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"I speak English", el 'boom' de las academias de idiomas en Cuba

Publicidad de una escuela de idiomas privada en La Habana. (14ymedio)
Rosa López

22 de abril 2015 - 06:30

La Habana/En la capitalina calle San Lázaro, entre puestos de pizzas y unos taxis colectivos que dejan una estela de humo, un reluciente cartel anuncia clases de inglés para todas las edades. En la puerta, una mujer de unos cincuenta años anota los detalles del curso y cuenta el dinero que lleva en la cartera. Años después de haber estudiado ruso, cuando la presencia soviética invadía la Isla, está decidida a hablar "la lengua del enemigo".

El boom de las escuelas de idiomas en Cuba no estalló con los anuncios del 17 de diciembre pasado, pero el anuncio del próximo restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington parece haber acelerado la tendencia. Cientos de miles de nacionales se lanzan a repetir "Mary is a girl" y "Tom is a boy", unos porque quieren emigrar, otros porque esperan encontrar una plaza de trabajo en el sector turístico.

Las nuevas flexibilizaciones para el trabajo por cuenta propia han contribuido a aumentar el número de licencias de profesores de idiomas. Los que ya hablan inglés han encontrado un filón para brindar sus servicios a los ansiosos aprendices que quieren poder expresarse –en el menor tiempo posible– en la lengua de Shakespeare. Lecciones intensivas para comunicarse en sólo tres meses o cursos de perfeccionamiento y obtención de vocabulario son algunas de las ofertas que se publicitan en el mercado de las lenguas.

Los anglohablantes nativos son los más demandados. Como Thomas, que llegó a Cuba para hacer un curso de fotografía en el Instituto Internacional de Periodismo y terminó casándose con una holguinera. "Ahora vivo aquí y trato de ganarme la vida con lo que mejor sé hacer", cuenta. "Todavía no he sacado un permiso, pero busco a gente con dinero que vaya a radicarse en Estados Unidos y que esté dispuesta a pagar por horas de conversación con un yuma", agrega.

Unos se lanzan al estudio porque quieren emigrar, otros porque esperan encontrar un trabajo en el sector turístico

Thomas garantiza acento neoyorkino, vocabulario empresarial y la fluidez necesaria para conseguir un buen trabajo. Si el estudiante se lo pide, salpica las conversaciones también con malas palabras o frases relacionadas con el sexo, para que "aprenda la vida real". Un profesor de lujo que además incluye en sus lecciones comentarios sobre películas recién estrenadas, lecturas de Hemingway y letras de canciones de Bob Dylan. "Soy la mejor opción que conozco para terminar hablando un inglés elegante y fluido", dice sin modestia mientras entrega su tarjeta a una posible cliente.

En Santa Clara, un joven veinteañero anuncia, entre las opciones del paquete de audiovisuales que vende de manera ilegal, una versión completa del conocido programa Rosetta Stone. "Tiene todo, los ejercicios, las clases y los módulos de vídeo", aclara a los potenciales compradores. Se trata de una copia pirata para quienes prefieren estudiar de forma autodidacta o combinar las clases con profesores y hacer las prácticas frente a la pantalla.

En el municipio habanero de Playa, una familia de exdiplomáticos que vivieron en un país anglosajón han abierto una academia de inglés para niños desde edades tempranas. "Los padres los traen hasta tres veces a la semana", cuenta María Eugenia, una de las solícitas profesoras que utiliza los juegos y un vasto archivo de imágenes para enseñarles a pronunciar "apple", "good morning", "I'm hungry". El salón de clases está adornado con juguetes y un enorme Mickey Mouse de peluche recibe a los infantes a la entrada.

La profesora cuenta que en los últimos meses las solicitudes de matrícula han aumentado. "Tenemos clientes que son hijos de extranjeros residentes y sus padres quieren que se mantengan practicando la lengua materna", pero también "hay familias que se preparan para emigrar o que intuyen que en el futuro el inglés será la segunda lengua más hablada en Cuba". Mientras, una niña repite a pocos metros "the cat is white" cuando le enseñan una lámina con una mascota de largos bigotes y ojos azules.

Las nuevas flexibilizaciones para el trabajo por cuenta propia han contribuido a aumentar el número de licencias de profesores de idiomas

En un restaurante de la Plaza Vieja, un camarero intenta explicar a un cliente estadounidense la diferencia entre el peso cubano y el peso convertible. El tema es complejo y el joven no tiene vocabulario suficiente para desenredar el entuerto de la dualidad monetaria en inglés. Hace muecas, eleva la voz y saca de su bolsillo un billete de un peso en moneda nacional. "This not working...", atina a decir en una lengua que recuerda al rudimentario lenguaje de Tarzán.

Muy cerca, dos chicas ríen a mandíbula batiente viendo la escena, pero el camarero no parece sentir vergüenza. "Aquí lo importante es comunicarse", les dice. Para obtener su trabajo, el joven camarero presentó un diploma de dominio del inglés.

Layren González es graduada de la escuela de hotelería y recibió clases de inglés durante más de tres cursos. "Se supone que debería hablar fluidamente, pero apenas logro articular una oración", se queja mientras revisa una copia offline del popular sitio de clasificados Revolico, en busca de un profesor de idiomas. "Los maestros privados tienen más recursos y se ocupan de manera personal de cada alumno, no es como esas aulas con veinte o treinta estudiantes en las escuelas oficiales", explica.

La Escuela Abraham Lincoln, ubicada en la avenida de los Presidentes, es la academia de idiomas más conocida de La Habana. En el pequeño jardín de la casona del Vedado señorea una hermosa escultura de Abraham Lincoln pero, dentro, las aulas son oscuras y las mesas se abarrotan. Las voces de los maestros se mezclan y todo el edificio parece una torre de Babel donde se oyen frases en inglés, alemán y portugués. Apenas hay proyectores para mostrar los audiovisuales y los alumnos pasan muy pocas horas mensuales en el laboratorio para ejercitar la pronunciación y la comprensión.

Practicar con los visitantes extranjeros puede ser más barato, pero conlleva el riesgo de que los policías detengan al alumno ambulante

Varios profesores privados se sitúan en las afueras del lugar para pescar en el río revuelto de la necesidad. "Te enseñó con el acento y el vocabulario de Inglaterra y te garantizo que en seis meses te puedes comunicar con un buen nivel", le dice un hombre canoso a un adolescente que no alcanzó a matricularse en la escuela.

La tarifa estándar para la enseñanza privada de idiomas es de un peso convertible la hora, aunque depende del nivel del estudiante y de la intensidad del curso. Practicar con los visitantes extranjeros que recorren las calles puede ser más barato, pero conlleva el riesgo de que los policías detengan al alumno ambulante por "molestar a los turistas".

La Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, que también ofrece cursos de inglés, se ha vuelto más atractiva con la distensión de las relaciones entre los dos países. "Ahora que ya nos hemos arreglado con los yanquis, me voy a matricular, porque antes tenía miedo de acercarme a este lugar", dice Ana Laura, que, a sus 17 años siente que su futuro está en el país del norte. "Quiero hasta olvidarme del español, regresar aquí un día y que me pase lo que a varios de mis amigos, que ya no recuerdan muchas palabras".

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