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De la tienda en divisas al mercado negro cubano, la nueva ruta del suministro informal

La reventa de los alimentos y productos de aseo de las tiendas en MLC se vuelve un próspero negocio

Una gran parte de la sociedad cubana critica la apertura de las tiendas en MLC, otros han visto crecer sus recursos con estos comercios. (14ymedio)
14ymedio

20 de diciembre 2020 - 16:41

La Habana/Al salir de la tienda pasa la tarjeta magnética a la hermana que espera todavía en la cola. No solo comparten la forma de pago en La Arcada, un comercio en divisas en el Boulevard habanero, sino que también reparten las ganancias de la reventa informal de desodorante, detergente y champú, los productos que escasean en la red en moneda nacional.

Hasta hace un año, Natacha y Nadia -nombres cambiados para esta historia- eran unas prósperas mulas que hacían varias veces al mes el viaje entre La Habana y la Ciudad de Panamá. "Pero llegó la pandemia, los vuelos comerciales se cancelaron y tuvimos que reciclarnos", explica Natacha a 14ymedio.

Al principio, cuando el cierre de los aeropuertos parecía algo por corto tiempo, siguieron vendiendo las mercancías que tenían acumuladas de sus últimos viajes, después pasaron a hacer las largas colas para comprar pollo y otros alimentos que ofertaban a mayor precio a "varios clientes dispuestos a pagar lo que fuera para no estar cinco horas" a las afueras de una tienda, detalla Nadia.

Pero "la salvación llegó en julio", explica esta habanera de 38 años con dos hijos pequeños. "Cuando viajaba a Panamá tuve la buena idea de hacerme una cuenta bancaria allí y tiene una tarjeta de débito Visa que me sirve para comprar en las tiendas en divisas donde venden comida y también productos de higiene".

"Cuando viajaba a Panamá tuve la buena idea de hacerme una cuenta bancaria allí y tiene una tarjeta de débito Visa que me sirve para comprar en las tiendas en divisas donde venden comida y también productos de higiene"

Las hermanas comenzaron a prepararse para su nuevo negocio desde que, a través de los medios independientes, supieron que la venta en moneda libremente convertible (MLC) iba a extenderse también a los alimentos y mercancías deficitarias como el jabón, el detergente de fregar y las almohadillas sanitarias para mujeres.

Sin embargo, fue el discurso de Miguel Díaz-Canel confirmando la apertura de estos comercios en divisas el que funcionó como el disparo de arrancada. "Nada más que terminó de hablar, apagué el televisor y comencé a llamar a mis contactos para decirles que me podían hacer encargos que yo tenía una tarjeta en dólares para comprar en esos lugares", explica Natacha.

Desde entonces, la red de clientes ha ido creciendo y ambas hermanas han desarrollado un método para no exponerse demasiado. "Vamos cada semana a dos tiendas diferentes y así rotamos para no ir solo a una, no vaya a ser que algún empleado nos denuncie y nos acusen de revendedoras o de acaparadoras", dice Nadia. "Estamos ganando más que cuando viajábamos a Panamá".

Las tiendas en divisas han generado un hondo malestar entre amplios sectores. Ante la avalancha de quejas populares por las diferencias sociales que ahondan estos mercados, el ministro de economía, Alejandro Gil, intentó calmar los ánimos y aseguró que la apertura de tiendas en divisas para la venta de alimentos y productos de aseo era "una decisión de justicia social y de socialismo".

"Un mercado desabastecido no capta divisas", explicó entonces el ministro para referirse a lo que muchos cubanos han catalogado como un "apartheid monetario" que divide a la sociedad entre quienes tienen dólares para adquirir productos en estos comercios y los que deben conformarse con la red de locales en moneda nacional.

Pero en la misma medida en que una gran parte de la sociedad cubana critica la apertura de estas tiendas en MLC, otros han visto crecer sus recursos sirviendo como puente entre la mercancías en dólares y los ansiosos clientes que no encuentran estos productos en las tiendas en pesos cubanos o convertibles.

"Empecé comprando solo champú, pero ahora ya me avisan enseguida que sacan papel sanitario, suavizador para el pelo, café o cerveza", explica a este diario Humberto, un comerciante con un pequeño puesto en la calle Galiano donde, según su licencia, solo podría vender objetos vinculados a las religiones afrocubanas, pero a unos metros de la mesa con collares y pulseras que exhibe en la puerta de su casa, tiene "de todo", se ufana.

Apilados debajo de una escalera Humberto le muestra a los clientes máquinas de afeitar desechables, tintes para el cabello, paquetes de varias marcas de café, aceite, salsa de tomate importada, lavavajilla y grandes cantidades de productos para la limpieza del hogar, la cocina y los baños. "No haga la cola, yo la hago por usted y si no tiene tarjeta en dólares, yo también la tengo por usted", advierte.

Una de las grandes ventajas es que "en las tiendas no les importa si tu carné de identidad dice un nombre y la tarjeta otro, así que además de vender estos productos alquilo la tarjeta a personas de confianza"

La tarjeta magnética de Humberto se la mandó un hermano que vive en España. "De su propia cuenta bancaria sacó una tarjeta de débito que me mandó y la idea original es que me pasara la remesa que le manda a mi madre cada mes por ahí y yo la sacaba del cajero, pero nunca imaginé que este plástico iba a ser la manera en que me iba a ganar la vida".

Una de las grandes ventajas, según el comerciante informal, es que "en las tiendas no les importa si tu carné de identidad dice un nombre y la tarjeta otro, así que además de vender estos productos alquilo la tarjeta a personas de confianza", explica. "Por cada dólar que gasten me tienen que pagar 1,25 CUC y hay días en que esta tarjeta entra hasta diez veces a una misma tienda".

Humberto opina que, a pesar de todos los controles que rigen la venta en las tiendas en pesos, en los comercios en divisas todo está "más relajado". La razón para cierta laxitud es, a su juicio, muy evidente: "quieren dólares y los quieren a toda velocidad, por lo que no se ponen a mirar de dónde vienen o quién los tiene". La ruta de quienes tienen MLC parece una carretera sin obstáculos.

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