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"La guagua debió estar aquí a las 6:00 pm, pero lo mismo puede aparecer a las 7:00 o no venir”

Transporte

En San José de las Lajas, los pasajeros se desesperan y, cuando por fin aparece un ómnibus, aceptan pagar cualquier precio para subirse

"Esto va para Melena del Sur. ¡Arriba, subiendo con 50 pesos en la mano!", grita el chofer, pidiendo cinco veces por encima del precio original del pasaje. / 14ymedio
Julio César Contreras

08 de noviembre 2025 - 10:48

San José de Las Lajas (Mayabeque)/En la tarde, la incertidumbre se apodera de quienes intentan viajar a otro municipio de Mayabeque desde la terminal de San José de las Lajas. La ciudad, que una vez fue un nodo de conexión entre La Habana y el resto de los poblados de la provincia, se ha ido quedando inmóvil a medida que la crisis del transporte la paraliza.

"Cuando termina el horario de almuerzo casi nunca quedan empleados en la estación”, comenta a 14ymedio Silvia, una pasajera que este viernes buscaba llegar a su casa en Melena del Sur. Con el edificio principal de la terminal cerrado, solo queda resguardarse bajo una cercana nave con techo de zinc y sin paredes.

El cielo está cada vez más nublado y el olor a lluvia se extiende por la zona. Silvia se desespera. "Hasta en el Período Especial quedaron al menos cinco rutas diarias desde San José hasta Melena del Sur. Ahora solo quedan dos", lamenta la mujer, mientras mantiene su maletín agarrado con las dos manos.

Comienza a llover y las goteras que atraviesan el techo parecen tan copiosas como las ansias por subirse a una guagua que quizá no venga. Sentado en un banco, un joven observa el reloj mientras gira constantemente la cara hacia la dirección por donde debe aparecer el ómnibus.

Las opciones que quedan son pasar la noche bajo el techo de zinc que apenas logra contener la lluvia o pagar un taxi particular / 14ymedio

La mayoría de los vehículos que llegan hasta los alrededores de la terminal son de la marca Diana, ensamblados en la Isla, que han sido presentados en los medios oficiales como la solución para sustituir importaciones. Su tosca carrocería y una mecánica simple deberían garantizar que los ómnibus tengan una vida útil más larga que los modelos sofisticados, muy frágiles ante el mal estado de las carreteras cubanas.

Pero las guaguas Diana también se rompen y, claro está, necesitan combustible para moverse. Las roturas y la caída en el suministro de petróleo han frenado la euforia inicial y “ya no llegan ni a la mitad de las que llegaban hace unos meses”, calcula el mismo hombre que, a pocos metros de Silvia, asegura que viaja con frecuencia desde San José de las Lajas hacia Melena del Sur.

"La guagua debió estar aquí a las 6:00 pm, pero lo mismo puede aparecer a las 7:00 o no venir”. Las opciones que quedan son pasar la noche bajo el techo de zinc que apenas logra contener la lluvia o pagar un taxi particular. “Un viaje a esta hora y desde aquí te sale en casi mil pesos o lo que te pida el chofer, y la mayoría de la gente no puede disponer de ese dinero”.

"Hasta en el Período Especial quedaron al menos cinco rutas diarias desde San José hasta Melena del Sur. Ahora solo quedan dos". / 14ymedio

"Los recorridos de guaguas hasta Nueva Paz o Güira de Melena están prácticamente fuera de circulación”, sigue explicando el hombre en voz alta a una decena de pasajeros con caras cada vez más largas. Debido a la frecuencia con la que trata de usar el servicios de ómnibus estatales, el avezado cliente se ha vuelto un “experto en no-transportación”, ironiza.

"Si la guagua de Jaruco no está aquí es porque probablemente hizo el último turno a las tres de la tarde”, le advierte a una pareja de jóvenes que apelan a sus conocimientos para saber si quedarse a esperar o acercarse a una piquera privada para buscar un taxi particular. A falta de los empleados de la terminal, cualquiera que tenga algo de información se convierte en el improvisado guía de los que llegan.

En ese instante un ómnibus aparece doblando por la esquina rumbo a la parada. Los pasajeros saltan como resortes movidos por la desesperación. El cartel borroso en el cristal delantero no permite leer el destino de la ruta. "Esto va para Melena del Sur. ¡Arriba, subiendo con 50 pesos en la mano!", grita el chofer, pidiendo cinco veces por encima del precio original del pasaje. Nadie protesta por la repentina subida. Salir de la parada es el imperativo. 

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