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Un grupo de discapacitados se organiza al margen del Estado

Las barreras arquitectónicas son una constante en la vida de los cubanos que hace imposible la vida a muchas personas con discapacidad física. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

24 de julio 2017 - 15:42

La Habana/En un ómnibus repleto, dos mujeres discuten sobre quién tiene derecho al asiento para discapacitados. Mientras una lleva bastón, la otra exhibe el carné de la Asociación Cubana de Limitados Físicos Motores (Aclifim), un entidad oficialista con más de 74.000 asociados a los que exige requisitos ideológicos para mantener la membresía.

La Aclifim, junto a la Asociación Nacional del Ciego (Anci) y la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (Ansoc) se autodenominan Organizaciones No Gubernamentales. Sin embargo, las quejas sobre su sesgo político llevaron a un grupo de activistas a crear un grupo de apoyo a discapacitados sin ningún tipo de condición.

La Red de Cultura Inclusiva Cuba, creada el pasado año, tiene por delante un reto difícil en un país en el que queda mucho por hacer por la integración social de las personas con discapacidad. A eso se le suma la ausencia de un reconocimiento jurídico que permita a sus miembros trabajar bajo una cobertura legal.

"¿A qué organizaciones revolucionarias usted pertenece?", le preguntó la empleada que rellenaba su formulario

Juan Goberna, uno de sus fundadores, se despertó una mañana y ni siquiera fue consciente de que era de día. Tras varias operaciones que no lograron devolverle la vista decidió comenzar a usar bastón. En aquellos primeros días entre tinieblas se acercó a la Anci con la intención de recibir un curso de Braille y un programa de computación que leyera textos en voz alta.

Acompañado de su esposa, Goberna llegó a la oficina de la ONG en el municipio de Centro Habana con su carné de identidad en el bolsillo, cinco pesos en sellos y un certificado que lo declaraba "ciego legal". "¿A qué organizaciones revolucionarias usted pertenece?", le preguntó la empleada que rellenaba su formulario.

El activista aún muestra indignación cuando recuerda la escena. "Le respondí que no pertenecía a ninguna y a partir de allí todo cambió", explica a 14ymedio. La funcionaria le informó de que su caso debía ser remitido al Ministerio de Justicia para verificar si pertenecía a algún grupo "de los Derechos Humanos".

Dos semanas más tarde le comunicaron que no podía ser miembro de la Anci porque los estatutos no permiten desafectos en sus filas. Después de varios intentos y apelaciones a diferentes instancias reclamando su derecho a afiliarse, Goberna solo ha tenido la callada por respuesta.

El año pasado la suerte le sonrió. Durante un viaje a Perú, organizado por el Instituto Político Libertad (IPL), surgió la idea junto a otros activistas de crear una entidad independiente para "visualizar las dificultades que padecen las personas con discapacidad y promover un cambio de pensamiento hacia las mismas". La organización no discrimina a nadie por "sus características físicas, sensoriales, intelectuales, culturales o ideológicas".

Hoy, la red cuenta con 15 miembros activos y ha logrado tener representación en varias provincias. En septiembre del año pasado, algunos de estos pioneros asistieron al VIII Congreso Internacional de Personas con Discapacidad, celebrado en Medellín, para conocer el trabajo desarrollado en diferentes países de la región.

La Red recopila testimonios de personas que se encuentran en situación precaria y son víctimas de desatención institucional o familiar y ha identificado también al menos seis casos de violación del derecho de afiliación a la Anci, la Aclifim o la Ansoc por motivo ideológico.

El pasado sábado, durante su última reunión de trabajo, los socios del grupo independiente se propusieron divulgar la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la cual Cuba es signataria y cuyo contenido apenas se conoce en la Isla. Además, quieren difundir conceptos actualizados sobre discapacidad, accesibilidad y cultura inclusiva, entre otros.

La Red se dedica a denunciar la existencia de barreras arquitectónicas y lucha para que quienes los rodean se despojen de prejuicios discriminatorios

Para Susana Más, periodista independiente y miembro de la Red, "resulta inadmisible que gente que trabaja en los medios de difusión, intelectuales y artistas que se supone que están actualizados en el uso del lenguaje vivan ajenos a estos conceptos". La reportera opta por una "campaña de sensibilización" alrededor del término "persona con discapacidad, en lugar de discapacitado".

La Red de Cultura Inclusiva no se muestra como una organización opositora ni como una entidad enemiga de las ONG instituidas por el Gobierno. "Lo que más quisiéramos es cooperar con esas entidades, no con ánimo de descalificación o de competencia, sino como algo complementario", insiste Goberna.

Por el momento, la Red se dedica a señalar actitudes y denunciar la existencia de barreras arquitectónicas, para que aquellos que cargan con alguna discapacidad no sean vistos como enfermos, y para que quienes los rodean se despojen de prejuicios discriminatorios, de indiferencia o de lástima.

La mayor dificultad con la que han tropezado hasta el momento es la actitud negativa de las instituciones a las que van en busca de información o para presentar quejas.: lo primero que les preguntan siempre es si están autorizados o si pertenecen a alguna entidad oficial.

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