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“Una ley de cine no puede ser creada por burócratas"

Conversamos con el cineasta Alejandro Gutiérrez

Alejandro Gutiérrez, de azul, durante el rodaje de 'Palabras'
Luz Escobar

02 de diciembre 2014 - 07:20

La Habana/La noche del sábado se celebró en el teatro Karl Marx de La Habana la gala de entrega de los Premios Lucas. El videoclip Palabras, que mezcla el talento del director Alejandro Gutiérrez con la voz de Haydée Milanés y las canciones de Marta Valdés, competía en las categorías de canción, fotografía y ópera prima. Aunque el vídeo no llegó a alzarse con ningún galardón en el certamen, sí ha recibido a lo largo de estos meses el favor del público y el reconocimiento de importantes músicos cubanos. ¿Se puede acaso pedir más?

En conversación con 14ymedio, el cineasta y realizador de videos musicales, nos acerca a sus influencias, proyectos y opiniones sobre la creación audiovisual en Cuba.

Pregunta. Se le atribuye una influencia del cine asiático de directores como Wong Kar-wai, Kim Ki-duk o quizá Zhang Yimou, cuya cinematografía tiene abundantes historias de mujeres fuertes y poderosas. ¿Se inspiró en el trabajo de ellos para el videoclipPalabras?

Respuesta. Soy un gran cinéfilo y desde hace diez años el cine que más me entusiasma y sorprende es el asiático. De los tres realizadores que mencionas, Zhang Yimou está en el número uno de mis preferencias. Pero la inspiración del video Palabras está más bien en una pequeña escena que hay en una película de David Lynch que se llama Blue Velvet. La protagonista está en un bar y canta. Esa estética me llamó la atención y trabajamos en función de ella, de su iluminación y de su atmósfera.

Es un video sencillo. Le dimos una importancia tremenda a la fotografía. Buscábamos sobre todo la belleza, pues las canciones de este disco son composiciones muy bellas y están cantadas y arregladas con muy buen gusto. Haydée entendió perfectamente la idea de la visualidad que yo quería, la sintió y vivió, además de entender y sentir la canción Palabras como si fuera de ella misma.

Quiero contarte algo curioso del video Palabras y es que no surgió en un primer momento como un videoclip... no tuvo la pretensión de serlo. Yo estaba realizando un documental sobre el último disco de Haydée Milanés y decidimos hacer la secuencia inicial de créditos a manera de ficción. Todo se filmó en muy poco tiempo, exactamente en dos horas. Cuando vimos el material, ella misma me dijo: "Ahí hay algo para un videoclip, algo muy especial".

P. ¿Y el cine, cómo llegó a su vida?

R. Todo lo que sé de cine lo he aprendido en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que ha sido mi escuela. Alrededor del año 2003 entré en un curso para asistentes de dirección que impartía el director de cine Jorge Luis Sánchez. Después tuve dos buenos maestros. Un joven realizador, que no está en Cuba en estos momentos y que se llama Hoari Chiong, y el director Fernando Pérez me enseñaron mucho del oficio y del arte cinematográfico. Con este último hice las cintas Madrigal y Martí, el ojo del canario. Aunque he trabajado con otros directores, hasta hoy he participado en 14 películas como asistente, Fernando fue una escuela, porque el cine de él está muy cerca del cine que yo quiero hacer. Hay una identificación.

P. ¿Qué cree de las exigencias de un grupo de cineastas que se han dado en llamar el G20 para la promulgación en Cuba de una Ley de Cine?

R. Aunque no pertenezco al grupo, estoy de acuerdo en que tenemos que lograr una ley de cine, y con rapidez. Todos los países de la región la tienen y no se concibe que en Cuba, exponente del cine mundial, y en el siglo XXI estemos tan atrasados y no tengamos una moderna ley de cine. Porque sí tenemos una, pero del año 1959 cuando se fundó el ICAIC, pero se hizo hace más de 50 años y no tiene que ver con lo que está ocurriendo en el audiovisual en el mundo y menos con el de este país que ha cambiado tanto.

"En este país hace falta mucho ese tipo de diálogos, pues cada cual tiene su verdad y entonces no escucha a su interlocutor"

Estamos en el mejor momento para que esto se dé, porque se habla mucho de cambios o posibles cambios que se pretenden tomar, y este es uno de los que se puede hacer ya. Cada día que pasa sin que esto salga adelante, la que más sufre es la cultura cubana. Una ley de cine no puede ser creada por burócratas ajenos a la realización cinematográfica, sino que tiene que ser hecha por personas que entiendan de cine.

P. ¿Cree que el grupo logrará sus objetivos?

R. El G20 es un movimiento que se ha ido imponiendo y buscando su espacio, pero todavía es ignorado por las máximas autoridades. Esta compuesto por personas muy valiosas pero quiero destacar que tiene dos grandes estrategas, nobles cubanos y excelentes personas. Una es Rebeca Chávez y el otro es el propio Fernando Pérez. Hay que apoyar este movimiento para evitar que el inevitable desgaste lleve a que se desintegre, porque ha logrado que se sienten a verse las caras y a que representantes del Gobierno y del ICAIC hablen con los cineastas y jóvenes independientes. Esto es muy bueno, porque aquí en este país hace falta mucho ese tipo de diálogos, pues cada cual tiene su verdad y entonces no escucha a su interlocutor.

P. ¿Pasa la difusión cinematográfica en Cuba por un mal momento?

R. Se hacen películas en Cuba que luego no se ven porque el estado de los cines y la política de promoción no ayuda. Me aterré cuando supe hace unos años que los partidos de fútbol se estaban transmitiendo en los cines, porque eso destroza las salas y mezcla las cosas. El lugar para ver un partido de fútbol con una pantalla es un parque o una plaza. Igual ocurre con los conciertos en el cine Yara, que violentan un espacio que no ha sido creado para ese fin. Para colmo, muchas veces no hay un buen mantenimiento de esos lugares, ni de los equipos, que son muy costosos y necesitan constante cuidado.

Las propias salas privadas de cine 3D lograron que pudiéramos entrar a un lugar a ver una película con surround, mientras que el ICAIC solo tiene una sala con esa tecnología, que es el Chaplin. Uno de los argumentos que las autoridades esgrimieron para cerrar las salas de cine 3D fue que la programación era mala, pero sucede que es la misma que ponen en la televisión. Se pierde el interés de ver una película en un cine si las condiciones no están creadas. Con un ventilador ruidoso al lado, no hay quien se adentre en la atmósfera de una película.

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