Libros cubanos de septiembre: las listas de Emilio Cueto; una recreación digital de Martí y Mañach
Libros de septiembre
Joaquín Roses interpreta a Sarduy, un francotirador llamado Alberto Garrandés y Rafael Rojas publica su versión de 'La historia como arma'
Salamanca/1. El coleccionista. Los escritores cubanos no sospechan cuánto le deben a Emilio Cueto. O sí sospechan e incluso lo saben, pero no lo dirán. Cueto padece lo que Eco llamó el vértigo de las listas. Es un enumerador pertinaz. Le gusta recopilar –hay algo animal en esa conducta– y clasificar. Le gusta poner a disposición de los otros su trabajo, una generosidad casi anticubana.
Cueto carga con sus libros por toda Cuba y los va dejando en las bibliotecas que importan. Esa labor de autor-cartero lo acerca a Desiderio Navarro, que también iba repartiendo su revista Criterios ante la mirada suspicaz de rectores y decanos. La colección que Cueto lleva semanas regalando por toda la Isla, bajo el sello de Editorial UH y probablemente pagada de su bolsillo, es su enésimo intento por abrirle los ojos al país.
Fuentes para el estudio de la presencia de Cuba y los cubanos en la literatura de ficción extranjera es un título que parece puesto por Les Luthiers o por un aburrido editor. Hay que dejar a Cueto explicar que esos tres macutos –extremadamente valiosos– son parte de un gran proyecto en tres partes: Cómo nos cuentan, Cómo nos cantan y Cómo nos pintan,y que si le alcanza la vida para acabarlos serán su mejor legado.
El inventario dará pie a muchos otros libros. En sus páginas aparecen Kipling y Vargas Llosa, Balzac y Maiakovski, Ida Vitale, García Márquez y hasta Paulo Coelho. El primer tomo –dedicado a la poesía y disponible para descarga gratuita– tiene nada menos que 4.435 entradas.
El inventario dará pie a muchos otros libros. En sus páginas aparecen Kipling y Vargas Llosa, Balzac y Maiakovski, Ida Vitale, García Márquez y hasta Paulo Coelho
2. Martí y Mañach. En la tónica del rescate está también Linkgua, la editorial que mezcla inteligencia artificial con la lectura natural. Este mes tienen entre sus novedades dos clásicos vinculados con Martí: su formidable Diario de Montecristi a Cabo Haitiano –del que Cabrera Infante criticaba que el castrismo lo llamara “de campaña”– y El Apóstol, la canónica biografía de Jorge Mañach desaparecida de las librerías cubanas. Gracias a lo que Linkgua llama lectura expandida, quien acceda a ambas puede interactuar con una recreación digital de Martí y de su biógrafo.
3. África. La misma editorial publica Cincuenta y un pattakíes afroamericanos, de Simeón Teodoro Díaz, y Tratado de Ifá, de varios autores. Ambos volúmenes arrojan luz sobre la santería cubana y su dimensión no solo religiosa y ritual, sino también cultural. “El Tratado de Ifá”, explican los editores, “es esencial para el babalawo experimentado que busca profundizar en los matices del saber, para el aleyo que inicia su camino y necesita una guía fiable, y para todo estudioso de las religiones afrocubanas que desee comprender la riqueza filosófica de Ifá”.
4. Ruido parásito. Escritor heterodoxo y radicalmente original, si la cultura cubana tiene un francotirador es Alberto Garrandés. Sus textos aparecen sin previo aviso en las revistas independientes y sus libros –igual de inclasificables que el autor– se han hecho frecuentes en las editoriales del exilio. Unplugged (Casa Vacía) recoge parte de su trabajo en prosa, escrito, en palabras de Orlando Luis Pardo Lazo, con el “ruido parásito” de La Habana como fondo.
Aunque Severo Sarduy comenzó como poeta y siempre escribió, por decirlo así, desde “el reino de la imagen”, la crítica se ha concentrado siempre en su narrativa y su ensayismo
5. Fugaz y disfrazado. Aunque Severo Sarduy comenzó como poeta y siempre escribió, por decirlo así, desde “el reino de la imagen”, la crítica se ha concentrado siempre en su narrativa y su ensayismo. Libertad vigilada (Verbum), de Joaquín Roses, se propone abordar de manera sistemática al autor de sonetos en clave barroca y de largos poemas cosmogónicos. A Roses le interesa explorar a un artista que trabajó como ningún otro poeta cubano la geometría, la astronomía, el cromatismo y la religión.
6. Novelas. En el nombre de la rusa (Bokeh), de la santiaguera María Cristina Fernández, no es una novela sobre monjes criminales. Sí trata de la vida y la muerte, y sus personajes ponen en práctica un mantra: “Podría vivir sin libros, pero no puedo vivir sin esa luz”. En cuanto a Martina querida (Sequoia), de Roberto Méndez, narra la vida de la poeta camagüeyana Martina Pierra de Poo. Todo es tradicional en esta novela, incluida la forma, de diario.
7. Latinoamericanos. La historia como arma fue el ensayo con el que Manuel Moreno Fraginals asustó a más de un burócrata en 1966. Rafael Rojas, cuya trayectoria ha sido tan poco ortodoxa como la de Fraginals, retoma el título para su más reciente libro, publicado en México por Siglo XXI. Rojas vuelve aquí a los temas que han marcado su trabajo: la Guerra Fría, su impacto en América Latina, el sentido de los términos derecha e izquierda, y Cuba y México, los dos países que siente como suyos.