Cuba para 'influencers'

El autor dedica sus espinelas de esta semana a los turistas entusiastas de dictaduras ajenas

En el hotel Grand Packard de El Prado habanero, el coreógrafo Roclan González, director de Ballet Revolution, ofrece una clase de salsa a los 'influencers'. (Facebook/Enjoy Travel Group)
En el hotel Grand Packard de El Prado habanero, el coreógrafo Roclan González, director de Ballet Revolution, ofrece una clase de salsa a los 'influencers'. (Facebook/Enjoy Travel Group)
Alexis Romay

15 de julio 2023 - 14:31

Nueva Jersey/Clases de salsa y cocina

y viaje en catamarán

disfrutarán quienes van

a buscar arena fina

y esa rumba que termina

en un hotel de Gaviota,

en una playa remota,

en un viaje en almendrón…

hoy que esa Revolución

es el sueño del idiota.

Asiento en primera clase

–bueno, en clase ejecutiva–

y una propuesta atractiva

–un regalito, una frase–

abren la primera fase

que inicia el reclutamiento

de “jóvenes con talento”

que desean disfrutar,

con la junta militar,

la playa, el jolgorio, el viento.

Siete días por semana

han ido a comer langosta

que se pesca en esa costa

a la sombra de La Habana

–y que a la gente cubana

se le prohíbe el consumo–.

Siete días, a lo sumo,

se dan un buen atracón,

hoy que esa Revolución

es polvo, es metralla, es humo.

Una turoperada

–y una agencia de talentos

que anuncia a los cuatro vientos

que al fin ha llegado la hora

de viajar rumbo a la aurora

o el crepúsculo (da igual)–,

le ha ofrecido al General

de la junta militar

turistas que han de alegrar

al del cuerpo de tamal.

"Qué linda es Cuba, qué hermosa"

dicen con gran emoción

los turistas –de excursión–

en esa isla pavorosa.

Habrase visto tal cosa:

tamaña vergüenza ajena.

Ese régimen da pena,

pero le encanta al turismo.

Pioneros: el comunismo

engaña, mata, enajena.

Un desayuno de lujo

con huevos, fruta y café,

con una foto del Che

–que celebran, sin tapujo,

como presas de su embrujo

y su mito sanguinario–

buscan tapar el calvario

de Cuba en el comunismo,

para alegrar al turismo,

¡al turismo proletario!

Una excursión por un río

–que es un río ensangrentado,

por órdenes del Estado–,

con ese olor a rocío,

a tierra, tabaco y frío

y a nueva trova cubana

le mejora la mañana

al turismo irresponsable.

Y Cuba se jama un cable

por culpa de un tarambana.

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