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Gran afluencia en las tiendas para comprar con "la moneda del enemigo"

Los clientes deben demostrar tener una tarjeta a su nombre y expresar su deseo de comprar, no solo de curiosear

Algunas personas estaban esperando desde este domingo por la mañana. (14ymedio)
Luz Escobar

28 de octubre 2019 - 16:46

La Habana/Los primeros en la cola marcaron desde la mañana del domingo, pero la larga espera no logró rebajar la emoción cuando la tienda en divisas del edificio Focsa, en La Habana, abrió sus puertas este lunes. Con las cámaras de la televisión oficial en el lugar, el personal comprobaba que las tarjetas magnéticas de los clientes coincidían con los carnés de identidad antes de dejarles entrar por grupo de seis.

Todo relucía, aunque fuera todavía eran visibles los restos de algunos ajustes y reparaciones hechos a la carrera para lograr dejar listo el local para este 28 de octubre. Más de un centenar de personas se aglomeraba cuando, a las nueve y media de la mañana, las bisagras de la puerta giraron y se dio inicio a la primera venta pública en dólares en casi dos décadas.

La primera compradora en traspasar el umbral del comercio fue una señora con un andador que apeló a la prioridad en la fila para personas con discapacidad. Dentro, en el amplio local, se veían aparatos de climatización de una o varias toneladas, dispositivos eléctricos domésticos como freidoras sin aceite, lavadoras automáticas y refrigeradores de dos o más puertas.

"Yo solo quiero entrar para mirar, hacer unas fotos y enseñarle a mi esposo lo que hay para decidir qué vamos a comprar", explicaba una mujer a la que el guardia de seguridad no dejaba acceder a la tienda. En las primeras horas de apertura de estos comercios, solo podían entrar los que expresaban su intención de comprar y se descartaba a los que venían para curiosear las marcas y los precios.

La escena le recordó a un jubilado que marcó en la cola el domingo en la tarde lo que había vivido a mediados de los años 90 del siglo pasado cuando en Cuba se dolarizó la economía y se abrieron las primeras tiendas en moneda convertible, conocidas como shoppings. "Entonces había que mostrar los billetes verdes para entrar y ahora la tarjeta magnética, es lo mismo", comparaba.

El pensionado contó a 14ymedio todo lo que ha tenido que hacer para estar en la fila este lunes. "Hice la cola del Banco Metropolitano por horas el martes pasado y pude abrir la cuenta en dólares, en la que deposité 400 dólares que tenía guardados de la última vez que mi hijo me mandó dinero", repasa. "Lo que estoy buscando es un televisor de pantalla plana porque mi viejo Panda ya casi no se ve".

Antes de este lunes, las opciones del jubilado habrían sido recurrir al mercado informal que se nutre de las mercancías importadas por las mulas desde Panamá, México o Estados Unidos, o pagar los precios más elevados de la red de tiendas estatales, con modelos menos variados y más anticuados. "Nada más que anunciaron esta opción decidí no gastar ni un centavo y esperar a que abrieran las tiendas", indica.

Niurvis, una mujer embarazada de siete meses, aguarda cerca de la puerta para poder entrar en el próximo grupo. "Lo que quiero es una lavadora que también seque bien la ropa, porque vivo en un apartamento sin balcón y cuando nazca el bebé no sé dónde podré tender todo lo que se ensucie", explica.

Al filo de las diez de la mañana, una mujer sale empujando dos cajas en las que van las diferentes piezas de una aparato de climatización o split, de la marca Sankey. Había pagado 361 dólares por el equipo de una tonelada de potencia, que en el mercado negro hasta esta mañana se cotizaba por encima de los 600 CUC. Aunque hay algunos carritos de compras con ruedas, no alcanzan para el número de clientes.

"Hoy es el día de echar las flores a Camilo (Cienfuegos) y he tenido que caminar muchísimo para que mi nieto no fuera con las manos vacías a la escuela", comenta una mujer que llegaba corriendo por temor a que se le pasara el turno. "Tremendo día que han elegido para abrir estas tiendas, unos recordando al guerrillero y otros aquí enseñando la tarjeta con la moneda del enemigo para poder entrar a comprar".

"Tremendo día que han elegido para abrir estas tiendas, unos recordando al guerrillero y otros aquí enseñando la tarjeta con la moneda del enemigo para poder entrar a comprar"

Una joven pareja se ahorró la cola y compró un turno por 10 CUC para acceder al local, pero una vez en la puerta el custodio les advirtió que solo puede entrar una persona por cada tarjeta. "Es que venimos juntos y queremos decidir el modelo de refrigerador que vamos a comprar, porque es para nuestra casa, donde vivimos los dos", advertía ella sin que sirviera para convencerlo.

"Esto parece una unidad militar", lamentó el joven cuando tuvo que quedarse fuera y hacer señas a través del cristal a la joven para ir decidiendo "juntos" qué refrigerador era el más apropiado para el espacio que tienen en la cocina. Al igual que él, otros acompañantes de clientes también hacían gestos, articulaban palabras sin pronunciar sonido e indicaban con el dedo índice a través de la vidriera.

Varios policías se mantenían cerca de la entrada y uno de los uniformados llamó al cliente que había organizado la lista de nombres de la cola el día anterior. Por regla general, aunque la práctica de organizar la fila es algo tradicional en un país donde hay que esperar para comprar desde un helado hasta un televisor, las autoridades multan o arrestan a los "coleros".

No faltaban los despistados. "¿Y aquí qué van a sacar?", preguntó extrañada una adolescente que pasó cerca de la tienda media hora después de la apertura. Con paciencia, una señora le explicó el nuevo método de compra de electrodomésticos, piezas de auto y motos eléctricas con tarjetas magnéticas en moneda extranjera, pero la muchacha solo encogió los hombros y dijo: "Ah, eso...".

Por su lado, raudo y veloz, salió otro comprador que había adquirido una nevera de la marca Royal para su negocio privado. Con ciertas dificultades, subió la caja a un bicitaxi aparcado en mitad del pasillo de la céntrica galería de tiendas y se alejó del lugar. Las tiendas estatales no ofrecen por el momento el traslado a casa y los clientes han debido resolverlo por su cuenta.

Los transportistas privados aprovecharon el inicio de las ventas para ofrecer sus servicios por un precio que oscila entre 15 y 20 CUC, siempre que sea "en el mismo municipio de Plaza de la Revolución o municipios cercanos como Cerro, Playa y Centro Habana", aclaraba uno de ellos mientras pasaba cerca de la cola. "Pero podemos acordar un precio si van más lejos", agregaba.

"Solo se pueden comprar dos equipos de cada uno: dos lavadoras, dos splits, dos televisores...", repetía con frecuencia un empleado al que los clientes no paraban de hacer preguntas cada vez que se asomaba por la puerta. El racionamiento por cantidades busca evitar que los acaparadores revendan en el mercado informal y saquen un beneficio.

"¿Y si vuelvo mañana y mañana y mañana?", ironizaba ante la medida un joven de audífonos coloridos y zapatos Adidas. "¿Cómo van a impedir que yo compre varios refrigeradores si vengo varias veces? ¿O es que hay una lista de clientes que van a guardar de un día para otro?". Sus interrogantes quedaron sin respuesta ante la atónita mirada del custodio, que no tenía respuestas para tantas preguntas.

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