Los apagones están matando al comercio privado en Cienfuegos
Cienfuegos
Los únicos que se salvan son los que tienen un local cerca de los hospitales y otras zonas "protegidas", donde la luz se va menos
Cienfuegos/Los comerciantes llevan meses sufriendo apagones, pero la caída del Sistema Energético Nacional (SEN) del pasado miércoles está siendo el tiro de gracia para el sector privado en Cienfuegos. Entre alimentos echados a perder, locales asfixiantes por el calor y clientes que se alejan de las calles a oscuras, la crisis se agrava.
A Luis, dueño de un pequeño punto de venta en el Reparto Iglesias, se le malograron este jueves las últimas hamburguesas que guardaba. "Cada vez me cuesta más trabajo mantener los productos bien refrigerados, porque no nos dan tregua", dice el hombre de 46 años. Su única alternativa ha sido llevar la mercancía a casa de su suegra. "Estoy pensando seriamente en poner el negocio en su casa, en la zona del Hospital Pediátrico donde se va menos la luz".
La nueva caída del SEN le confirmó que necesita una solución inmediata antes de que las pérdidas sean irreparables. Por el momento ya el golpe para el bolsillo ha sido significativo. Cierres antes de hora porque en la noche las penumbras envuelven toda la cuadra donde tiene su cafetería y los refrigeradores vacíos y con las puertas abiertas "para que se ventilen".
Aunque dispone de dos freezers, la refrigeración resulta inútil frente a cortes eléctricos que superan las 20 horas diarias. "Las personas vienen a tomarse una cerveza o un refresco para mitigar el calor, pero cuando les digo que todo está caliente, se van sin consumir nada", lamenta. En el último mes intentó sustituir cárnicos y bebidas por confituras, pero tampoco le ha funcionado. "Cuando los clientes se habitúan a una oferta, no es bueno cambiarla de golpe. Tengo que establecerme en un sitio donde no falte la electricidad", insiste con ilusión.
Pero hallar un espacio en los circuitos protegidos, los únicos que mantienen electricidad aunque el resto de la ciudad esté apagada, es casi imposible. Yolanda, que hasta hace unos días tenía su cafetería en la Calzada de Tirry, lleva semanas caminando alrededor del Hospital Materno. "Ya todos los portales que reúnen condiciones están ocupados", explica. "Quienes no podemos comprar una planta eléctrica estamos obligados a situarnos en lugares que el Gobierno protege dándoles corriente. Si no lo hacemos así, tenemos que entregar la licencia. Lo afirmo yo, que el trimestre pasado apenas tuve para pagar lo básico y hacer inversiones mínimas".
La búsqueda de un local en esas zonas se ha vuelto una carrera encarnizada. Si antes de la crisis energética las rentas ya eran caras, ahora se disparan. "Los dueños están pidiendo que se les pague en dólares americanos", asegura Yolanda. "Hace un momento vi un portal de apenas seis metros cuadrados y la dueña me pidió 30 dólares diarios. Igual me dijo que ya está ocupado por unos cuentapropistas que empiezan mañana. Todavía me queda ir frente al cuerpo de guardia del hospital. No pierdo las esperanzas. Algo aparecerá".
Ante la subida de precios, algunos optan por unirse. "Mi cuñado tenía su venta de cárnicos en La Playa y yo vendía confituras cerca de la Universidad. Los apagones nos estaban matando. Conseguimos un garaje en el Reparto Dubroq, protegido por la zona industrial", cuenta otro emprendedor. "Pagamos 400 dólares al mes, sí, pero compartimos. La corriente no es problema. Cada cual atiende lo suyo y vamos a medias con el alquiler".
No todos, sin embargo, pueden mudarse. Odalys, dueña de la cafetería La Milagrosa, se aferra a su pequeño local cerca del hospital provincial. "Yo no cuento con los recursos para moverme. Le pago a una señora que vive en un circuito protegido para que me guarde productos en su nevera".
El valor de las casas en la ciudad ahora no depende tanto de la cantidad de metros cuadrados que tenga ni de su estado constructivo, sino de la ubicación en una zona donde los apagones no son tan prolongados. La cercanía a un centro hospitalario, una industria vital o una instalación oficial cambia toda la perspectiva.
El sueño de muchos dueños de negocios particulares es poder trasladar su local a una de esas cuadras privilegiadas.