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La República cubana, entre la aversión y la fascinación

Zunilda Mata/Mario J. Pentón

20 de mayo 2017 - 14:25

La Habana-Miami/El estudiante repasó los apuntes para el examen de historia: “la etapa republicana fue neocolonial, mediatizada y corrupta”, leyó en voz alta, mientras el abuelo hacía una mueca de disgusto. A 115 años de fundada la República de Cuba, muchos se debaten entre la aversión o la fascinación por ese período de la historia nacional que comenzó el 20 de mayo de 1902.

Aunque la palabra República se lee por todos lados, en las monedas, los billetes y los documentos oficiales, el Gobierno evita conmemorar la fecha de su fundación. En cada aniversario la Seguridad del Estado controla con mayor atención a los opositores para evitar celebraciones públicas. No hay música, ni actos de homenaje, ni discursos. Ni siquiera los países aliados envían notas de felicitación a la Plaza de la Revolución por “el día de la independencia”.

Mientras que la fundación de las villas coloniales se conmemora a bombo y platillo, el nacimiento oficial de la nación -tras un convulso período de guerra- pasa desapercibido en los periódicos controlados por el Partido Comunista. Vitorear la República está mal visto y declararse “republicano” es casi como calificarse de “anexionista”, “imperialista” o “enemigo de la patria”.

Mientras que la fundación de las villas coloniales se conmemora a bombo y platillo, el nacimiento oficial de la nación -tras un convulso período de guerra- pasa desapercibido en los periódicos controlados por el Partido Comunista

Dos zapatos de bronce se posan solitarios sobre un monumento en la habanera calle G. La escultura que representó a Tomás Estrada Palma fue arrancada por la intolerancia revolucionaria tras enero de 1959. La imagen de otros gobernantes republicanos, al estilo de José Miguel Gómez, han sido recolocadas en sus pedestales de la llamada Avenida de los Presidentes, pero el amigo de José Martí no ha corrido igual suerte.

“Quitar esa escultura fue una tremenda falta de respeto, porque el pasado de un país no se puede borrar”, argumenta Lucía Martínez, graduada en la Universidad de Ciencias Pedagógicas en la especialidad de historia y profesora por años en un preuniversitario capitalino.

“Siempre traté de darle a mis estudiantes una explicación lo más completa posible de aquellos años”, cuenta a 14ymedio. “Aunque los programas de la asignatura dan muy poco margen para matizar lo que ocurrió en la República”, aclara. “Se han eliminado de los libros tantos rostros y hechos, que a los jóvenes no les gusta estudiar Historia porque es una asignatura esquemática”.

Martínez considera que de todas las etapas que ha vivido el país: precolombina, colonial, republicana y revolucionaria; la más “vilipendiada ha sido la República”. Un enfoque que, a su juicio, “ha extendido la ignorancia de quiénes somos y de dónde venimos”.

Los padres y abuelos de Martínez fueron líderes socialistas durante la primera mitad del siglo veinte. Su madre, una feminista contumaz, le contaba cuando era niña sobre la lucha de las mujeres por sus reivindicaciones de género. “Eran años convulsos pero la sociedad logró dar muchos pasos positivos de los que apenas se habla ahora”.

Serapio Gómez de 78 años se mece en un sillón en el portal de su casa en Ciego de Ávila y mastica un tabaco, mientras evoca los años de su juventud. “Había muchas injusticias”, asegura. “Lo que pasa es que la gente no quiere recordar o prefiere acordarse solo de la parte más bonita”.

“Era una República dura, pero ahora también hay muchas cosas que no entiendo” como “eso de la dualidad monetaria, que los sindicatos estén pintados en la pared porque nadie les hace caso y que un extranjero tiene más derechos que nosotros mismos”

No obstante echa en falta “muchos servicios como las tintorerías, las fondas y los bares a los que iban cubanos de a pie” y que ahora “se han perdido”. “Era una República dura, pero ahora también hay muchas cosas que no entiendo” como “eso de la dualidad monetaria, que los sindicatos estén pintados en la pared porque nadie les hace caso y que un extranjero tiene más derechos que nosotros mismos”.

Gómez se considera un revolucionario y tiene “la peor opinión” de la Cuba republicana, pero siente que muchos de su generación “sacrificaron su vida” y que lo que deseaban ver “no es lo que tenemos ahora”.

El hombre vive de una pensión que no supera los 20 CUC al mes y de las remesas que le envían dos hijos emigrados, uno en Canadá y el otro en Chile.

El jubilado se ha quedado a cargo de su nieto de 18 años, al que “no le interesa nada la historia”, lamenta. El abuelo asegura que cuando se le pregunta al joven sobre acontecimientos históricos “sabe muy bien que el 4 de julio es la fecha patria de Estados Unidos, pero no sabe qué pasó el 20 de mayo de 1902 en Cuba”.Este sábado muchas calles de Florida, en Estados Unidos, se vestirán con los colores de la celebración por la fundación de la República cubana. El exilio se ha convertido en el reservorio de unos festejos que en la Isla están estigmatizados u olvidados. Para muchos emigrados, celebrar el 20 de mayo es una forma de reivindicar sus orígenes y recordar el país que dejaron atrás.

La República también cabe en la maleta.

Alejandro Blanco, de 84 años y exiliado en Miami desde 1980 cuando salió de la Isla a través del puerto de Mariel, recuerda que en los años republicanos el país “progresaba mucho” aunque reconoce que “también había mucha miseria”.

Blanco comenzó a trabajar a los 11 años para aliviar las estrecheces económicas de su hogar. “Recuerdo que nunca fui a la escuela, hasta que un día me ofrecieron una beca y comencé a ir, pero como no me gustó me escapé y no regresé más”, evoca ahora, casi siete décadas después. A muy corta edad “limpiaba zapatos, vendía lotería y lavaba los carros de alquiler”.

Alejandro Blanco, de 84 años y exiliado en Miami desde 1980 cuando salió de la Isla a través del puerto de Mariel, recuerda que en los años republicanos el país “progresaba mucho” aunque reconoce que “también había mucha miseria”

El emigrado evita recordar en blanco y negro. “Había mucha pobreza y mucha gente vivían mal, pero también habían oportunidades para superarse”. En su opinión “de Fulgencio Batista puede decir cualquier cosa, pero la verdad era que el país progresaba”. Considera que “después que llegó Fidel Castro las cosas cambiaron rápidamente” y Blanco pasó “casi 20 años” intentando salir de la Isla hasta que lo logró.

Las más jóvenes generaciones de cubanos emigrados tienen versiones contradictorias sobre la etapa republicana. Una, la que aprendieron en las escuelas nacionales, y otra, la que encontraron al radicarse fuera del país.

Idalmis Martínez, de 33 años y con dos años de residencia en Estados Unidos, reconoce que no sabe mucho de la República. “En la escuela nos enseñaron que había hambre, miseria y explotación. Siempre decían lo mismo los maestros de historia. Ah… y que los políticos se robaban el dinero”.

Al salir de Cuba se percató de que “la historia la cambian” y “a lo mejor no era como decían en la escuela”. En su natal Sancti Spíritus “la mayoría de las construcciones son de antes de la Revolución. Todo lo bonito es de esa época, porque lo demás son construcciones rústicas”.

En La Habana, una maqueta a pequeña escala -ubicada en la barriada de Miramar- reproduce toda la ciudad. Las edificaciones están teñidas de tres colores diferentes que marcan su construcción durante la colonia, la república o la llamada etapa revolucionaria. Marrón, mostaza o crema son los tonos elegidos para cada período., pero basta una mirada para determinar que la ciudad es mayoritariamente “color mostaza”.

Sin embargo, los detalles del pasado se van perdiendo en la memoria de muchos. El país ha vivido más años bajo el modelo implantado después de enero de 1959 que en el breve período republicano que abarcó 56 años.

Idalmis Martínez cree que vale la pena aclarar que “Cuba sigue siendo una república, pero distinta. Ahora no eliges al presidente, pero sigue siendo una república”.

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