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Orlando Carvajal, el joven cubano sentenciado a más años de los que ha vivido

Marilyn Cabrera cuenta que su hijo sufre en la cárcel una profunda depresión

Marylin Cabrera y su hijo Orlando Carvajal. (Collage)
Yoani Sánchez

29 de abril 2022 - 13:01

La Habana/Salió a comprar algo de pan para su familia, se encontró a una multitud que gritaba libertad y se sumó a la protesta del pasado 12 de julio en La Güinera. Orlando Carvajal fue sentenciado a 20 años de prisión por el delito de sedición, una condena que supera por unos meses el tiempo que ha vivido hasta ahora.

Encerrado en la prisión de Jóvenes de Occidente junto a otros de los que protestaron en la misma barriada del municipio de Arroyo Naranjo, Carvajal, de 19 años, sufre de una profunda depresión. Su estado de ánimo es fruto no solo de la desproporción de la condena sino también de la decepción de verse tratado como un peligroso criminal.

Marilyn Cabrera, madre del joven, intenta levantarle el ánimo cada vez que lo visita en prisión, pero la posibilidad de pasar dos décadas tras las rejas han hundido emocionalmente a Carvajal. El muchacho que hasta hace pocos meses vendía pozuelos plásticos para sostener a su familia, ahora cuenta cada día de encierro.

"Él se incorporó y entonces empezaron a tirarles piedras desde el otro lado, así que se agachó a coger una piedra para defenderse"

"Llevaba varios días en mi casa, convaleciente, porque estaba recién operada. Escuché que la gente comentaba de la protesta, pero yo no sabía que Orlando había estado. Me enteré porque me dijeron que salió en el noticiero, en un video filmado ese día. Se veía a mi hijo grabando con el teléfono y luego se agachaba".

"No me quiso decir que había estado, me enteré por los vecinos. Entonces le pregunté y ahí fue cuando me empezó a contar que había ido a buscar el pan y vio a la gente manifestándose. Él se incorporó y entonces empezaron a tirarles piedras desde el otro lado, así que se agachó a coger una piedra para defenderse".

En la sentencia aseguran que Carvajal encendió la mecha de un cóctel molotov que fue lanzado durante las protestas de aquel lunes de verano. El documento dice que se le ve en un video justo en el momento en que prende fuego a un trozo de tela que sobresale de la botella que luego lanza otro.

Cabrera explica las imágenes que se mostraron ante el tribunal: "En el video aparece él como si ya fuera de salida de la manifestación y en ese momento se le acerca otro joven y le pide una fosforera, él saca la suya y la enciende, entonces el joven pone la botella para encender la mecha. Solo eso y lo han condenado a 20 años".

"El juicio fue muy intenso y duró tres días. En un momento a las madres que estábamos allí nos rodearon los guardias y no pudimos siquiera saludar a nuestros hijos. Llegaron esposados de manos y pies". La imagen del joven encadenado es algo que no se quita de la mente de la madre.

"Mi hijo nunca había tenido un problema y verlo con esa shakira puesta fue muy duro para mí. Todavía tengo tatuadas en mi mente las palabras del fiscal, que aclaró que no iba a tener en cuenta ni la edad ni tampoco si tenían o no antecedentes penales, que por haber 'traicionado la patria' él pedía todos esos años de condena".

"A mi hijo la Fiscalía le pedía inicialmente 15 años de prisión y al final la sentencia subió a 20. Primero lo acusaban de desorden público y atentado, pero durante el proceso le sumaron el delito de sedición"

"A mi hijo la Fiscalía le pedía inicialmente 15 años de prisión y al final la sentencia subió a 20. Primero lo acusaban de desorden público y atentado, pero durante el proceso le sumaron el delito de sedición", agrega la madre. "Él estuvo en el primer juicio que se hizo contra los muchachos de La Güinera y ese fue el más duro, lo hicieron como un juicio ejemplarizante".

En la sentencia dictada por el Tribunal Popular de La Habana, a la que 14ymedio tuvo acceso, se lee que los acusados buscaban "alterar el orden social socialista consagrado en la Constitución". También les achacaron que lanzaban improperios contra Miguel Díaz-Canel "en tono despectivo, todo lo cual respondía a los modelos de actuación contrarrevolucionarios diseñados por los enemigos del sistema socialista".

Pero ese mismo sistema contra el que gritaban apenas allanó el camino vital de Carvajal. "Él no pudo terminar de estudiar porque nos habíamos mudado desde la Isla de la Juventud a La Habana, o sea que habíamos regresado a donde yo nací y hemos tenido muchas dificultades para poder hacer el cambio de dirección y tener un carné de identidad de aquí. Así que mi hijo no pudo reincorporarse a clases".

Carvajal trabaja por cuenta propia. "Salía con otros dos muchachos del barrio a vender pozuelos plásticos para poder sobrevivir porque tampoco teníamos derecho a una libreta de racionamiento para poder comprar lo poco que viene a la bodega. Con lo que él ganaba nos mantenía a su hermana y a mí, porque yo estoy enferma".

Como madre, dice que pasó "mucho trabajo" desde que él nació: "Todo era una lucha y para mí era difícil comprarle hasta zapatos. Al final, cuando tuve a mi segunda hija me trasladé con el padre de ella a la Isla de la Juventud. Así que Orlando fue creciendo sin poder alcanzar muchas de las cosas que necesitaba".

Aquí los productos llegan a la carnicería después de que llegaron a otros municipios. Somos los últimos. Este barrio es pobre y conflictivo"

"Al llegar a La Habana para mi hijo fue muy difícil el tema de vestirse porque veía cómo otros muchachos a su alrededor podían comprarse una mochila o determinada ropa", lamenta. "Todas esas dificultades lo fueron destruyendo emocionalmente pero él evitaba preocuparme con esas cosas, aunque yo me daba cuenta".

La Güinera es un barrio muy pobre. "Se vive con mucha dificultad, hasta el suministro a las tiendas es peor que en otros barrios de La Habana. Aquí los productos llegan a la carnicería después de que llegaron a otros municipios. Somos los últimos. Este barrio es pobre y conflictivo, aquí la mayoría de los jóvenes no ha podido continuar estudios".

La madre aclara las razones de esta situación: "No es porque la educación no sea gratis, que lo es, sino porque tienen muchas dificultades para obtener las cosas que necesitan para ir a la escuela, así que la mayoría que yo conozco no ha terminado la secundaria y mucho menos el preuniversitario".

El día que supo de su sentencia a 20 años, subieron a Carvajal a una celda de castigo "porque supuestamente él había atentado contra su vida", explica su madre, pero cuando ella fue a verlo, le tomó las manos y le suplicó que lo ayudara: "Mamá, el teniente Rubén me golpeó porque yo tenía un dolor que no podía aguantar y pedí asistencia médica", dijo el muchacho.

"Fui a hablar con el oficial en la prisión pero no me dejaron, así que llegué al Departamento Provincial de Prisiones en 15 y K a poner una queja. Nadie me atendía y me desesperé y a través de una periodista del portal Cibercuba subí a internet una denuncia sobre el maltrato del que había sido víctima Orlando y la depresión que esto le estaba provocando".

"A veces llego a la visita y lo veo triste. Trato de levantarle el ánimo pero él me dice que en lo único que piensa es en los 20 años en prisión a los que está condenado"

La reprimenda no tardó en llegar: "A raíz de eso, un día saliendo de una visita a mi hijo se me acercó el jefe de la prisión y me dijo que no tratara de subir más denuncias a las redes sociales porque eso solo perjudicaba a mi muchacho".

"A veces llego a la visita y lo veo triste. Trato de levantarle el ánimo pero él me dice que en lo único que piensa es en los 20 años en prisión a los que está condenado". La madre siempre responde lo mismo: "Papi, tú no vas a tener que cumplir ese tiempo en la cárcel".

Pero aunque se muestre fuerte ante él, la madre reconoce que "es demasiado el dolor de verlo así en esa situación". Define el estado actual de Carvajal con una frase lapidaria: "Está mentalmente destruido". Los problemas de salud también se acumulan. "Sufre de un quiste de seis centímetros en el riñón y solo lo atendieron médicamente después de que di numerosas quejas".

"Tengo esperanzas de que salga de ahí pronto, pero él no las tiene. Cada vez que hablamos de eso me responde: 'no creas en lo que te dicen esta gente'. Es muy grande la decepción que ha sufrido porque él es un muchacho de su casa, sin antecedentes y que nunca había tenido un problema. De pronto se ve sentenciado a 20 años de cárcel, eso es muy decepcionante para él y también para mí".

Y subraya: "Creo que a los jóvenes no hay que castigarlos por estas cosas sino hablar con ellos y, sobre todo, ayudarlos. No esto que les han hecho, nunca esto que les han hecho".

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