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"Yo no puedo ser hipócrita con mi creación. Si quieren otras letras que me dibujen otro paisaje"

El rapero independiente reivindica su derecho a retratar la realidad pese a la censura

Cuando a los 17 años se quedó solo en casa, Osmany Padrón la transformó en un espacio musical disponible las 24 horas. (14ymedio)
Luz Escobar

20 de mayo 2019 - 16:42

La Habana/La primera vez que Osmany Cero Cero (Osmany Padrón Giscard) subió a un escenario tenía apenas 14 años, pero salió de allí premiado como mejor artista novel. Fue en 1998 cuando para él todavía el rap era tan solo una afición y no una razón para vivir. Su compromiso con esta música lo ha llevado, de hecho, a adquirir otro, esta vez más político. El último disgusto que le ha tocado pasar es la detención de su amigo, el también rapero, Maykel Osogbo, hoy en prisión tras pedir el fin del decreto 349 en La Madriguera.

"Maykel es mi amigo, hemos pasado varias batallas juntos, y cuando me llamó a cantar en el lanzamiento de su disco en solitario le dije que sí. Ahí hablamos del 349, que desde que descubrí no acepté. La creación debe ser libre. El 349 es meterte en una finca, dejar que te pongan límites", defiende. Osmany Padrón considera que las autoridades han buscado algún delito del que acusar a Osogbo pero no lo han encontrado.

"Ahí hablamos del 349, que desde que descubrí no acepté. La creación debe ser libre. El 349 es meterte en una finca, dejar que te pongan límites"

"Pensaron que apagándolo a él apagaban a todos, pero al contrario", cuenta el rapero, que participó junto a otros colegas en un concierto por Osogbo. "Lo que nunca vamos a perder es la esencia. Todos sabíamos que estábamos en riesgo, pero no podemos perder la esencia. Uno se hace más fuerte cuando sabemos que somos unos pocos los que defendemos nuestras ideas. Si tú no me das vida, con qué vida yo voy a vivir. En el rap todo siempre ha sido contra viento y marea".

Cuando repasa su carrera, recuerda que desde que llegó a Alamar, con solo seis años, se sintió identificado con un grupo de personas que aunque "no tenían espacio para expresarse" y reflejar lo que se estaba viviendo en el país eran muy creativos. Su madre trabajaba entonces como recepcionista de la Casa de la Cultura del barrio. "Ella fue la que me ayudó a vincularme al arte, algo que era desconocido para mi hasta ese momento. Estaba en plena adolescencia y lo mío era la calle".

"Primero empecé a mirar las presentaciones de los poetas y raperos en las peñas de la Casa de la Cultura. Estaba Doble filo, Amenaza... muchísimos grupos". En los inicios todo era un juego. Eran tiempo difíciles para la economía y "tenía que salir a buscar dinero, inventando para poder comer".

Cuando a los 17 años se quedó solo en casa, la transformó en un espacio musical disponible las 24 horas. "Lo primero que hice fue conseguir una computadora, cuando entonces apenas había en centros de trabajo, pero yo vendí el refrigerador de mi casa para comprarme una", recuerda.

El jefe de sector llegó a visitarlo por aquella compra. "Pensaba que iba a pagarme una embarcación para irme del país, pero le dije que tan solo quería tener dinero para ser rapero. El tipo se echó a reír".

"Pensaba que iba a pagarme una embarcación para irme del país, pero le dije que tan solo quería tener dinero para ser rapero. El tipo se echó a reír"

Junto con el rapero el Poeta Lírico creó un proyecto llamado Este Industrial en el que se llegaron a reunir más de 30 agrupaciones de rap, tanto de Alamar como de fuera. "Logramos, gracias a mi mamá, tener todos los sábados en la Casa de la Cultura de Alamar una peña. De ahí salieron grandes grupos.

Las peñas de Este Industrial comenzaron a tener éxito y su sentido comunitario también fue creciendo. "Comenzamos a dar talleres de rap en mi casa. Aquello se llenó de grafitis, se convirtió en un espacio cultural".

Por aquellos años, otro proyecto artístico independiente marcaba el ritmo del ambiente cultural de Alamar, Omni Zona-Franca, y con ellos buscaron unir sinergias.

"Le pedíamos mucha asesoría a Amaury, de Omni, que era el proyecto inicial sobre la cultura alternativa. Nos fuimos conectando y todos los diciembres en Poesía sin fin estaba el proyecto Este Industrial". Tampoco faltaban en otros eventos relacionados con el hip hop y el rap, como los festivales de rap de Alamar o el Festival de Rotilla.

A principios del nuevo milenio otro actor irrumpió en este panorama para marcar el proyecto, el grupo Los Aldeanos, un dúo que, a pesar de la censura sufrida por sus letras apegadas a la realidad del país y sus críticas con el Gobierno, ganó no solo al público seguidor del género, sino también la simpatía de muchísimos otros cubanos.

Invitar a Los Aldeanos a participar en el proyecto Este Industrial le dio no pocos quebraderos de cabeza. "Fue una semana muy tensa. Me mandaban a buscar cada cinco minutos a la Casa de la Cultura". La directora de la institución le llegó a decir un día antes del evento: "Me han llamado hasta de la Agencia Cubana del Rap, que los que iban a cantar eran unos opositores al Gobierno pero yo te di mi palabra y el concierto va. Ahora, tienes dos opciones: o es la última vez que Este Industrial se presenta aquí, en vivo o el concierto no va". "Yo le dije simplemente: 'el concierto va'", recuerda.

Esa decisión le costó a Padrón su puesto como artista aficionado perteneciente a la Casa de la Cultura pero logró que pudieran cantar sus invitados. "En pleno concierto se tiró la Seguridad del Estado, el Partido, la Brigada de Respuesta Rápida... y tuvimos que cancelar porque nos bajaron el breaker de la electricidad. Había una multitud de personas ahí que merecían ver el espectáculo completo. Como el audio lo habíamos alquilado nosotros, llevamos todo para mi casa y allá terminamos. Imagina, en un edificio de Alamar más de 300 personas y con la calle llena de policías... pero lo hicimos. A pesar de todo fue un éxito ese concierto".

Esa decisión le costó a Padrón su puesto como artista aficionado perteneciente a la Casa de la Cultura pero logró que pudieran cantar sus invitados

Desde aquel día, Osmany Padrón tuvo que convertirse en un artista ciento por ciento independiente.

"Yo quería salvar el proyecto aunque fuera sin la Casa de la Cultura, comenzamos a hacer las mismas peñas en mi casa. La sala se quedó sin muebles, le puse un escenario de madera y ahí hacíamos la peña. Por ahí pasaron artistas como Danay Suárez, Doble filo y muchos más. Comenzábamos a las seis y, para no molestar a los vecinos, ya a las once terminábamos. Fue un espacio muy necesario porque sirvió para unirnos, lo creé para enlazar esas ideas que no podían expresarse en otros lugares. Me sirvió para aprender que todo el mundo tenía inquietudes que no puede expresar y por eso invité a expresarlas en mi casa. Hice también el estudio para grabar y funcionó más siendo independiente que cuando estaba en la Casa de la Cultura. Podía recibir a cualquiera a cualquier hora y grabar lo que quisiera cada cual. Fue un espacio de libertad de expresión".

Todo eso acabó a partir de 2009. La paternidad mantuvo un año apartado de todo a Osmany Cero Cero y, además, Este Industrial había dejado de existir porque surgieron "problemas interpersonales y miserias humanas", que nada tenían que ver con "el espíritu de hermandad" del que nació.

Un año después regresó con su nuevo disco, Pueblo. "Después de eso empecé a participar de nuevo en eventos independientes y, producto de eso, me llegó una convocatoria de la Agencia Cubana del Rap para preguntarme si quería ser miembro, sin necesidad de hacer audición. Dije que sí y empecé a trabajar en difundir lo que era el verdadero hip hop, el de la calle, para darle un espacio en la institución y ver cómo funcionaba. Creé algunos espacios en los barrios y me apoyaron algunas personas y artistas de la Agencia porque les gustó que mi trabajo estuviera más enfocado en la comunidad que en los teatros", relata.

Durante el lanzamiento de su siguiente disco, Reflexionando un poco, volvieron los problemas. Realizó su lanzamiento en Los jardines del Teatro Mella, espacio en el que podía actuar porque ya era parte de la institución. Sin embargo, le quitaron el audio. "Seguí trabajando sin audio, no podía quedar mal con el público. Tampoco podía cantar Barquito de papel. Ellos fueron a ver a Cero Cero, no a una persona que se deja manipular, que se deja influenciar sobre qué cantar y qué no".

El suceso le supuso la expulsión de la Agencia Cubana del Rap en noviembre de 2017, apenas un año después de su ingreso

El suceso le supuso la expulsión de la Agencia Cubana del Rap en noviembre de 2017, apenas un año después de su ingreso. Su contrato fue cancelado, le dijeron, porque ya no era de su interés continuar desarrollándolo como artista.

"Estos dos últimos años han sido muy duros, porque la Seguridad del Estado ha recrudecido la vigilancia sobre mí. Nunca he pertenecido a ninguna organización opositora, lo que siempre he defendido es el hip hop y el rap cubano. Pero el rap que me toca, reflejo lo que estoy viviendo. Yo no puedo ser hipócrita a mi creación, si quieren otras letras que me dibujen otro paisaje".

A pesar de todo, Padrón ha seguido trabajando de manera independiente. Ha encontrado apoyo en proyectos alternativos, como el Grupo de San Isidro, personas como Amaury Pacheco, Sandor, Rasta o en los conciertos que hace David D´Omni en su casa. "Ahora no existe invitación para cantar en una peña de raperos, ni siquiera en las independientes".

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