobre lo cual muy poco se ha hecho”. 

Muchos cubanos en el exilio están angustiados con la situación de sus familiares en Cuba. “Unos tíos míos en Cruces, Cienfuegos, están todos en cama”, dice a este diario una cubana residente en EE UU. “Son gente muy mayor, de 89, 91 y 94 años. La que quedaba en pie era una hija de 69 y cayó enferma esta semana”. La escena que describe parece sacada de la película distópica Juan de los Muertos, del cubano Alejandro Brugués: “De día, en la parte del pueblo donde viven, no se ve ni un alma en las calles. Todo el mundo está convaleciente. Y en la noche, sin corriente como casi siempre, solo se escuchan los quejidos. En el silencio se oye a la gente lamentándose de los dolores”. 

El huracán Melissa no solo dejó techos rotos, inundaciones y apagones interminables, también complicó el panorama sanitario que ya era grave antes del evento ciclónico. Las arbovirosis –dengue, zika, chikungunya, el más reciente oropouche, y otras no reconocidas aún– ya no son eventos estacionales, sino que forman parte de la vida cotidiana en barrios donde el agua se estanca sin llegar a los depósitos de los hogares, la basura se acumula aunque el Gobierno pose para las fotos en los “trabajos voluntarios” y el saneamiento depende más de la inventiva vecinal que de la gestión de las autoridades.

La madre de Duannis León Taboada –preso político del 11J–, denunció que su hijo está enfermo desde el miércoles y que todavía no ha recibido asistencia médica. “Mi mayor temor llegó. Mi hijo se encuentra preso injustamente y lo atrapó el maldito virus. Él está con fiebre y vómitos y muchos dolores”, escribió Jenni Taboada. Su mensaje transmite incertidumbre y desesperación: “¿Qué quieren, que muera? Estoy sumamente preocupada por la vida de mi hijo”, concluyó.

La opacidad en Cuba forma parte del modelo político. La Isla fue durante décadas un referente regional en vigilancia epidemiológica. Hoy, se habla de “control de focos” pero no de tasas de incidencia. Se afirma que “hay reactivos disponibles”, mientras pacientes y médicos confirman en voz baja que los diagnósticos dependen de la suerte o de los contactos que se tengan en el sector sanitario.

Las arbovirosis encuentran terreno fértil en una población sin defensas ni condiciones mínimas de higiene

Tamara Moisés, vecina de Santiago de Cuba, hizo una extensa publicación en sus redes sociales sobre el deterioro crítico de las condiciones de vida tras el paso del huracán, con un impacto directo en la proliferación de las arbovirosis. Según su testimonio, la ciudad lleva más de nueve días sin saneamiento, con basura y ramas acumuladas, alcantarillas obstruidas y una explosión de mosquitos y jejenes. En su calle, con pocas viviendas, ya se reportan 17 casos de chikungunya.

Moisés atribuye la expansión y gravedad de estas enfermedades no solo al entorno insalubre, sino a un deterioro inmunológico generalizado provocado por la mala nutrición, que describe como “hambruna”. Señala también el desabastecimiento crítico de alimentos, medicinas y agua potable, además de los apagones interminables, la falta de gas para hervir agua y las farmacias sin medicamentos básicos.

El testimonio alerta sobre un posible agravamiento de la crisis sanitaria con riesgos de brotes múltiples, incremento de tuberculosis y enfermedades asociadas a la desnutrición, en un contexto que la santiaguera describe como un “estado fallido” e “inhumano”, donde las arbovirosis encuentran terreno fértil en una población sin defensas ni condiciones mínimas de higiene.

Los medios estatales hablan de “batallas antivectoriales”, “movilizaciones comunitarias” y “lucha del pueblo junto a las autoridades”. Pero en esas crónicas nunca aparece el detalle esencial: ¿cuántos enfermos hay? ¿En cuántos municipios? ¿Con qué velocidad crecen los contagios? ¿Cuántos fallecimientos realmente se atribuyen a complicaciones por arbovirosis y cuántos se diluyen en categorías clínicas genéricas?

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