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Familias de las dos Coreas se reencuentran entre lágrimas 60 años después

La surcoreana Lee Soon-kyu de 85 años se emociona al reunirse con su marido, Oh In-se, en el complejo turístico de monte Kumgang. (EFE/Yonhap)
Atahualpa Amerise

20 de octubre 2015 - 13:47

Seúl/(EFE).- Entre lágrimas, abrazos y antiguas fotografías, más de cuatrocientos coreanos del Norte y del Sur se reencontraron este martes con sus parientes del otro lado a los que no veían desde hace más de seis décadas, al inicio de la primera reunión de familias divididas en casi dos años.

Los participantes, 389 surcoreanos y 141 norcoreanos, miembros de 96 familias, se citaron en el salón de actos del complejo turístico de Kumgang, al sureste de Corea del Norte, donde comenzó la primera de las dos rondas del vigésimo encuentro de parientes desde 1985.

El encuentro se produce a raíz del reciente acuerdo entre los Gobiernos de Norte y Sur para poner fin a un intenso episodio de tensión y mejorar las relaciones bilaterales.

A medida que los ancianos tomaban contacto con sus familiares, a a los que no habían vuelto a ver desde la Guerra de Corea (1950-53), las lágrimas comenzaron a aflorar, tal y como mostraron las imágenes de los escasos medios surcoreanos presentes en el lugar.

Lee Heung-jong, norcoreano de 88 años, recibió en silla de ruedas a su hermana Lee Heung-ok, de 80, que le llamó "oppa" (hermano mayor)

Tras los primeros minutos de efusivos abrazos, sollozos y otras emociones no contenidas, los familiares comenzaron a hablar y a intercambiar fotografías y regalos.

Lee Heung-jong, norcoreano de 88 años, recibió en silla de ruedas a su hermana Lee Heung-ok, de 80, que le llamó "oppa" (hermano mayor en coreano) y esto le conmovió hasta el punto de comenzar a temblar sus labios.

El anciano finalmente estalló en lágrimas cuando la surcoreana Lee Jung-sok, de 68 años, se presentó como su hija a la que había perdido en plena confusión durante el conflicto armado y de la que no sabía nada desde entonces.

La Guerra de Corea, una de las más sangrientas de la historia con unos 3 millones de muertos según cálculos, dejó a cientos de miles de coreanos separados de sus familias por el paralelo 38, una inexpugnable frontera que cortó toda la comunicación posible entre ciudadanos de uno y otro país.

El primer gran conflicto bélico de la Guerra Fría no solo dividió a hermanos, padres e hijos sino también a jóvenes recién casados que, por diversas circunstancias, se vieron obligados a despedirse con la ingenua idea de volverse a ver tan pronto como cesaran las hostilidades.

Es el caso del norcoreano Chae Hoon-sik y la surcoreana Lee Ok-yeon, ambos de 88 años, que hoy se han vuelto a encontrar por primera vez desde que en agosto de 1950, él recibiera la orden de abandonar su hogar y prepararse para el combate.

Tras la guerra, Lee nunca abandonó la casa familiar que Chae había construido en la localidad de Moongyeong (al sureste de Corea del Sur) y ha vivido allí hasta ahora con el hijo de ambos, aferrada a la esperanza de que su marido regresaría algún día.

Las 96 familias reunidas este martes tendrán que conformarse con compartir algunos recuerdos y darse los últimos abrazos hasta el jueves, día en que tendrán que despedirse probablemente para siempre

Hoy martes los tres se mostraron visiblemente emocionados en su reencuentro, pero cuando Chae cogió de la mano a su esposa, ella rehusó. "¿De qué sirve ahora?, ya somos muy viejos", le dijo con un gesto de profunda tristeza.

Como un mal menor en el marco de la tragedia humana provocada por la división del país, las 96 familias reunidas este martes tendrán que conformarse con compartir algunos recuerdos y darse los últimos abrazos hasta el jueves, día en que tendrán que despedirse probablemente para siempre.

Los encuentros continuarán el sábado con una segunda ronda en la que otras 90 familias divididas se reagruparán durante tres días hasta el lunes.

Casi 19.000 coreanos de ambos países han participado desde 1985 hasta ahora en estas reuniones pero la mayoría de aspirantes, que suman centenares de miles, no han podido ver cumplido su sueño.

Los Gobiernos de ambas Coreas solo convocan estos eventos en épocas de distensión, por lo que muchos ancianos mueren cada año esperando en vano la preciada oportunidad de ver a sus seres queridos del otro lado de la frontera.

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