Sushila Karki, la jueza que combatió la corrupción y la primera mujer en liderar Nepal
Nepal
Para la jurista se hizo una excepción, dado que la Constitución solo permite designar como primer ministro a un miembro del Parlamento, condición que no cumple
Katmandú/La ex presidenta del Tribunal Supremo de Nepal Sushila Karki, de 73 años, se convertirá en la primera mujer en encabezar un Gobierno en el país, tras ser designada primera ministra interina con el respaldo de la autodenominada "Generación Z", el movimiento juvenil que forzó la caída del anterior Ejecutivo en menos de 24 horas.
Nacida en el distrito oriental de Morang, Sushila Karki presidió el Tribunal Supremo de Nepal entre julio de 2016 y junio de 2017, tras una trayectoria en la que destacó por su actuación en casos de corrupción. Se formó en Derecho en la Universidad Hindú de Benarés (Varanasi, India), donde inició su vínculo con el Congreso Nepalí, partido de orientación socialdemócrata.
De regreso a Nepal ejerció como abogada y en esa etapa conoció a su esposo, el activista del Congreso Nepalí Durga Prasad Subedi. En 2009 fue designada jueza ad hoc del Tribunal Supremo, cargo al que accedió de forma permanente un año después, hasta llegar a la presidencia de la corte en 2016.
Durante su mandato impulsó sentencias de fuerte impacto político, como la condena por corrupción de un ministro en funciones o el fallo que reconoció a las mujeres el derecho a transmitir la ciudadanía nepalí a sus hijos, un derecho que hasta entonces estaba limitado a los hombres.
Su gestión no estuvo exenta de controversias: en 2017, una moción de censura impulsada por el Congreso Nepalí y el Partido Comunista-Maoísta buscó apartarla del cargo por supuesta intromisión en competencias del Ejecutivo, aunque la medida fue finalmente revocada y el caso archivado poco antes de su jubilación.
El apoyo de Karki entre la sociedad civil, que vio en la jueza un símbolo de imparcialidad, y de actores internacionales como Human Rights Watch, la convirtió en una figura que gozaba de cierta independencia
El apoyo de Karki entre la sociedad civil, que vio en la jueza un símbolo de imparcialidad, y de actores internacionales como Human Rights Watch, la convirtió en una figura que gozaba de cierta independencia respecto a la tríada política tradicional de Nepal. Su nombramiento como jefa de Gobierno interina, tras las protestas de la "Generación Z" que tumbaron el Gobierno del ex primer ministro K.P. Sharma Oli, no estuvo exento de obstáculos. La Constitución de Nepal solo permite designar como primer ministro a un miembro del Parlamento, condición que Karki no cumple.
Sin embargo, la presión de las protestas y el consenso entre distintos actores políticos y sociales permitieron desbloquear la excepción que facilitó su designación. Ahora, Sushila Karki tendrá que hacer frente a la reconstrucción de un país que ha sido testigo en las últimas semanas de una violencia sin precedentes contra la clase política, tras las que más de medio centenar de personas han fallecido y un millar han resultado heridas.
Sushila Karki encarna a sus 73 años la paradoja de convertirse en el rostro de una revuelta nacida entre las generaciones más jóvenes de Nepal, organizadas en redes sociales y sin un liderazgo definido, que encuentran en ella la figura necesaria para una transición democrática y justa.