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“Cuando consigamos que se haga justicia podremos edificar una sociedad nueva”

Cuatro años después de la muerte de Oswaldo Payá, su viuda, Ofelia Acevedo, reivindica su legado

Mario J. Pentón/Luz Escobar

22 de julio 2016 - 10:59

Miami/Su nombre aparece tatuado en la piel de un grafitero cubano o sugerido en la letra L, formada por el ángulo entre el dedo índice y el pulgar, que cada vez se extiende más entre los que piden democracia. La herencia de Oswaldo Payá Sardiñas (1952-2012) y Harold Cepero (1980-2012) pervive en la nación por la que se gastaron y entregaron. Cuatro años después del trágico accidente que sesgó sus vidas, y que la familia y organizaciones internacionales han catalogado como un ajuste de cuentas del aparato represivo cubano, 14ymedio conversa con Ofelia Acevedo, viuda del expresidente del Movimiento Cristiano Liberación.

P. Hace apenas unos días se conmemoró un año de la reapertura de embajadas entre Estados Unidos y Cuba ¿Podría estar más cerca la justicia en el caso de Harold Cepero y Oswaldo Payá?

R. El restablecimiento de relaciones diplomáticas ha sido bueno. Está claro que el Gobierno cubano es el que no quiere continuar con el proceso normal hacia donde debería llevar este acercamiento. Por otra parte, la justicia es un paso importantísimo para lograr un cambio verdadero en la nación cubana. Para mirar hacia adelante en nuestro país necesitamos justicia. La tradición cristiana lo deja bien claro: si hay un reconocimiento de la verdad, habrá justicia y perdón. Una vez conseguida la justicia podremos hablar de reconciliación entre los cubanos. Debemos buscarla los cubanos, empezando por reclamar nuestros derechos. Es un paso clave para el futuro. La injusticia más grande es privar de los derechos al pueblo cubano, por eso hay tanta miseria y no se progresa. Los derechos humanos son naturales e inherentes a la persona. Cuando consigamos que se haga justicia podremos edificar una sociedad nueva, por eso es importante que este crimen no quede impune.

P. ¿Cómo ha afrontado la familia la pérdida de su esposo?

R. Somos una familia muy unida. Nos queremos muchísimo y lo extrañamos cantidad. Vivimos de la fe, que nos sostiene. Por ella creemos que es posible la verdad, la justicia, la democracia para nuestro pueblo. Todo el trabajo de Oswaldo está impregnado de mucha esperanza, de una esperanza cristiana. Esa es la que ayuda a seguir en medio del ambiente adverso en que a veces vivimos. Oswaldo creía mucho en el mejoramiento humano y en la persona, como decía Martí. Buscaba caminos para darle herramientas a los cubanos para decidir su futuro. Él entendía que el cambio comenzaba por la capacidad de decidir. Afirmaba que el diálogo era el único camino para el cambio en Cuba, un diálogo sin condicionamientos y sin exclusiones entre todos los cubanos.

"Afirmaba que el diálogo era el único camino para el cambio en Cuba, un diálogo sin condicionamientos y sin exclusiones entre todos los cubanos"

P. ¿Cómo percibe la oposición cubana cuatro años después de la muerte su líder más prestigioso?

R. En Cuba hay más opositores probablemente que los que había en Europa central en el año 1989. La oposición cubana ha hecho un gran trabajo. Sabemos que el Gobierno y los servicios de inteligencia crean topos, construyen figuras, infiltra los grupos, difama, chantajea a los opositores. Eso ha existido y existe, son intransigentes con los que no piensan igual y tienen el valor de levantar la voz para expresarlo. Los cubanos que queremos cambios debemos dejar de pensar en nosotros mismos y pensar en los demás, pensar en el pueblo cubano. Hay que olvidarse de los egoísmos y llegar a donde está la gente para explicar cuáles son los pasos y que comience a exigir sus propios derechos, porque ellos son los que deben de decidir. Debemos acompañar a la gente en eso.

P. ¿Qué ha pasado con el Movimiento Cristiano de Liberación tras la muerte de Oswaldo Payá?

R. El Movimiento recibió un golpe muy fuerte con la muerte de Oswaldo y de Harold. Ya desde antes las persecuciones eran muy fuertes contra ellos. Era el movimiento que más presos políticos tenía y todos fueron desterrados a España sin opciones de quedarse. En estos momentos, dentro de Cuba, el MLC está diezmado, esa es mi impresión. La represión contra ellos ha sido y es muy fuerte.

P. ¿Cómo ha sido la experiencia de exilio para su familia? ¿Regresarán a Cuba?

R. Nunca mi familia pensó exiliarse. Tras el asesinato de Oswaldo tomé la decisión de exiliarme por mis hijos, porque la Seguridad del Estado se enfocó en mi hijo mayor. A mi hija, Rosa María, le impidieron comenzar a trabajar en un centro de investigación para el que ya tenía plaza. Yo me aterroricé y decidí salir por ellos. Los amigos, los vecinos, todos estaban aterrorizados, porque todo el mundo sabía lo que había ocurrido y ellos gozan de total impunidad.

Estoy trabajando como profesora y pensando cuándo podré regresar a mi país. Quiero regresar a Cuba, pero espero que las cosas mejoren porque me cuesta muchísimo tener que enfrentarme con ellos. Les tengo un rechazo muy grande. Saber que tengo que lidiar con ellos es muy difícil, por lo que están haciendo, por lo que hicieron, por lo que han hecho sufrir a mi familia y a nuestro pueblo.

P. ¿En qué estado se encuentran las investigaciones sobre la muerte de su esposo? ¿Han llevado adelante alguna acción judicial en la Isla?

R. El único encuentro que yo tuve con ellos [la Seguridad del Estado] fue una semana después del entierro de Oswaldo. Me citaron para preguntarme si yo iba a pedirle indemnización a Carromero (dirigente de la organización juvenil Nuevas Generaciones del Partido Popular de Madrid, que conducía el auto en el que murió Payá y fue condenado por homicidio involuntario). Yo les dije que no aceptaría su versión y que deseaba hablar con los sobrevivientes. Eso jamás me lo concedieron. El código penal cubano no da chance a las víctimas. A mis hijos no los dejaron entrar al juicio, que ellos habían anunciado como público. Hubo una represión inmensa en Bayamo. No pudimos llevar adelante ninguna acción judicial porque un abogado amigo de la familia dijo que no había chance para reclamar nada, debido al código penal.

Pedí la autopsia al hospital y al Gobierno. Nunca me la han entregado. Hablé con la Seguridad del Estado, con Medicina Legal. Todos me dijeron que el hospital tendría que entregarme el informe. El director del hospital, a las seis de la tarde, después de haber hecho cuanto trámite era posible, me dijo que me los enviaría por correo y me dio un número de teléfono. El número no funcionaba y la autopsia aún la estamos esperando. Le escribí al ministro de Salud Pública. Rosa María intentó entregar la carta a la embajada cubana, pero ni siquiera la dejaron llegar a la sede diplomática. Luego enviamos la carta en Cuba y tenemos el acuse de recibo, pero nunca han contestado.

"El Gobierno cubano lucha por destruir la esperanza de los cubanos"

P. ¿Qué ha dicho Aron Modig (exlíder de las juventudes del partido cristianodemócrata sueco que también viajaba en el auto en el momento del accidente) sobre el día en que murieron Payá y Harold?

R. Modig sostiene su posición. No recuerda nada hasta el momento de llegar al hospital. Es una selectiva pérdida de la memoria. A mí hay cosas que a veces me molestan de los medios, porque hablan del accidente, cuando todos sabemos que eso fue un asesinato. Un informe de la organización internacional Human Rights Foundation y otro que hicieron profesores de física de la Universidad Internacional de la Florida demuestran que es imposible que las cosas ocurrieran como el Estado cubano expone.

P. ¿Qué legado han dejado Oswaldo Payá y Harold Cepero?

R. La sangre de luchadores por la libertad es semilla de hombres libres. Esto se aplica a Harold, a Oswaldo, a todos los que han dado la vida por los derechos humanos. La sangre de la gente inocente, que entrega su vida por los demás, no se derrama en vano. A Oswaldo le tiraban los carros encima cuando iba en la calle. Uno sabe que expone la vida, pero cree que nunca pasará nada, hasta que pasa. Nosotros seguimos luchando por darle al pueblo cubano la posibilidad de decidir, que fue la lucha de Oswaldo. El Gobierno cubano, en cambio, lucha por destruir la esperanza de los cubanos.

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