Dios los cría
Las espinelas de esta semana, dedicadas al encuentro entre el papa Francisco y Miguel Díaz-Canel en el Vaticano
Nueva Jersey/Se fue a Roma ese fulano
–el del cuerpo de tamal–,
que agobia al pueblo cubano.
Lo recibió el Vaticano
como al hijo que regresa
y que se sienta a la mesa
y se pone a celebrar
que la junta militar
tiene a toda Cuba presa.
"Se espera que hayan hablado"
–se entiende: tras bambalinas–
de otras cosas no divinas
que al pueblo han martirizado.
Pienso en el terror de Estado
–omnímodo, omnipresente–
que instituyó el delincuente
de la junta militar
que nos ha hundido en el mar
con su rabia pestilente.
"Tal vez le han puesto presión
los fieles del Vaticano
a ese dictador cubano
que ordena la represión".
A quienes Cuba nos duele
–nos inspira y nos repele–,
nos insulta esa visita,
hoy que el Papa felicita
pasó por el Vaticano
que en el llano y en la loma
impide que el pueblo coma
lo que el pueblo ha de comer.
Cuánto anhelo ver arder
–además de en mi cuaderno–
en las llamas del infierno
al castrismo y su poder.
Aunque no le importa un cuerno
la nobleza celestial,
–el adalid del infierno
dantesco, de aquel averno
fue a Roma a tomar café
con el Papa –¡al Vaticano!–,
mientras el pueblo cubano
a diario pierde la fe.
El Vaticano y Fidel
–en seis décadas y media
de religión y tragedia,
de procesión y cuartel
(que heredó Díaz-Canel),
de modificar los mapas,
de dogma y de dictadura
y pésima agricultura–
no han dado más de seis papas.
y su junta militar
quieren desacralizar
juntos al catolicismo.
que impuso su dictadura,
y hoy que la cosa está dura
–y han partido a Cuba en dos–,
buscan camuflar con Dios
un mal que no tiene cura.
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