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Los cubanos inventan soluciones de emergencia ante un apagón de más de 24 horas

Energía

Desde la cada vez más frecuente cocina de carbón hasta los aerogeneradores caseros, han echado mano del ingenio para pasar la crisis

En Sancti Spíritus, los residentes permanecían en los portales de sus casas y en las aceras en medio del apagón. / 14ymedio
Miguel García, Mercedes García

11 de septiembre 2025 - 11:44

Holguín, Sancti Spíritus, La Habana/“Tuve que usar mi triciclo eléctrico para darle carga a los ventiladores del niño”, cuenta desde Holguín Omar, que pasó la madrugada haciendo malabares para que su hijo pudiera dormir en medio del apagón nacional. El método, añade, es el mismo que ha utilizado en otras ocasiones cuando los cortes se alargan. El “invento”, en el que emplea el cable de la olla reina en la que cocina, lo ha salvado de pasar noches en vela por el calor o las picaduras de los mosquitos. 

Un día después de que Cuba cayera en el enésimo apagón total y con territorios todavía desconectados del sistema eléctrico nacional (SEN), la Unión Eléctrica se da con una piedra en el pecho: “El país pasó de un apagón total (0 MW) a 1.000 MW en menos de 24 horas”. La realidad de los cubanos, sin embargo, no es tan optimista. El país genera menos de un tercio de la corriente que necesitan en la máxima demanda y han debido recurrir, como siempre, al “invento”. 

Según el último parte compartido en las redes sociales de la empresa estatal, “el sistema avanza hacia la unificación nacional, enlazando Occidente y Centro con Oriente. El objetivo, añaden las autoridades, es enlazar los dos sistemas que lograron crearse durante la madrugada (entre Mariel y Matanzas, y entre Matanzas y Camagüey) entre sí y con el resto de territorios. En el transcurso del día, esperan, debería volver el SEN a su “normalidad”, que tampoco está exenta de apagones.

Mientras, para pasar la noche del miércoles y este jueves sin luz, los cubanos han recurrido a los métodos usuales para garantizar que las necesidades básicas estén cubiertas –como cocinar con carbón–, pero también han echado mano del ingenio. 

En Cienfuegos, donde esta mañana buena parte de los residentes ya tenían corriente gracias a la isla creada entre Matanzas y Camagüey, la jornada de apagón nacional obligó a las familias a desplegar sus mejores artefactos. El premio, por mucho, se lo llevan los aerogeneradores caseros, que los cubanos han fabricado para tener algo de electricidad en medio de los cortes. 

“Los aerogeneradores le hacen competencia a los paneles solares y he visto a muchas personas estudiar el método para instalarlos". / 14ymedio

“Los aerogeneradores le hacen competencia a los paneles solares y he visto a muchas personas estudiar el método para instalarlos. Yo me centré en instalar mis paneles, que son más sencillos de conectar. Los aerogeneradores llevan un poco más de ingenio”, cuenta a 14ymedio Guillermo desde esa provincia.

“He logrado ver algunos ya hechos de cerca y otros en construcción, y las hélices se hacen de cualquier cosa, pero las más comunes son de trozos de tanques de agua y plástico. Se escogen a conveniencia. Lo más difícil es el motor. La gente usa los de aires acondicionados, no de los que van en la pared sino de los split, más modernos”, refiere. Los alternadores de carros, añade, son otra opción frecuente.

Con un sistema de poleas y engranajes, una caja reguladora como la de los paneles, además de las hélices, “con cualquier vientecito se hace corriente”. La ventaja sobre la energía fotovoltaica, valora, “es que cuando se va el sol, todavía puedes seguir generando electricidad” y anoche los cienfuegueros hicieron uso del aparato.

El obstáculo, por otra parte, es dar con un experto que sepa montar el sistema de poleas y un buen soldador que instale la base en forma de prisma. Si no se hace bien, advierte, “una ventolera puede llevarse el aerogenerador”.

No obstante, en la Isla hay situaciones que el ingenio cubano no puede sortear. Es el caso de la atención médica, el transporte o la conservación de los alimentos, que se descomponen rápidamente sin refrigeración y con altas temperaturas.

En la capital –donde según la UNE “se corre el riesgo de retroceder en lo avanzado” en cuanto a la reconexión del sistema–, Mariana decidió, minutos después de que se anunciara la caída del SEN el miércoles, que no abriría más el refrigerador. Esta mañana finalmente pudo comprobar si la carne que guardaba se mantenía en buen estado cuando La Habana –siempre priorizada en las contingencias energéticas– recuperó parte del servicio. No obstante, pocas horas más tarde, a las 8:30 am, volvió a irse la luz.

Lo que más lamenta la habanera, sin embargo, no es el vaivén del servicio, sino el turno en la consulta oftalmológica que tenía programado. “Lo primero que pensé fue que se me había jodido el turno con el oculista después de pasar tanto trabajo para conseguirlo. Esta mañana, cuando vino la corriente, pensé que quizás no lo cancelaban y fui hasta el policlínico, pero al final no pudo ser”, lamenta.

Como ella, otros pacientes esperaban que el centro, ubicado en el municipio de Plaza de la Revolución, siguiera prestando atención con normalidad pero acabaron decepcionados. “Hay un encabronamiento generalizado”, asegura.

En Sancti Spíritus, el dolor de cabeza de Julia es otro: el transporte. “Después de la caída del sistema las guaguas amarillas eléctricas que quedaban en la calle dejaron de recoger pasajeros porque tenían que regresar a guardarse. Ahora no hay forma de que se puedan cargar”, lamenta ante la imposibilidad de trasladarse por la ciudad. 

Los espirituanos, relata, pasaron la tarde del miércoles apostados en los portales de sus casas o conversando en las aceras, una vista rara en una ciudad que parece, muchas veces, “abandonada”. Los más desesperados, asegura, “andaban como locos pidiendo dos o tres carbones para poder cocinar porque los cogió de imprevisto esta situación y las zonas con corriente en la ciudad se limitaban a los hospitales y el pediátrico”.

En Sancti Spíritus, los vecinos se pedían carbones unos a otros para cocinar. / 14ymedio

Con el apagón nacional, “lo primero que hice fue correr a buscar agua potable antes de que se acabara la que tengo en los tanques elevados. Cuando llegué al lugar en el que se colecta, había una cola como nunca había visto. Lo mismo sucedió con el pan de bolsita que venden cerca de mi casa”, rememora, vendido ahora a 280 pesos, en lugar de los 180 que cuesta normalmente. El miedo a que no pueda producirse el alimento en los próximos días disparó su precio. 

Por su parte, las autoridades se limitan a gestionar las jornadas lectivas, que han sido canceladas en algunas provincias hasta la próxima semana. En redes sociales, la Universidad de La Habana anunció este jueves que reestablecería el “sistema de protección para tiempos de contingencia energética”, una medida que obliga a estudiantes y trabajadores a hacer rondas para velar la sede educativa.

La orden, deja clara la publicación, es “el ahorro de agua y gas”. En cuanto a las comunicaciones, para las que hay disponible un grupo electrógeno, serán mínimas. 

A la par, todo el país espera que vuelva a arrancar la termoeléctrica Antonio Guiteras, la misma que causó la caída del SEN y, a la vez, la principal esperanza de que este se recupere.  

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