Los cubanos gastaron más dinero en las pymes que en las empresas estatales en 2024
Economía
Las medidas restrictivas del Gobierno y la crisis energética están frenando el crecimiento del sector privado
La Habana/Un informe publicado esta semana por la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) reveló que, en 2024, las pymes privadas asumieron el 55% de las ventas minoristas que realizaron los consumidores cubanos. El dato se mide en cantidades de dinero gastadas, por lo que es imposible determinar si realmente se compraron más productos a los particulares que al sector estatal, o si se trata solo de bienes más costosos, pero confirma una realidad evidente: el consumidor cubano acude más a las empresas privadas.
Con un 45% del consumo –ese 5% de diferencia no parece relevante sobre el papel, pero en la práctica representa más de 70 millones de pesos en venta minorista–, el Estado parece perder fuelle y la consultora privada Auge, creada al calor del deshielo con Washington para asesorar a los empresarios cubanos, se lo achaca a varias razones.
En primer lugar, señala, desde que en 2021 el Gobierno autorizara la creación de pymes, esta modalidad de negocio vivió un crecimiento que solo cuatro años después ha perdido velocidad. Hasta 2024, se aprobaron cerca de 11.000 pymes, se registraron 470.000 trabajadores por cuenta propia, 5.000 cooperativas no agropecuarias y 1.080 proyectos de desarrollo local.
Todavía hay políticas que frenan a los negocios particulares, como el monopolio del Estado sobre ciertos sectores
La cantidad de actividades que estaban autorizados a desarrollar también creció de 127 a más de 2.000, si bien en este aspecto, señala Auge, todavía hay políticas que frenan a los negocios particulares, como el monopolio del Estado sobre ciertos sectores. “La oferta de servicios como electricidad, transporte público, telecomunicaciones, educación y una parte de la gastronomía siguen siendo estatales. Otras ventas como la de combustibles, son de monopolio estatal, lo que significa que aunque crezcan o disminuyan las ventas, la participación del Estado siempre será al 100%”, explica.
En segundo lugar, subraya la consultora, “la oferta estatal, fundamentalmente de bienes básicos, se ha contraído notablemente desde la pandemia”. Aunque hace uso de la excusa del embargo, Auge señala la mermada venta de productos alimenticios, bebidas alcohólicas y cigarros, ropa y calzado, materiales de construcción y artículos para el hogar.
En muchos de estos sectores, si no en todos, los privados han dado el paso adelante y tienen mejores y más variadas ofertas, con mercancías casi siempre importadas y de mejor calidad que las que puedan producirse en la Isla. Por el contrario, los mercados y tiendas estatales –protagonistas de decenas de crónicas y reportajes de la prensa estatal e independiente– sufren un desabastecimiento crónico.
La Isla es “muy sensible” a los cambios en el mercado internacional
La dependencia del Estado de las importaciones –ampliamente criticada incluso por voces del Gobierno– es otra “deformación estructural” que atenta contra la capacidad del Estado de granjearse la mayor parte de las ventas minoristas. Según Auge, esto hace que la economía de la Isla sea “muy sensible” a los cambios en el mercado internacional.
La Onei no distingue entre productos de factura nacional o comprados en el extranjero, pero “un ejercicio de observación de los bienes de consumo de tiendas de ambos sectores indica que una abrumadora parte de la mercancía se compra en el exterior”, señala la consultora. El dato no es un secreto: el pasado febrero solo las importaciones desde Estados Unidos fueron de 47,6 millones de dólares, un 75% más que el mismo mes del año anterior.
Aun así, el Estado es incapaz de suplir la demanda de productos básicos, una brecha que los privados han aprovechado para imponer sus propios productos.
El crecimiento del sector privado se ha ido desacelerando en los últimos años como consecuencia de las medidas gubernamentales tomadas en su contra
No obstante, el crecimiento del sector privado se ha ido desacelerando en los últimos años como consecuencia de las medidas gubernamentales tomadas en su contra. El primer descenso se registró a finales 2024, cuando se cuantificaron 222 pymes menos de las que había en septiembre de ese año.
Aunque era lógico que el desmesurado ritmo de crecimiento del primer o segundo año no fuera sostenible, la tendencia debería haber sido de nuevas aperturas moderadas, como se produjo a principios del pasado año. La crisis energética ha representado un golpe duro para estos negocios, pero han sido las medidas legales –como la prohibición de venta mayorista o la obligación de importar a través de empresas estatales– las que han forzado a muchos privados a anunciar el cierre de sus empresas.
El Gobierno también ha limitado la participación en pymes a residentes en la Isla, ha topado precios y puso fin a las exenciones tributarias que beneficiaban a las empresas de nueva creación.
A finales de junio de 2024, se decretó además un tope a los beneficios máximos que el sector privado puede obtener sobre los bienes o servicios que venda al Estado, fijado en el 30% desde el 1 de julio.