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La primera línea del antichavismo

La mayoría de las marchas opositoras son dispersadas por la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana antes de llegar a su destino. (@unidadvenezuela)
Marcel Gascón Barberá

21 de junio 2017 - 10:18

Caracas/(EFE).- Con los rostros enmascarados y protegidos con escudos improvisados se enfrentan a los perdigones y las lacrimógenas con las que las fuerzas del orden venezolanas dispersan las manifestaciones contra el Gobierno de Nicolás Maduro, en el marco de las que han muerto 75 personas.

Son jóvenes y salen a la calle para protestar por la escasez de alimentos y medicamentos, por la inflación galopante en el país y contra la hoja de ruta activada por Maduro para aprobar una Asamblea Constituyente que, a su juicio, permitirá al chavismo perpetuarse en el poder y esquivar el veredicto del pueblo.

"En la primera manifestación no esperamos nada de esto y fuimos sin máscara ni nada", cuenta a Efe uno de estos "guerreros", como son conocidos entre los opositores en Venezuela, que les consideran héroes frente al calificativo de "terroristas" al servicio de la agenda subversiva de "la derecha" que usa el chavismo para ellos.

"No pudimos llegar al sitio y cuando bajamos a la autopista llegaron los colectivos disparándonos con pistolas desde las motos", asegura el joven sobre los grupos de civiles chavistas, en ocasiones armados, que han sido acusados de abrir fuego contra los que marchan.

"Ese día me dije que no íbamos a permitir que nos atacaran así. No buscamos asesinar a nadie, solo queremos llegar al Consejo Nacional Electoral (CNE) o al Tribunal Supremo de Justicia a llevar nuestras solicitudes legales"

"Ese día me dije que no íbamos a permitir que nos atacaran así. No buscamos asesinar a nadie, solo queremos llegar al Consejo Nacional Electoral (CNE) o al Tribunal Supremo de Justicia a llevar nuestras solicitudes legales", explica uno de los integrantes de esa primera línea de choque opositora ante las fuerzas policiales.

Este caraqueño de 30 años con esposa y dos hijos y hace trabajos sueltos de cocinero tras renunciar a uno fijo en un restaurante que ya no le daba para vivir debido a la depreciación del bolívar.

"De mi profesión he sacado ideas para esta lucha. Primero utilizaba escudos de madera, pero las latas de las lacrimógenas los atraviesan fácilmente. Ahora he hecho escudos con bandejas panaderas, que son bandejas de metal microperforadas. Permiten ver a través y las bombas las abollan pero no las atraviesan", explica.

Junto a él se organiza para las protestas una veintena de personas, incluidos un agente de seguros, un profesor de educación especial y un comercial diabético, que no encuentra insulina en las farmacias y debe ingeniárselas para conseguirla en el mercado negro.

Hay también un arquitecto, cuya formación le ha permitido diseñar catapultas con el ángulo más efectivo, de 45 grados, y no faltan algunas mujeres. Enfundadas en las mismas ropas que sus compañeros varones, van igual al encontronazo con los efectivos armados.

El grupo se comunica por Whatsapp y trata de conseguir cascos, máscaras y cohetes pirotécnicos para quienes se enfrentarán a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía en la primera línea de las marchas, convertidas en batallas campales cuando militares y agentes cierran el camino hacia las instituciones contra las que protestan.

Este lunes se cumplieron 80 días del comienzo de las protestas. Una de las mareas más multitudinarias partió del municipio opositor de Chacao, en Caracas, donde se reunieron varios círculos de "guerreros".

A los cascos, escudos con mensajes por la "libertad" y contra el "hambre" y cohetes que sobresalían de las mochilas de algunos se sumaban, en algunos casos, palos de golf empuñados como armas.

"Venezuela es una dictadura en la que no hay alimentos ni medicamentos, que no quiere abrir un canal humanitario y donde la mortalidad infantil es más alta que nunca", sostiene con la cara tapada un estudiante, que dice ser hijo de un opositor que lleva varios años encarcelado.

El grupo se comunica por Whatsapp y trata de conseguir cascos, máscaras y cohetes pirotécnicos para quienes se enfrentarán a la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía en la primera línea de las marchas, convertidas en batallas campales

"Nosotros somos una línea de escolta para las marchas, para la gente que viene a manifestarse, estudiantes, gente de la tercera edad, mujeres embarazadas", afirma otro joven enmascarado mientras el mar de ciudadanos comienza a moverse hacia la sede del CNE.

La GNB impedía poco después el paso de manifestantes hacia el CNE y comenzaban los choques entre militares y guerreros.

La oposición informó de varios heridos por munición real y un joven de 17 años, Fabián Urbina, murió al ser alcanzado en el pecho por una bala en medio del caos. El ministro del Interior apuntó al "uso indebido y desproporcionado de la fuerza" como "hipótesis principal" del origen del disparo.

El cocinero, el comercial y otros jóvenes con sus escudos eran parte de la acción cuando se produjeron los hechos.

"La gente seguía hacia adelante. Entonces tú dices: aquí hay algo que va más allá del miedo, del poder, de todo. Ya no te da miedo enfrentarte a una pistola que te va a matar. Estás seguro que te va a matar e igualito vas de frente", dice el cocinero, aún afectado por lo vivido.

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