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La paz se vuelve esperanza para pueblo acostumbrado al conflicto en Colombia

Visita técnica del proceso de verificación en las zonas de desarme de las FARC. (@ComisionadoPaz)
Christian Escobar Mora

28 de agosto 2016 - 18:16

Corinto, Colombia/(EFE).- En los pueblos y campos del departamento colombiano del Cauca, hasta no hace mucho feudos de la guerrilla de las FARC, el alto el fuego definitivo que comienza este lunes llena de esperanza a quienes han padecido el conflicto, muchos de ellos, indígenas.

Una señal de que los tiempos han cambiado está en los muros de las casas de la localidad de Corinto, en la zona montañosa del Macizo Colombiano, donde tradicionalmente las FARC pintaban letreros con amenazas y advertencias a la población, y ahora aparecen frases como "Cese al fuego bilateral" o "No más desplazamiento por causa de la guerra".

Sin embargo, en otros lugares el rostro del fundador de las FARC, Pedro Antonio Marín, alias "Tirofijo", todavía aparece impreso en tinta roja sobre las señales de tráfico en la carretera que conduce a Corinto, pueblo que tuvo que sufrir numerosos ataques de la guerrilla, uno de los cuales dejó nueve militares muertos en noviembre de 2009.

Pensar en una paz que nunca han conocido llena de ilusión a la gente, y a ella se aferran porque no quieren seguir viviendo en medio de tiroteos y explosiones

Pensar en una paz que nunca han conocido llena de ilusión a la gente, y a ella se aferran porque no quieren seguir viviendo en medio de tiroteos y explosiones a los que llegaron a acostumbrarse, como aseguró a Efe Idalia Ospina, comisaria del Resguardo Paez de Corinto.

"Para una comunidad como nosotros es muy bueno, porque hemos sido una de las más afectadas por el conflicto armado pues hemos puesto nuestros hijos como víctimas ya que la guerra nos ha afectado de una u otra manera", manifestó Ospina.

El Cauca, situado en el suroeste del país, es uno de los departamentos con mayor proporción de indígenas, especialmente los pueblos Paeces, al que pertenece Ospina, y los Guambianos, y es también la región de Colombia con más conflictos de tierras.

La líder indígena se aferra a Dios para pedirle que lo que se ha acordado en La Habana se haga realidad "porque es que a veces se habla muy bonito pero si vamos a ver la realidad acá en nuestro resguardo a veces no se cumple", dijo.

Ospina reconoce sin embargo que desde hace tiempo están más tranquilos, aunque no del todo, pues en julio de 2015, días antes de que las FARC declararan el último alto el fuego unilateral, un hostigamiento al Ejército les dio un nuevo susto.

"Hemos podido dormir más tranquilos porque no tenemos el hostigamiento de la guerrilla, ni hemos vuelto a escuchar a nuestra espalda los 'tatucos' (explosivos fabricados por los rebeldes) y las balas", comenta.

"de noche no se podía dormir y de día no se podía trabajar, en todo momento sonaban las balas, y ya se le volvía a uno costumbre"

Recuerda claramente el ataque de 2009 al puesto de Policía. "Vi muchos soldados muertos y es algo aterrador", dice para agregar que en esos tiempos "de noche no se podía dormir y de día no se podía trabajar, en todo momento sonaban las balas, y ya se le volvía a uno costumbre".

Para Luis Alberto Fiscué, una de las autoridades del Cabildo Paez, la paz es un hecho, aunque se presenten algunas disidencias en las FARC.

"Pensamos que los líderes y los comandantes de esa organización (FARC) están hablando con sinceridad con el Gobierno nacional, creemos eso y tenemos esa seguridad", afirmó Fiscué a Efe.

Añadió que los disidentes son los que están mal acostumbrados a vivir la vida fácil "pero ya son muy poquitos y entonces ya la comunidad está diciendo que a esos no les vamos a tener miedo porque la comandancia ya se entregó a la vida civil y van a entregar las armas", dijo.

La vida y los 71 años de edad le han permitido a Fiscué conocer a diferentes grupos armados y por eso habla con propiedad del Quintín Lame, del que cuenta que nació pensando en defender a las comunidades indígenas de los terratenientes que les habían arrebatado tierras y asesinaban a sus líderes.

"Pero después se hizo un análisis muy profundo y dijimos que como indígenas no íbamos a seguir luchando armados, sino más bien con la voz hacernos sentir, y por eso el grupo decidió desmovilizarse y terminar con ese movimiento armado", recordó sobre ese grupo que tomó el nombre de Manuel Quintín Lame, un líder indígena que en 1914 dirigió un levantamiento en el Cauca.

Fiscué también recuerda al Movimiento 19 de Abril (M-19), que también tuvo fuerte presencia en la zona en los años 80 y del que dijo que en comparación con las FARC "era más consciente" porque "no actuaban sin investigar cuando llegaba alguna queja de algún comunero, o algún líder, pero en cambio en las FARC no se investigaba" para hacer justicia por mano propia.

"Pero ahora ya se metieron en el proceso de paz y al diálogo con el Gobierno y nosotros somos de los más favorecidos en ese sentido, porque ya en los territorios se puede respirar en paz, ya se puede trabajar en paz, ya no se vive con esa zozobra de una bomba, ya llevamos más de un año en calma", manifestó.

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