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De cancha deportiva a vertedero en el corazón de Matanzas

Crónica

El abandono de la instalación preocupa a vecinos y padres por los riesgos de insalubridad y accidentes

"Hoy la maleza va de punta a punta como una lamentable ganadora”, dicen los vecinos. / 14ymedio
Julio César Contreras

06 de octubre 2025 - 07:09

Matanzas/Desde su aula en la escuela primaria Abraham Lincoln, el profesor observa la deteriorada cancha de baloncesto al otro lado de la estrecha calle. Amaury no puede contar su adolescencia sin evocar ese espacio donde se reunía con sus amigos y que hoy está lleno de maleza. “No sólo jugábamos muchachos del barrio de Simpson, venía gente de La Marina y formábamos tremendos torneos”, recuerda, evocando aquellas tardes en las que pedía a su padre un poco de pintura negra o roja para retocar el tablero. 

“Nadie del Inder [Instituto Nacional de Deportes] se ocupaba de arreglar el aro o de marcar el terreno de juego. Lo hacíamos nosotros mismos por el deseo de pasarla bien”.

La cancha se levantó en el patio de un antiguo colegio católico intervenido por el Gobierno a inicios de los años 60. El edificio fue luego transformado en viviendas particulares, pero el tablero fijado a la base de cemento resistió al tiempo. “Cuando yo jugaba aún quedaban restos de una cerca de malla que, en cierta medida, protegía el perímetro colindante con la calle 2 de Mayo, pero con los años se llevaron hasta los tubos que servían de postes”, relata a 14ymedio Amaury, convencido de que el terreno es ya irrecuperable. “Aunque el piso era rústico, se podía driblar con la pelota. Hoy la maleza va de punta a punta como una lamentable ganadora”.

El maestro señala que las montañas de basura que se han acumulado en el espacio. / 14ymedio

El profesor recuerda que hasta hace pocos años los estudiantes de la Abraham Lincoln realizaban sus clases de educación física en esa cancha vecina. “Tenían un buen espacio para hacer ejercicios, además de que se les inculcaba el amor por el básquet. Eso duró hasta que la yerba cubrió la mitad del terreno y los padres se quejaron, con toda razón”. 

Ahora, los niños hacen sus prácticas en el patio de la escuela, sin condiciones mínimas. “A los directivos de Educación tampoco les importó que el área deportiva se perdiera. No es que yo esté encaprichado en ese asunto, pero ¿por qué se abandona un espacio que puede ser útil?”, se pregunta el maestro, que señala también las montañas de basura que se han acumulado en el espacio.

Hoy, el olor a la descomposición de los residuos bajo el sol marca el entorno de lo que fue una concurrida cancha. Sin camiones ni depósitos recolectores, los vecinos dejan los desechos en jabas de nailon o los tiran sin envoltura en la acera. “Ciertamente es una indisciplina social, pero qué otra cosa podemos hacer si los carros de Comunales no pasan por aquí”, justifica un residente a cuadra y media del lugar. “Es una lástima que esta área también sea usada como baño público”.

La cercanía del vertedero a la escuela incrementa el riesgo de infecciones entre alumnos y profesores. “Ya la queja no es por qué dejaron que se destruyera la cancha de baloncesto. Ahora lo urgente es sanear el área y mantener la limpieza”, reclama el vecino, padre de un niño de ocho años que estudia en la Abraham Lincoln. Asegura que los reclamos ante el Poder Popular han sido constantes, pero “todas nuestras gestiones han caído en saco roto. A fin de cuentas, los familiares de los dirigentes no están en esta escuela”.

Hay, además, otro peligro latente: la base de cemento que sostiene el tablero. “Está floja. Si por una fatalidad le cae a alguien encima, lo puede hasta matar”, advierte Alexis. “Le tengo dicho a mi hijo que no pase por esa acera, transitada diariamente por muchos niños y adultos. Pienso que lo más conveniente sería desmantelar lo poco que va quedando de la cancha. Es preferible quedarse con el buen recuerdo del pasado antes que guardar en la memoria un incidente lamentable”.

"Es preferible quedarse con el buen recuerdo del pasado antes que guardar en la memoria un incidente lamentable". / 14ymedio

La preocupación no es excesiva. Recientemente, en la ciudad de Matanzas, murió Michel Alejandro Cruz Aguiar, de 16 años, porque una portería del Ateneo Aurelio Janet le cayó encima tras desprenderse. Al momento del accidente, Michelín, como se conocía en el barrio a Cruz Aguiar, participaba en un juego de fútbol cuando la portería metálica se desprendió sobre él. “El tubo que le cayó encima pesaba mucho, cuando los otros jugadores fueron a ayudarlo pasaron mucho trabajo para quitarle el hierro de encima, lo sacaron del campo aún vivo pero llegó muerto al Policlínico Carlos Verdugo Martínez”, aseguró entonces a este diario un vecino.

El accidente reavivó los reclamos de los matanceros, preocupados porque “a ese terreno deportivo todos los días van muchos adolescentes y niños a practicar”. “Ese Ateneo no debió haber abierto sus puertas otra vez, porque es un peligro”, insistió el vecino en alusión a la supuesta remodelación que vivió el centro en 2021 después de que 12 años antes, en 2009, el desplome de la cubierta de la sala polivalente dejara varios heridos y obligara a cerrar sus puertas.

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