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Una ‘neurótica anónima’ anda suelta por el Festival de Cine de La Habana

Cine

La cola "doblaba la esquina" para ver la nueva película de Jorge Perugorría, protagonizada por Mirtha Ibarra

Hubo risas, lágrimas discretas, y un aplauso largo para Ibarra, quien agradeció desde el escenario con una mezcla de fragilidad y orgullo. / 14ymedio
Darío Hernández

08 de diciembre 2025 - 14:58

La Habana/La Habana volvió a vivir uno de esos estrenos multitudinarios que recuerdan tiempos mejores para el cine cubano. Afuera de la sala Charles Chaplin, el pasado viernes, la cola doblaba la esquina y avanzaba con inusual rapidez. “Estaban casi todos los actores y actrices de Cuba”, cuenta un espectador a este diario al salir de la premier de Neurótica anónima, la nueva película de Jorge Perugorría basada en la obra teatral escrita y protagonizada por Mirtha Ibarra. Era, sin dudas, un acontecimiento. También, como suele ocurrir con los momentos esperados, una mezcla incómoda de homenaje, nostalgia y contradicción.

Mirtha Ibarra, figura esencial del cine cubano por, entre otros papeles, el que interpretó en Fresa y chocolate, llegó a la premier con una franqueza que sorprendió al público: confesó estar aún “convaleciente del virus oropouche”. Pero no quiso faltar. No podía hacerlo. Neurótica anónima es su criatura más personal. Se trata de un texto que escribió hace años, una pieza que llevó al teatro en España en 2016 junto a Joel Angelino, y ahora, finalmente, una película que la devuelve al centro de la escena en un momento en que la industria audiovisual nacional atraviesa una crisis que se profundiza.

La historia –la de Iluminada, acomodadora de un cine de barrio que sueña con actuar mientras ve cómo clausuran la sala donde trabaja– condensa dos obsesiones de Ibarra: la violencia machista y la desaparición de los cines como espacios de memoria. En su versión teatral, el personaje “convocaba” a divas internacionales y cubanas para que la ayudaran a vivir, al menos una vez, el sueño de ser actriz. En la versión cinematográfica, la cámara de Perugorría empuja esa fantasía hacia el terreno del homenaje explícito, con guiños, referencias, cameos e intertextos. Un gran museo emocional del cine cubano y extranjero.

La película condensa dos obsesiones de Ibarra: la violencia machista y la desaparición de los cines como espacios de memoria. / 14ymedio

Pero la memoria nunca es inocente, y la película, como la noche de su estreno, tampoco lo fue. El espectador cuenta a 14ymedio: “En general no me pareció una gran película, pero así y todo hubo partes que me emocionaron y me hicieron reír”. Su juicio, aunque lapidario, refleja el sentir de muchos asistentes. Neurótica anónima funciona más por su capacidad evocadora que por su fuerza dramática. 

“Cuando salió Mario Limonta, cuando pusieron a Alfredo Guevara con su chaqueta sobre los hombros o cuando sonó ese temazo de Cintio Vitier, me conmoví”, confiesa. Los aplausos en la sala también parecían confirmarlo. En las imágenes finales, un montaje con archivos de las primeras ediciones del Festival de Cine arrancó vítores cuando aparecieron figuras como Fernando Pérez. Pero cuando la pantalla mostró fugazmente a Fidel Castro, el entusiasmo descendió de golpe. Hubo algunos aplausos aislados, pero el contraste fue evidente. Un síntoma más –quizás involuntario– de la fractura emocional del país.

La película se sostiene, por momentos, sobre esa misma fractura. Perugorría, que vuelve a dirigir a Ibarra después de Fátima y Se vende, opta por un tono que oscila entre la farsa, el melodrama y el guiño autorreferencial. El resultado es irregular. Sin embargo, el elenco –una constelación que incluye a Joel Angelino, Fernando Hechavarría, Osvaldo y Andrea Doimeadiós, Paula Alí, Bárbaro Marín, Tahimí Alvariño, Luis Silva, Mario Limonta, entre muchos otros– convierte cada aparición en una suerte de celebración coral. 

El personaje de Ibarra, Iluminada, vive atrapada en un matrimonio sin golpes pero lleno de sometimiento. “Hay maneras de dejar a las mujeres completamente desvalidas sin necesidad de violencia física”, declaró recientemente a la prensa. En un país que registra decenas de feminicidios cada año, el subtexto no podría ser más pertinente. Pero la película toca ese terreno con timidez, sin asumir plenamente el filo político que podría haber tenido.

“Estaban casi todos los actores y actrices de Cuba”. / 14ymedio

El otro tema –la ruina material del país– aparece con más fuerza. Las locaciones en los cines Sierra Maestra y Cuba devuelven la imagen de una ciudad que se desmorona mientras su gente sigue esperando a las puertas de una sala, confiando en que, por 90 minutos, la pantalla haga olvidar la oscuridad y el derrumbe total que reinan en las calles.

La recepción del estreno fue, en general, favorable. Hubo risas, lágrimas discretas, y un aplauso largo para Ibarra, quien agradeció desde el escenario con una mezcla de fragilidad y orgullo. El equipo técnico también fue celebrado: la fotografía de Ernesto Granado, la música original de José María Vitier y Andrés Levin, y la producción conjunta entre el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, Ítaca Films y An Ag Studios.

Sin embargo, Neurótica anónima parece estar destinada a dividir opiniones. Para algunos, será un homenaje necesario; para otros, una cinta que se queda atrapada en los mismos problemas que denuncia. La noche del estreno dejó algo muy claro: la película podrá gustar más o menos, pero devolvió a muchos la sensación –tan escasa hoy– de asistir a algo que importa. Y eso, en el cine cubano de 2025, es casi un milagro.

Estreno de 'Neurótica anónima'
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