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Venezuela, allá donde la escasez pone a prueba la imaginación

Los taxistas de Maracaibo utilizan para crear sus ingeniosos vehículos y hacer frente a la escasez de gasolina.

Un hombre conduce una bicicleta modificada mientras transporta a un pasajero en Maracaibo. (EFE)
Sabela Bello

30 de mayo 2020 - 14:01

Maracaibo/(EFE).- Unos trozos de madera, un carrito de helados, unos hierros, caucho viejo, una botella de plástico o, incluso, una sonda clínica son solo algunos de los artilugios que los taxistas de Maracaibo, en el noroeste de Venezuela, utilizan para crear sus ingeniosos vehículos y hacer frente a la escasez de gasolina.

Resiliencia, adaptación y superación son las palabras que mejor definen a los maracuchos, acostumbrados a todo tipo de vicisitudes que los obligan a enfrentar las adversidades diarias sin perder la sonrisa y, sobre todo, sin permitir que su ingenio se agote. Es el turno de los taxistas, quienes recurren a su inventiva para seguir trabajando, pese a la carencia de combustible.

La imaginación no tiene límites y así lo ponen de manifiesto Miguel Ferrer y Guillermo Sierra, quienes, con una bicicleta y poco más armaron sendos vehículos que les ayudan a llevar cada día a sus casas un puñado de bolívares para dar de comer a sus familias.

Unos viejos hierros, trozos de caucho y tacos de madera adosados con destreza a su bicicleta fueron suficientes para que el hombre pueda seguir trabajando

Ferrer, un bicitaxista de 58 años que se mueve por las zonas con mayor afluencia de Maracaibo, explicó a Efe que modificó su bicicleta para poder transportar todo tipo de materiales o movilizar a personas que requieren de sus servicios.

Con una inversión de 10 dólares, armó un original vehículo que le permite no tener que preocuparse por la falta de gasolina. Unos viejos hierros, trozos de caucho y tacos de madera adosados con destreza a su bicicleta fueron suficientes para que el hombre pueda seguir trabajando.

La escasez de combustible y, por ende, la ausencia de transporte público han puesto en auge el negocio de Miguel, aunque no libre de riesgos, puesto que "los policías están decomisando bicicletas que vean llevando gente", así que debe "cuidarse" para evitar que su emprendimiento no fracase y deje a su familia sin sustento.

Con la misma cautela se maneja Guillermo Sierra, quien detalló a Efe que él únicamente utilizó madera reciclada para tunear su velocípedo, con el que moviliza a personas entre las zonas comerciales y los barrios más desfavorecidos de la capital del Zulia.

El hombre, de 54 años de edad, apenas se detuvo unos segundos para hablar de su vehículo, ya que iba con "una carrera" a la que no podía desatender. El cliente es lo primero. Y el escaso emolumento que cobra por el transporte, también. No hay tiempo que perder.

Apenas 150.000 bolívares (unos 80 centavos de dólar) es lo que cobran estos bicitaxistas por una carrera larga, mientras que por las más cortas se llevan unos 80.000 bolívares, es decir, poco más de 40 centavos de dólar.

Las mismas cantidades cobran quienes, directamente, han acoplado a sus bicicletas carritos de esos que otrora usaban para vender helados. El ingenio les ha llevado a reinventarse y cambiar de profesión sobre la marcha. El lugar que antes ocupaban los gélidos dulces lo llenan ahora los pasajeros que se desplazan por Maracaibo.

Los mototaxistas también se vieron obligados a buscarse la vida ante la falta de gasolina, gratuita en Venezuela hasta hace poco tiempo

A falta de una bicicleta, cuyo consumo de combustible es igual a cero, los mototaxistas también se vieron obligados a buscarse la vida ante la falta de gasolina, gratuita en Venezuela hasta hace poco tiempo.

A los maracuchos, la actual crisis de carburante no los pilló tanto por sorpresa como a los habitantes de otras regiones, menos acostumbradas a esta inusual situación, ya que cualquier problema que vive Venezuela llega antes a Maracaibo: apagones, escasez de agua, falta de medicamentos o desabastecimiento en general.

Pero nadie, ni siquiera ellos, pese a la costumbre, están ajenos a esta coyuntura, así que toca arreglárselas como sea.

Una botella de plástico y una sonda clínica se convierten en pura magia a manos de los ingeniosos motoristas.

El recipiente se llena con la gasolina que logran conseguir después de horas de búsqueda y precios estratosféricos. Se coloca estratégicamente la sonda, que va directa al carburador de la moto, suministrando el combustible gota a gota y sin gastar ni un ápice más de lo necesario.

De esta forma, el depósito de la moto no se llena de gasolina, sino que el carburante va a la vista dentro de la botella transparente para poder calcular con precisión el consumo.

Con este sistema, un litro de gasolina alcanza para rodar entre 30 y 45 minutos, un tiempo impensable si la misma cantidad se usara de la forma tradicional, directamente desde el depósito del vehículo.

Con este sistema, un litro de gasolina alcanza para rodar entre 30 y 45 minutos, un tiempo impensable si la misma cantidad se usara de la forma tradicional, directamente desde el depósito del vehículo

Los zulianos están muy acostumbrados al calor, ya que en esa zona del país las temperaturas suelen subir de los 40 grados centígrados habitualmente.

Cuando hay agua, luz y gasolina se pueden refrescar, encender los aires acondicionados y viajar en vehículos cubiertos donde los rayos del sol no llegan, aunque sí el calor y la humedad, pero la costumbre ha logrado que puedan convivir con esos inconvenientes sin mayores problemas.

Sin embargo, sobre una bicicleta y pedaleando sin descanso, lo que antes eran pequeños inconvenientes se convierten en un gran problema, incluso para la salud.

Pero ni la escasez de gasolina ni la falta de agua ni los apagones que duran días enteros borran la sonrisa de la cara de los maracuchos. Pase lo que pase, ellos ponen al mal tiempo buena cara.

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