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El Estado cubano suspende los pagos a cientos de recicladores de latas y botellas

"Lo que va a venir pa' acá cuando haya plata va a ser tremendo"

Solo encuentran la puerta del punto de reciclaje cerrada y a la vista de todos el cartel con el slogan de la empresa: “Recuperamos valores”. (Collage)
Natalia López Moya

04 de noviembre 2021 - 20:06

La Habana/La Habana no tiene dinero para reciclaje. La empresa de Recuperación de Materias Primas de la capital argumenta que no se ha depositado el efectivo en el banco y no puede pagar a los recicladores, que día a día deambulan por las calles en busca, principalmente, de plástico, aluminio, hierro, cartón y botellas.

"Lo que va a venir pa' acá cuando haya plata va a ser tremendo. Más de 15 días la gente recogiendo y sin poder cobrar", prevé Germán, un jubilado que esta semana intentaba vender un saco con varias botellas de cristal frente al punto de recogida de Benjumeda y Retiro, en Centro Habana.

Germán cobra cada mes 1.700 pesos de pensión con los que apenas logra comprar comida para dos semanas. Estos días ha sobrevivido con la venta a particulares de botellas de ron y cerveza en su mayoría, que son reutilizadas por las minindustrias para envasar puré de tomate, ajo en pasta, mojito criollo y otras salsas.

También hay negocio con los bares y restaurantes, buenos clientes de los recolectores, ya que los comercios estatales donde adquieren cerveza les exigen entregar dos botellas vacías por una llena.

"La gente está para otra cosa, es mejor ser colero que vivir de esto, todo está caro"

"Ya no es como antes, que había mucha gente buscándose la vida así", explica Germán. "La gente está para otra cosa, es mejor ser colero que vivir de esto, todo está caro", dice con desánimo. Algunos de los recolectores que quedan en Centro Habana llegan hasta Benjumeda para vender las pocas cajas de cartón y las botellas de plástico que lograron recoger, pero solo encuentran la puerta del punto de reciclaje cerrada y a la vista de todos el cartel con el slogan de la empresa: "Recuperamos valores".

El oficio de recolector está legalizado como trabajo por cuenta propia. En 2019, del medio millón de licencias para ejercer el trabajo privado, unas 5.000 eran de recogida de materias primas que el Estado recompra en los más de 300 centros que posee en el país. Los recogedores de desechos deben pagar alrededor de 30 pesos al mes por su licencia, además de la Seguridad Social.

Pero también están los trabajadores que operan sin autorización alguna, como un trabajo extra y venden directamente a particulares. Ven la basura en la calle, la recogen y la meten discretamente en un pequeño bolso.

Luis Carlos, de 44 años y residente en Cerro, en una cuartería cercana al parque Manila, se ganaba la vida hasta hace unos dos años recogiendo latas de refrescos y cerveza de la basura. "Hasta inventé una manera de aplastarlas sin pasar tanto trabajo y lograba buen dinero, pero ahora ya casi no se puede vivir de eso", cuenta.

"Muchos de los productos que venían en latas han desaparecido. Sacan un poquito nada más en las tiendas cuando aparecen o ahora vienen en pomos de plástico o botellas de cristal", asegura. "Encontrarte una lata de refresco en la basura ahora es complicado porque hay muy poca oferta, y las familias que antes podían comprar ese producto ya no les alcanza el dinero para eso".

A la escasez de materia prima se suman las cartas de advertencia de los policías e inspectores que ahora han aumentado por la "propagación de epidemias". "Luego vienen las multas y hasta puedes ir un año preso", alerta Germán.

Con la caída del negocio, recicladores como Luis Carlos han decidido trabajar en la búsqueda de pomos plásticos. Los guajiros los compran para envasar el yogur que venden, pero tampoco es que se encuentren mucho y se pasa mucho trabajo zapateando La Habana para buscarlos".

Su esperanza es que con la reapertura al turismo, el próximo 15 de noviembre, vuelva a haber más latas en la basura y el negocio tenga otra vez sentido. "Pero por sí o por no me he pasado a hacer roscas a tubos plásticos y tubos galvanizados porque de las latas ya no puedo vivir", explica.

Los impagos a los vendedores de materia prima no son exclusivos de La Habana. "Llegabas después de semanas de trabajo y de resolver un transporte para llevar los sacos de latas o botellas y el local de pesaje y compra de materias primas estaba cerrado, o no estaban recogiendo por falta de dinero y la gente empezó a dejar de ir", explica desde Ciego de Ávila Niurka Primelles a este diario.

"Mi esposo y yo le comprábamos a los recolectores, empaquetábamos las latas y otros residuos metálicos y los llevábamos a vender. El negocio del reciclaje nos ayudó a terminar nuestra casita y vivíamos sin lujos pero sin problemas", recuerda ahora. "Un día dejamos un lote grande que nunca nos pagaron, cada vez que íbamos nos daban evasivas y así no se puede".

"Queremos volver al negocio del reciclado pero habrá que esperar porque aquí no están comprando materias primas hace rato"

"Había mucha desinformación y los listados de las casas de compra no eran precisos, un día llegabas y te decían que solo estaban comprando materiales ferrosos y al otro que solo cartón o botellas. La compra era inestable y eso hizo que muchos se quitaran de la recogida porque no podían garantizar luego de que el Estado les compraba el producto".

Ahora, la familia vende especias como comino, orégano y hojas de laurel que compra en grandes cantidades y envasa en pequeños sobres que cierran con una pequeña selladora que inventó. "Queremos volver al negocio del reciclado pero habrá que esperar porque aquí no están comprando materias primas hace rato".

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