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La casita "acongojada" de Santos Suárez, ejemplo de la debacle inmobiliaria en Cuba

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A la venta en 4.500 dólares una vivienda que se está cayendo

Toda la armazón se inclina a la izquierda y cada elemento –desde la puerta hasta los dinteles– está combado. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

08 de mayo 2025 - 12:41

La Habana/Para quien pase a toda velocidad, a pie o en bicicleta, por la calle Heredia del barrio habanero de Santos Suárez, la casita le parecerá recién salida de El Señor de los Anillos. La estructura extraña, la puerta colorada y el techo cubierto de vegetación recuerdan precisamente a la Comarca de Tolkien. Hay que bajarse del vehículo o detener el paso para que el inmueble –si no es ironía llamarlo así– muestre su verdadero talante. 

La casita se está cayendo. Eso lo dice todo. Toda la armazón se inclina a la izquierda y cada elemento –desde la puerta hasta los dinteles– está combado. Sin embargo, el lugar está en venta. 

Por 4.500 dólares cualquier cubano –o extranjero– podrá adueñarse de este fragmento de la Tierra Media trasplantado en La Habana. El precio, valoran muchos, es excesivo, pero se paga por el terreno en uno de los mejores barrios de la capital, no por el precario inmueble, que habrá que destruir para hacer la parcela habitable. O al menos eso defienden sus dueños. 

Recelosos, en un diálogo escueto, los propietarios lo dejan claro al potencial cliente: “Esto es para tumbarlo y hacerlo nuevo”

Recelosos, en un diálogo escueto, los propietarios lo dejan claro al potencial cliente: “Esto es para tumbarlo y hacerlo nuevo”. 

Aunque parezca increíble, el inmueble está habitado. Según los vecinos, quieren irse del lugar y por eso buscan quien pueda pagar no solo el terreno, sino el futuro arreglo. Con la cifra correcta en el bolsillo se podrían hacer milagros con ese tramo de la calle Heredia. Al fin y al cabo, si hace un año se podía quemar las naves y venderlo todo antes de irse de Cuba, ahora hay que pensárselo dos veces. 

“Cuando se habla de migrar, aquí siempre se refería uno a EE UU”, dice una vecina a este diario, que se acercó al barrio. “Pero aquí no venden por eso, sino para irse para otro lugar, un poquito mejor”. 

Si antes la brújula del migrante marcaba inequívocamente el rumbo norte, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha cambiado las reglas del mercado inmobiliario. Muchos prevén una subida de los precios tras el desplome del último año, cuando cualquier cubano vendía hasta el alma al diablo con tal de pagar el avión. No obstante, aunque las vías abiertas con el parole parecen haberse cerrado, eso no significa que los cubanos no continúen entrando al país vecino, sobre todo por la frontera sur. Y mientras haya migración habrá casas en venta. 

Que la casita –desbaratada y todo, sigue tratándose de una buena zona capitalina– esté a 4.500 dólares muestra la debacle de un mercado que, en cualquier país, y más en una ciudad que antaño tuvo tanto encanto como La Habana, da millones a clientes e inmobiliarias. 

Las calles de Santos Suárez gritan todo lo que les falta: Paz, Flores, Milagros

Otra dimensión de este drama, y quizás la más importante, es la personal. Basta echar un vistazo por encima de la cerca para constatar las condiciones que cualquier persona tendría que enfrentar si vive en ese sitio tal cual está. Dos columnas de mampostería son lo único que la mantiene en pie. En el portalito, el espaldar de una silla escolar sobre una base improvisada; un pasillo que no se sabe adónde va a dar y un perro que olisquea la entrada, con la intención de levantar la pata.

Solo se puede adivinar qué hay en el interior, cómo se cocina o se duerme en un lugar así, por qué vía entra el agua y de qué modo puede llegar la electricidad, aunque en un país casi siempre apagado, estas preguntas casi no inquietan. Las calles de Santos Suárez gritan todo lo que les falta: Paz, Flores, Milagros…

La vida es, en efecto, tan medieval como en El Señor de los Anillos, pero sin romanticismo ni fantasía. En Santos Suárez se vive con los pies en la tierra, conscientes de que de noche cualquier barrio habanero puede ser tan peligroso como Mordor, y sabiendo que en Cuba no vendrá un mago a salvar a nadie.

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