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El Paseo Marítimo de La Habana, un oasis para escapar de los apagones

Acosados por los apagones, cientos de habaneros van cada noche al litoral de la zona oeste de la ciudad en busca de la brisa marina, un oasis de esparcimiento y las luces de los cercanos hoteles y de los negocios privados allí ubicados. / 14ymedio

26 de junio 2025 - 07:04

1/12Cuando la tarde cae y las sombras se extienden por la capital cubana, el Paseo Marítimo de Primera y 70, pegado al mar, empieza a llenarse de familias, grupos de amigos y clientes que buscan comer algo o tomar unos tragos. / 14ymedio
2/12Algunos solo llegan a pasear y disfrutar de las olas, pero no pueden permitirse los altos precios de los restaurantes privados cercanos, donde un plato de ropa vieja con arroz supera los 2.000 pesos, la cerveza 350 y un plato de camarones, los 4.000. / 14ymedio
3/12Otros se citan para el Paseo, como un punto de encuentro donde decidirán si solo se dan un chapuzón, permiten que los niños busquen caracoles entre los dientes de perro o terminan en una de las mesas de las paladares particulares de los alrededores. / 14ymedio
4/12A medida que la luz solar disminuye, el número de personas comienza a aumentar. Quedarse dentro de sus casas, con el calor y la oscuridad, no es una opción para muchos de los que llegan hasta el Paseo. Prefieren sentarse en la acera, aunque no puedan pagarse ni un refresco, que quedarse sudando en sus viviendas. / 14ymedio
5/12Mientras los comercios particulares del Paseo son de estructura precaria y estilo improvisado, los hoteles situados a pocos metros rezuman lujo y modernidad, como el recién inaugurado Grand Muthu Habana Tower, de pisos altos, líneas onduladas y fachada reluciente. / 14ymedio
6/12Por una lado, las cubiertas ligeras y los clientes de recursos limitados en los restaurantes del Paseo Marítimo, del otro la solidez y los balcones vacíos de huéspedes del cercano Grand Muthu. El contraste entre la Cuba real y la turística se expresa con fuerza en unos pocos metros. / 14ymedio
7/12Entre los consumidores de los comercios privados, a los que el salitre ya ha oxidado la estructura, apenas se ve algún que otro turista. La mayor parte de la clientela son cubanos, en grupos familiares o de amigos, que pagan en moneda nacional y no en esas divisas que tanto persiguen los negocios locales. / 14ymedio
8/12La zona con gran presencia de embajadas, compañías extranjeras y oficinas de negocio también regala otras viñetas desiguales. La tosca y fea torre de la sede diplomática de Rusia, que antes dominaba el paisaje, ahora se ve apocada y deslucida ante los hoteles construidos en los últimos años. La política y los negocios se plantan cara en este litoral. / 14ymedio
9/12La noche ya está aquí y siguen llegando personas atraídas por las luces que tanto faltan en otras partes de la ciudad. / 14ymedio
10/12Avanza el reloj y llegan más grupos de hombres solos, en busca de las prostitutas que ofrecen sus servicios en la zona. “¿Te vas a ir ahora que vienen las ‘acompañantes’?”, le grita un joven a otro que se ha levantado de la mesa de una cafetería y enfila hacia la escalera. / 14ymedio
11/12“Ni santa ni diabla”, reza un cartel a la entrada de un negocio particular al que siguen llegando grupos para pasar el rato. El mayor reto es pasar aquí el apagón que acecha sus barriadas pero sin gastar demasiado: oscuridad o ruina, ese es el dilema. / 14ymedio
12/12Ya es noche cerrada. Algunos empiezan a calcular cuánto les costará salir del Paseo Marítimo de Primera y 70. A la brisa gratis y los tragos caros tendrán que sumar el costo del transporte hacia La Habana Vieja, Diez de Octubre o el lejano Cotorro, pero, probablemente, ha valido la pena escapar del corte eléctrico y estar tan cerca del lujo de los nuevos hoteles del oeste habanero. / 14ymedio

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