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Grecia se aleja del abismo del "Grexit" para adentrarse en un futuro incierto

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con el primer ministro griego, Alexis Tsipras en Bruselas. (UE)
María Ruiz Nievas

18 de julio 2015 - 14:46

Bruselas/(EFE).- Grecia y sus acreedores internacionales llegaron hace cinco días a un acuerdo que parece no contentar por completo a nadie, pero que aleja al país, de momento, de la salida del euro para ponerlo en la supuesta senda de la vuelta a la estabilidad, aún incierta y previsiblemente llena de obstáculos.

"No va a ser fácil. Vamos a encontrar problemas en los próximos años, pero creo que seremos capaces de resolverlos", reconocía este viernes el recién reelegido presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, tras anunciarse que la eurozona había llegado a un acuerdo para empezar a negociar con Atenas el tercer programa de asistencia financiera al país.

Hasta 86.000 millones de euros para los próximos tres años, 50.000 de los cuales serán con cargo al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) o fondo permanente de la eurozona, a cambio de reformas estructurales de calado y recortes dirigidos a reconducir la maltrecha economía griega.

Son muchas las incógnitas que quedan por delante, desde cómo se conseguirán los otros 35.000 millones -se espera una contribución del FMI y lograr el resto mediante privatizaciones y acudiendo al propio mercado-, hasta si Atenas será capaz de materializar las reformas que acuerde su Parlamento y poner fin a cinco años de crisis.

Hasta ahora Grecia ha cumplido con lo pactado el pasado lunes en la cumbre de líderes del euro tras 17 horas de complejas negociaciones.

El Parlamento heleno aprobó ya en la madrugada del jueves un primer paquete de medidas prioritarias destinadas, entre otras cosas, a racionalizar el sistema del IVA, mejorar la sostenibilidad de las pensiones y garantizar la independencia de la oficina nacional de estadística.

Sin embargo, 32 diputados de Syriza votaron en contra, lo que ha sacudido el liderazgo del primer ministro, Alexis Tsipras, quien ha optado por remodelar su Gobierno y sustituir a algunos de los más críticos como el titular de Energía, Panayotis Lafazanis.

La siguiente cita parlamentaria en Grecia que habrá que salvar es la del próximo miércoles, cuando se vota la Ley de Enjuiciamiento Civil y la trasposición de la directiva sobre reestructuración y resolución bancaria, también a raíz del pacto sellado en Bruselas a principio de semana.

"Este es solo el comienzo del proceso", advierte en declaraciones a Efe Vincenzo Scarpetta, analista del centro de estudios Open Europe, quien asegura que Tsipras tendrá que esforzarse por lograr el apoyo de su partido y recurrir a la oposición para poder aprobar las reformas necesarias.

Según Scarpetta, "el camino que tiene por delante Grecia es tan largo y lleno de obstáculos que la salida del país del euro no puede descartarse definitivamente en este momento".

Tras la luz verde de la eurozona para comenzar a negociar el rescate, queda por concretar la condicionalidad que se adjuntará al desembolso de ayuda a Grecia, el llamado "memorándum de entendimiento", así como otra votación en varios parlamentos nacionales previa al desembolso efectivo del primer tramo de la financiación.

El proceso se calcula que podría llevar varias semanas, probablemente hasta mediados de agosto, cuando se espera la celebración de un nuevo Eurogrupo extraordinario antes de que pueda comenzar a ser efectiva la ayuda.

Mientras llega el tercer rescate y para evitar que Grecia incurra en un impago al Banco Central Europeo (BCE), que este lunes debe recibir de Atenas 3.500 millones de euros, más 700 millones en intereses, los socios de la UE concederán al país un crédito puente de 7.160 millones de euros, en tres meses y dos entregas, del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (MEEF).

En paralelo, y a la vista de los avances, el BCE decidió este jueves aumentar en 900 millones la línea de liquidez de emergencia con la que cuenta Grecia, pero está también por ver si decide seguir apoyando al país en el futuro.

Una vez iniciado de facto el programa de ayuda a largo plazo, Atenas tendrá que aceptar de nuevo la supervisión de la troika -el BCE, la Comisión Europea, y el Fondo Monetario Internacional- del progreso de las reformas, condición sine qua non para el desembolso de cada tramo de ayuda.

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