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"Habrá otro estallido social antes de que termine este año", presiente el ajedrecista Arián González

El gran maestro recuerda su violenta detención en Camajuaní un día después del 11J

Arián González vive en España hace 12 años, pero el 11J lo sorprendió en Cuba. (Cortesía)
Xavier Carbonell

12 de julio 2022 - 12:23

Salamanca/Arián González, gran maestro de ajedrez, salió a pedir libertad para los cubanos durante el 11J. Fue el único que lo hizo en Camajuaní, Villa Clara. No fue una jugada diagonal sino directa, arriesgada: la esquina de la calle Independencia donde protestó dista unas pocas cuadras de la estación de Policía. González vive orgulloso de aquel día y no olvida la violencia de los represores, el hedor de los calabozos municipales ni la complicidad de los abogados con los agentes de la Seguridad del Estado.

Su código, deudor en gran medida de la ética ajedrecística, lo conduce a un activismo político sereno pero inflexible: queda mucho por hacer, incluso en la distancia. Ahora reside con su esposa en Orense, la antigua ciudad gallega desde donde responde a 14ymedio para conmemorar el aniversario del 11J.

Pregunta. Siendo ajedrecista desde muy joven, ¿cree que la disciplina del juego ha marcado su filosofía de vida?

Respuesta. Sí, desde luego. Decía el segundo campeón mundial, Emanuel Lasker, que "el ajedrez es lucha", y luego se preguntaba a sí mismo si hay que tener inteligencia para jugar. Inmediatamente respondía: "No. El ajedrez hace a la gente inteligente".

Siempre he valorado el ajedrez como un deporte intelectual y reflexivo, que además nos incluye en una comunidad ética y solidaria en su gran mayoría. Gens una sumus, es decir: "somos una familia". Así reza el logo de la Federación Internacional de Ajedrez.

Al encontrarse en una encrucijada, un ajedrecista difícilmente da un paso sin antes analizar las posibles respuestas que puede provocar su propia acción u omisión

Debo añadir que el ajedrez nos enseña a pensar y a regirnos por una conducta que suele ser meditada o bien calculada. Al encontrarse en una encrucijada, un ajedrecista difícilmente da un paso sin antes analizar las posibles respuestas que puede provocar su propia acción u omisión. Es inevitable pensar cada movimiento, sea este realizado en la vida o en el tablero.

P. ¿Cuándo se marchó de Cuba? ¿Cómo es su vida en España?

R. Me fui de Cuba en 2010, cuando tenía 20 años, mediante una carta de invitación para participar en el Circuito Catalán de Ajedrez. En Cataluña se realizan cada verano varios torneos que relucen por su atracción y por su altísimo nivel competitivo. Es este un evento que otorga el privilegio de disputar partidas vibrantes frente a excelentes maestros, donde se experimenta una inmensa emoción. Al menos yo lo sentí así.

También aquí el ajedrez ha sido mi medio de vida y la disciplina que me ha educado moral e intelectualmente.

Debo añadir que me costó mucho trabajo salir de Cuba. Mi salida no puede ser analizada como un simple viaje, sino como una fuga en toda regla de la Isla y del sistema que me tronchaba el futuro. Ahora mismo, después de 13 años viviendo en España, soy abogado y llevo una vida bastante laboriosa, aunque sin abandonar nunca mis sueños y aspiraciones de aportar un granito de arena que ayude a liberar a Cuba de la dictadura que la oprime.

La historia del pueblo de Cuba es muy injusta, y creo que ya es hora de que los cubanos alcancen una vida digna.

La historia del pueblo de Cuba es muy injusta, y creo que ya es hora de que los cubanos alcancen una vida digna

P. Pocas personas enfrentaron a la Policía en la más completa soledad, como hizo usted en Camajuaní. ¿Qué significó para usted ese día?

R. El 11J fue una gran oportunidad de luchar por la libertad de Cuba. No es lo mismo luchar solo, en un momento donde nadie siente ese deber, que en una situación donde el pueblo se sacrifica en defensa de sus derechos. Hastiado de mendigar y de sufrir miserias, nuestro pueblo decidió pelear contra la tiranía que le robó sus hijos y sus sueños.

Por tanto, creo que el 11J fue un acto de heroísmo, no solo contra un régimen represivo físicamente, que estuvo y está dispuesto a matar, sino también como un acto de rebeldía contra nuestros propios pensamientos, y contra los que nos han adoctrinado durante más de 60 años.

Yo estimo que el 11J marcó un antes y un después en la historia de la dictadura castrista. Dictadura, sí, porque a estas alturas nadie puede negar que se trata de un totalitarismo de manual.

P. ¿Puede reconstruir su memoria del 11J?

R. El 11 yo me encontraba en Santa Clara con mi madre y mi novia. Desde que empezó la revuelta, en el municipio de San Antonio de los Baños, supe que algo grande estaba aconteciendo en Cuba. Sin dudarlo, salí a la calle ese mismo día y no encontré a nadie, porque el centro de Santa Clara estaba totalmente militarizado. Regresé a casa y al día siguiente, al visitar a mi abuela en Camajuaní, escuché que las manifestaciones se estaban expandiendo por todo el país.

En ese momento, y sin dudarlo, sentí el deber de activar a mi pueblo. Salí a la calle solo y grité a los cuatro vientos, en representación de todos: "¡Libertad!". Ese valor intrínseco del ser humano, la libertad, se nos ha conculcado durante 63 años de indigencia y de penurias.

Cuando nos falta la libertad dejamos de ser personas.

P. ¿Qué vio en la cárcel de Camajuaní y luego en la prisión de La Pendiente? ¿Cómo se comportó con usted la Policía?

R. Como se ha observado en el video de mi detención, se prueba el carácter violento de las autoridades cubanas. Los supuestos "policías" no entienden de derechos ni de libertades, sólo obedecen órdenes del poder opresivo que oscurece y enluta a Cuba. Pedí "patria y vida" para mi pueblo y fui recibido con insultos, golpes, amenazas, cárcel y destierro.

El calabozo de Camajuaní es un corral de cerdos donde encierran a las personas. Allí estuve siete días, y luego tres más en la cárcel de La Pendiente, en donde además comencé una huelga de hambre y sed que visibilizó aún más los abusos procesales que padecen los detenidos en Cuba.

El calabozo de Camajuaní es un corral de cerdos donde encierran a las personas. Allí estuve siete días

Ya no hablo sólo de las pésimas condiciones físicas que enferman al prisionero, como la alimentación o la falta de higiene, sino de sufrir un sentimiento de indefensión total, que se traduce luego en más odio y violencia contra las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado.

Sólo para dar un detalle: pedí a una abogada de oficio que asistiera mis declaraciones y, en lugar de defenderme, lo que hizo fue atacarme más cuando dijo que yo había violado los "principios de la Revolución". A esa abogada le recomiendo que cuelgue la toga. Ella podrá ser muchas cosas, pero letrada para mí no lo es. Cuando te sucede todo esto, te percatas de que la única norma que existe en Cuba es la ley del más fuerte.

P. ¿Por qué cree que nadie salió el 11J en Camajuaní ni en otros municipios más pequeños?

R. Creo que en Camajuaní hay mucho miedo, como también lo hay en muchas poblaciones de Cuba. Ayer mismo, hablando con un amigo, me decía que el 60% de la población cubana eran funcionarios que dependían de un salario mísero. Y eso, obviamente, influye en las decisiones de la gente.

Ante tantas carencias, las personas se aferran a estas migajas para sobrevivir. Además, los pequeños empresarios no quieren perder sus prebendas ante la presión de la dictadura, que se traduce en amenazas a sus trabajadores. Por ejemplo, consta el caso de que algunos zapateros de Camajuaní amenazaron con expulsar a sus trabajadores si salían a la calle a manifestarse.

Aun así, tenemos que despojarnos de esos chantajes. No nos queda otra.

Creo que cumplí con mi pueblo. Sin tener ninguna necesidad y sin recibir nada a cambio, le intenté mostrar que todavía podemos luchar, que tenemos esperanzas, y así logré mi objetivo de impulsar la lucha por la libertad de Cuba. Después de mi arresto, salieron carteles en las calles y gritos de rabia e indignación cuando quitaban la corriente. La juventud cubana ya identifica a su verdadero enemigo y tiene fuerzas para hacerle frente.

Las imágenes de mi arresto violento no las podrán borrar jamás y la prueba del flagrante atropello contra la ciudadanía es una realidad pública y notoria, que sentenciará a los represores hasta hacerles cumplir su pena.

Ahora solo falta unirse y acabar de decidirse en una salida completa y sin retorno. Hay situaciones tan drásticas, tan déspotas y tan ruines, que consentirlas sería faltarnos al respeto a nosotros mismos.

P.. ¿Qué impresión le produjo la solidaridad de grandes maestros como Garri Kaspárov o Leinier Domínguez ante su arresto?

R. La verdad es que me impresionaron ambos. De más está decir que tanto Garri Kaspárov (el decimotercer campeón mundial) como Leinier Domínguez (el gran maestro cubano y jugador de élite) son dos genios de nuestro deporte. Si alguien tenía la impresión de que son personas abstraídas en su mundo ajedrecista, de análisis y variantes, pues conmigo (y con Cuba) demostraron una altísima calidad humana, solidaridad, empatía y justicia que ayudaron de forma decisiva a mi liberación.

Les estoy muy agradecido, al igual que a todos los compañeros que se movieron y reclamaron justicia frente a mi encarcelamiento. Debo también particularizar el caso del gran maestro Lázaro Bruzón, quien no dudó en darme su apoyo desde el minuto uno, además de ser un firme defensor de los derechos y de las libertades en nuestro país.

P. ¿Cree que viene pronto otro estallido social?

R. Sí, sin dudarlo. Vendrá antes de que termine este año. El pueblo cubano ya ha entendido tres cosas: no tenemos patria, no somos libres, no tenemos un lugar habitable. Es decir, no tenemos vida.

Pedí a una abogada de oficio que asistiera mis declaraciones y, en lugar de defenderme, lo que hizo fue atacarme más cuando dijo que yo había violado los "principios de la Revolución"

Son tres elementos que, por mucho que se intenten ocultar, siempre acaban saliendo a flote como un requisito indispensable de supervivencia. Nótese que he dicho "supervivencia", no "vida", pues ahora mismo los cubanos apenas sobreviven en Cuba.

Por estas razones, el estallido y la rebeldía contra un sistema déspota y carcelario es inevitable, como también es ineludible un pronto cambio de Gobierno en Cuba, pues el actual, además de fracasado, es totalmente insostenible. Y no solo por la presión que ejerce el pueblo, sino también por la inevitable confrontación que se está dando entre las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior en cuanto al control de las riquezas del país.

Tampoco hay que olvidar que la política económica exterior ha sido un desastre. Me temo que muy pronto Cuba va a estallar. Por todos lados.

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