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Los comisarios culturales del régimen cubano descubren el 'podcast'

Cuba y la Noche

El suyo será “antifascista, anticolonial, antimperialista, latinoamericanista, caribeño y lezamiano”, anuncia Abel Prieto

El anuncio del ex ministro de Cultura apenas logró una docena de comentarios en Facebook, la mitad negativos. / Facebook
Yunior García Aguilera

20 de agosto 2025 - 09:02

Madrid/La Casa de las Américas ha decidido sumarse a la fiebre del podcast en Cuba. En sus perfiles de X y Facebook, el presidente de la institución, Abel Prieto Jiménez, anunció que comenzarán a publicar un programa quincenal, con un carácter “antifascista, anticolonial, antimperialista, latinoamericanista, caribeño y lezamiano”. Lo que no explicó el ex ministro de Cultura es cómo piensan encajar todo eso sin que el ajiaco explote en el estómago de los oyentes.

El régimen cubano mantuvo durante décadas el monopolio de la información. La llegada de internet —aunque tardía— empezó a quebrar su control sobre la narrativa. Conscientes de su derrota en la llamada “batalla comunicacional”, los estrategas del partido único lanzaron una ofensiva: no bastaban los perfiles anónimos, las llamadas ciberclarias. Era necesario fabricar creadores de contenido revolucionario, influencers castristas, youtubers de la hoz y el martillo, podcasters del comunismo tropical.

El propio presidente designado asumió su parte con Desde la Presidencia. Con esfuerzo —hay que reconocerlo—, Miguel Díaz-Canel logró leer el teleprónter sin parecer una versión primitiva de inteligencia artificial, ocultó sus tarjetitas del encuadre de la cámara y ensayó frases mordiendo un lápiz para disimular su pésima dicción.

No es un dictador millennial. Jamás se tomaría un selfi en la ONU, como hizo el salvadoreño Bukele. Díaz-Canel es un burócrata de la vieja escuela

No es un dictador millennial. Jamás se tomaría un selfi en la ONU, como hizo el salvadoreño Bukele. Díaz-Canel es un burócrata de la vieja escuela, aunque su esposa Liz Cuesta lo haya iniciado en las artes del botox. En su podcast prometió un julio “sin apagones”, una canasta familiar “con mejores perspectivas” y “mayor estabilidad” en el abasto de agua. La realidad demuestra que, así como el papel aguanta todo, el micrófono también resiste cualquier mentira que se le escupa.

No sorprende que el podcast de Prieto diga ser lezamiano. El cinismo y la hipocresía son características orgánicas del modelo heredado de los soviéticos. Los jóvenes reclutados por la Casa de las Américas tal vez solo usen a Lezama para alardear de lecturas difíciles, sin recordar que su Paradiso fue descalificado como “incomprensible” y “elitista”, “ajeno a la moral revolucionaria”, un “arte inútil para el pueblo”. Aquel a quien El Caimán Barbudo llamó “extravagante burgués” ahora inspira el podcast de los comisarios culturales.

Los títulos y presentaciones de los comunicadores oficialistas siempre buscan romper, chapear, rasgar. Con Filo prometen “rasgar la costura de la manipulación mediática”, Arleen Rodríguez Deribet tiene Chapeando bajito, aunque más que césped parece querer arrancar de raíz toda opinión discordante. Prieto, por su parte, pretende usar el lezamiano “rasguño en la piedra”, sin que quede claro si esa masa rocosa se refiere al sitio donde metieron las cenizas de Fidel Castro.

El menú oficialista es amplio, pero con un sabor bastante uniforme: elegías a la institución, análisis políticos desde un solo punto de vista y resúmenes de noticias pasadas por varios filtros ideológicos. En YouTube, iVoox o Spreaker, los resultados no son buenos. Desde la Presidencia rara vez supera unas centenas de visualizaciones, salvo picos coyunturales. Lo mismo ocurre con Chapeando. Dependen más de la maquinaria oficial que de una comunidad fiel.

En la otra acera, los podcasts críticos han construido audiencias sólidas y participativas

En la otra acera, los podcasts críticos han construido audiencias sólidas y participativas. En métricas públicas —seguidores, reproducciones, comunidad— los independientes llevan la delantera. Los estatales tienen la maquinaria, pero no logran retener audiencias. Los críticos, aunque enfrentando censura y con sus audiencias dentro de Cuba obligadas a usar VPN, construyen comunidades activas.

El anuncio de Prieto apenas logró 12 comentarios en Facebook, la mitad negativos. El intelectual cubano que firma , desde Madrid, con el seudónimo Fermín Gabor, pronostica que el podcast será más bien “una pedrada en el rasguño". Al menos, la producción de memes está garantizada.

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