En octubre, varios rumores se convirtieron en hechos confirmados
Informe
El virus y los hospitales saturados, los cacerolazos en Baire y el disparo de un policía a un niño de 13 años, todo era cierto
La Habana/Los virus dominaron las conversaciones de octubre en Cuba. Entre el dengue, el chikungunya y el oropouche, la salud se convirtió en el epicentro de las especulaciones, alimentadas por el secretismo del Ministerio de Salud Pública. Las redes sociales se llenaron de nombres, fotos y mensajes de duelo por presuntas víctimas de estas enfermedades, mientras crecían los reportes de hospitales colapsados.
La falta de transparencia institucional –sin partes epidemiológicos ni cifras claras de fallecidos– dio fuerza a la idea de que el brote es más grave de lo que se admite. La opacidad, una constante en tiempos de crisis sanitaria, reavivó las comparaciones con la pandemia de covid-19 y dejó flotando una certeza: en Cuba la desinformación también es contagiosa.
A esa ansiedad sanitaria se ha sumado en los últimos días el paso del huracán Melissa. En las redes sociales se han multiplicado las historias de comunidades arrasadas por las crecidas repentinas de ríos, de familias incomunicadas y terrenos anegados por el aliviadero de presas que se abrieron sin previo aviso. Con esas publicaciones se ha ido tejiendo un mapa paralelo del desastre que contrasta con el tono triunfalista de los reportes oficiales.
Con esas publicaciones se ha ido tejiendo un mapa paralelo del desastre que contrasta con el tono triunfalista de los reportes oficiales
En el terreno político, las miradas se posaron en Oscar Pérez-Oliva Fraga, sobrino-nieto de los Castro, tras su repentino ascenso a viceprimer ministro. Su promoción reavivó los comentarios sobre una posible sucesión interna en el poder, con Miguel Díaz-Canel ya desgastado por la crisis económica y la impopularidad. En grupos de WhatsApp y Telegram, su nombre circuló junto a la palabra "reemplazo" y el señalamiento de que "la familia siempre es la familia", en alusión al nepotismo del que ha echado mano con frecuencia el castrismo.
Las tensiones sociales tampoco quedaron fuera de los dimes y diretes. Hubo numerosos reportes de protestas y cacerolazos. Si en Baire, Santiago de Cuba, la historia se confirmó con los videos filmados por los propios manifestantes que gritaban "¡Libertad!" y "¡Queremos comida!", en otros casos solo quedan breves textos, sin imágenes, pero suficientes para mantener viva la idea de que el descontento crece y se expresa cada vez con más frecuencia.
Algunos rumores, sin embargo, pasaron del terreno de la especulación al de la noticia comprobada. Fue el caso de los albergues de estudiantes de Medicina en Matanzas, usados como salas improvisadas para acoger a niños ante el colapso del Hospital Pediátrico Eliseo Noel Caamaño. Lo que empezó como una bola en Facebook terminó confirmado por 14ymedio, lo que demuestra que, muchas veces, en Cuba el rumor es solo una verdad adelantada.
En un país donde la economía es un secreto de Estado, tampoco faltaron las teorías geopolíticas. La más extendida aseguraba que Nicolás Maduro había "sacrificado" a Cuba para no irritar a Donald Trump, reduciendo los envíos de petróleo a la Isla a cambio de una tregua informal con Washington. En paralelo, los videos de buques estadounidenses en el Caribe alimentaron fantasías sobre la huida de la cúpula chavista hacia La Habana, los pactos de último momento y las maniobras para evacuar las riquezas desde Miraflores a la Isla, todas sin confirmar, pero irresistibles para una población que lleva décadas interpretando el silencio del poder como un lenguaje cifrado.
La más extendida aseguraba que Nicolás Maduro había "sacrificado" a Cuba para no irritar a Donald Trump, reduciendo los envíos de petróleo a la Isla
El fuego también tuvo su cuota de misterio. El incendio en la Empresa Pesquera Industrial La Coloma, en Pinar del Río, fue presentado oficialmente como un accidente, pero no tardaron en surgir versiones que hablaban de un sabotaje, alimentado por el rechazo a los ingresos en divisas para el régimen, que exporta anualmente toneladas de langostas, mientras los cubanos han visto desaparecer de sus mesas los productos del mar.
Lo que comenzó como una bola muy preocupante terminó siendo pura certeza: el caso de un policía en Camagüey que disparó a un niño de 13 años. Al principio, parecía solo otra historia inflada por el descontento popular, hasta que el Ministerio del Interior confirmó el hecho con una nota breve, sin ofrecer detalles del agente implicado. Fue la última prueba de octubre de que, en Cuba, las especulaciones no son solo chismes: son el sustituto de la información, la respuesta natural de una sociedad que ha aprendido a sospechar antes que a creer.