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Desafían a la policía política y exigen la libertad de sus hijos

Recopilamos las entrevistas de Yoani Sánchez con las madres de los presos del 11J, unos diálogos que recogen la desesperación y el coraje de unas mujeres que no

piensan cruzarse de brazos

Las madres de los presos del 11J no piensan darse por vencidas. (Facebook)
14ymedio

12 de julio 2022 - 11:53

La Habana/"La Seguridad del Estado nos visita y nos acosa pero nosotras vamos a seguir pidiendo la libertad de nuestros hijos". Las palabras de Migdalia Gutiérrez Padrón, madre de un joven de 21 años condenado por el 11J sin que existan siquiera pruebas de que estuviera allí, explican por qué entre más de 1.500 detenidos en las manifestaciones antigubernamentales de hace un año, apenas superan la veintena las familias que se atreven a alzar la voz.

Avisadas, advertidas y amenazadas, las madres, esposas y hermanas de los presos se han convertido en el eslabón más débil para la Seguridad del Estado, el blanco fácil al que pedir silencio para no empeorar las cosas. Pero la policía política no contó con que esos eslabones son también de hierro. Les ha faltado la pericia necesaria para entender que no serían las primeras madres del mundo que lucharon por sus hijos y consiguieron, tarde o temprano, llevar a genocidas, traficantes y asesinos al banquillo de los acusados.

Avisadas, advertidas y amenazadas, las madres, esposas y hermanas de los presos se han convertido en el eslabón más débil para la Seguridad del Estado, el blanco fácil al que pedir silencio para no empeorar las cosas

Durante varios meses, con la paciencia que requiere ganar la confianza de quien siente temor, la directora de 14ymedio, Yoani Sánchez, pudo entrevistar a las madres de algunos presos del 11J y a la esposa de uno de ellos que sufre también las consecuencias de tener un hijo ahora sin padre. Estas mujeres accedieron a contar dónde estaban sus seres queridos aquel domingo, cuando comenzaron las manifestaciones, cómo ocurrieron sus detenciones y se desarrollaron juicios esperpénticos, los dolorosos días en prisión y la esperanza frustrada de una apelación inútil. Algunas afirman que sus hijos ni siquiera participaron, otras reivindican que marcharan pacíficamente pidiendo libertad, otras no pueden creer que, aunque hubieran arrojado una piedra, se les haya sentenciado con más dureza que a asesinos y violadores.

Todas han sufrido teniendo que llevar comida y ropa a sus hijos y al verlos encerrados en condiciones indignas. Y aunque todas saben que su lucha es casi contra un muro, no piensan abandonarla. María Luisa Fleitas, una de nuestras entrevistadas y madre de un joven condenado a 21 años de cárcel, escribió: "Un hijo preso es una madre muerta". Pero ellas están lo suficientemente vivas para seguir peleando.

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