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Las críticas de un arquitecto cubano a la torre de 23 y K desatan la ira de la prensa oficialista

Rafael Muñoz expresó en su blog sus inquietudes acerca de los "puntos oscuros" de la construcción

La torre de K y 23 ha cambiado ya el perfil reconocible de La habana, con el Hotel Nacional, el Habana Libre y el Focsa, todos construidos antes de 1959. (14ymedio)
14ymedio

08 de junio 2022 - 22:35

La Habana/Los habaneros han visto levantarse el que será el edificio más alto de La Habana, en 23 y K, el corazón de El Vedado, en muy pocos meses y sin la habitual propaganda por parte de las autoridades cubanas cuando de un logro se trata.

La construcción, que en la calle llaman "torre López-Calleja" por ser obra del conglomerado militar Gaesa, comandado por el general ex yerno de Raúl Castro, fue anunciada a bombo y platillo hace cuatro años, como futuro hotel de 154 metros de altura y 42 pisos, parte del ambicioso plan de ofrecer 100.000 habitaciones en Cuba para el año 2030, pero pronto fue cubierta con un velo de silencio.

La gente no entendía el desarrollo desaforado de alojamientos de cinco estrellas en un país donde más de la mitad de las viviendas necesitan reparaciones urgentes.

Este lunes, por primera vez desde 2018, cuando presentaron una maqueta, la prensa oficial se ha pronunciado sobre la obra mastodóntica. Lo ha hecho solamente para defender que en la construcción "el control de la calidad es riguroso y constante", luego de que varios expertos lo pusieran en cuestión.

La polémica comenzó con un texto del arquitecto cubano residente en Berlín Rafael Muñoz, quien en su blog Malanga Blue se expresó de manera contundente sobre la torre: "No voy a hablar ahora de todo lo que sabemos, del irrespeto a las leyes urbanísticas, del uso de materiales equivocados, de la contratación de proyectos extranjeros en detrimento de profesionales locales, del disparate económico que representa, sino literalmente de 'el parto', pues he visto esta foto hoy y como arquitecto, no me queda más remedio que señalar los puntos oscuros de esta construcción".

El especialista se refería a una imagen del edificio en la que se apreciaba la malla de la que estaba recubierta y sobre la que recomendaba que se hiciera zoom para analizar la superficie del hormigón "recién vertido": "Veamos ese gran parche sobre la viga en el tercer nivel. Contemplemos después la sucesión de puntos oscuros que contrastan sobre el hormigón más claro en la pared más cercana en la foto. No, eso no es una obra de arte sino 'cucarachas', lugares a los que por falta de vibración, la masa de hormigón no llegó y quedaron oquedades en su superficie. La reparación es costosa y requiere de materiales y resinas especiales si se hace bien. Lo malo de las cucarachas es que solo puedes 'tapar' los huecos que quedaron a la vista, sobre la superficie. Pero ¿y los que no se ven? ¿Las que quedaron en medio del hormigón?".

Muñoz también criticaba "los bordes y uniones entre elementos", cuyo color, de nuevo diferente, delata "un segundo vertido de hormigón para corregir el fallo del primero". Esto, aclaraba el arquitecto, "no es un problema en sí, si se hace bien", y expresaba: "Doy por sentado que han hecho lo correcto, sellado la junta y siguieron creciendo. De todos modos, a simple vista la calidad de terminación de la superficie de esa pared ciega no es buena. Las luces y las sombras en una pared vertical son siempre señal de que algo no fue según lo planeado".

Por último, el arquitecto llamaba la atención sobre la falta de "protecciones y señalizaciones" para los trabajadores. "¿Por qué se colocan solamente una malla en los pisos altos y no en todo el edificio como corresponde y prevén las normas cubanas?", se preguntaba Muñoz. "¿Hay que esperar a que alguien caiga al vacío para lamentar la pérdida, culpar al bloqueo y prometer una investigación de algo que se ve a simple vista antes de que pase?".

El ingeniero refería que "la diferencia de color entre los elementos se debe a la aplicación de diversas fórmulas y aditivos, todas aprobadas y validadas"

El experto iba más allá, al cuestionar: "¿Qué creen que pase si de manera accidental o intencional se desprende un ladrillo, una carretilla, un vagón y cae desde el piso 20 sobre la calle 23 encima de una guagua? ¿O si de pronto, como consecuencia de las lluvias de estos días se forma un vendaval y comienza a volar cemento y materiales sobre la ciudad?", además de recordar la explosión del Saratoga, hace un mes, o el accidente que costó la vida a un cliente en 2020 en el hotel Meliá Habana, al desplomarse el ascensor en el que iba: "Cuando un hotel vuela es consecuencia de la suma de muchas negligencias, de mal trabajo, de ignorar normas, procedimientos y leyes".

Muñoz también aseveraba que ninguno de los materiales usados "son de alta tecnología": "Todos están al alcance de una obra de ese calibre en Cuba. Téngase en cuenta que se está construyendo un hotel 5 estrellas de 42 pisos de alto más sótanos cuyo valor sobrepasará sin mucho esfuerzo los 55 o 60 millones de dólares (por lo bajito). Asegurar que no ocurran accidentes no sobrepasa el 1% del costo de la obra, pero puede asegurar vidas o daños a terceros. Además es mostrar respeto por la vida ajena y la propiedad ajena. Pero si eso no bastara, sería al menos para cumplir las leyes cubanas".

El texto, replicado por medios independientes, provocó la reacción de Alejandro Manuel Silva González, que en una publicación de Facebook se identificó como "parte del equipo de ingenieros que ha elaborado el proyecto de estructura y que durante más de dos años ha realizado controles de autor al menos una vez a la semana".

Ese mismo post es el que ha glosado Granma este martes en su artículo sobre el hotel al que llama "K23". El diario del Partido Comunista reproduce las declaraciones de Silva González, que aseguraba que "el hormigón vertido en la obra supera la resistencia de 50 MPa y las dosificaciones utilizadas están avaladas por laboratorios nacionales y reconocidas instituciones internacionales".

El ingeniero refería que "la diferencia de color entre los elementos se debe a la aplicación de diversas fórmulas y aditivos, todas aprobadas y validadas" y que en la obra se siguen las normas de seguridad que margan las leyes. Todo ello, acompañado por fotos, también reproducidas por el periódico oficial.

Esas fotos, respondió Rafael Muñoz en una nueva entrada en Malanga Blue, "no han hecho más que reafirmar mi opinión", si bien aclaraba: "Vaya por delante que me he opuesto a comentarios alarmistas que afirman que el edificio caerá. No va a pasar. Nunca he puesto en dudas, ni siquiera he mencionado la resistencia especificada, el uso de aditivos en el hormigón, o la complejidad de la obra". Su análisis, detallaba, se refería a "la calidad de las terminaciones de esas fundiciones de hormigón" y a la "observancia de la regulaciones de obras en Cuba en términos de seguridad".

En su publicación en Facebook, otros colegas apostillaron su punto de vista. Por ejemplo, Ernesto Herrera Quintas, que celebra el "excelente análisis" de Muñoz y critica "la contraparte que publicó el ingeniero", que "generó más dudas porque obvió muchos puntos importantes".

Ese edificio no hay por donde cogerlo. Sea por feo, por uso de materiales inadecuados, por contratar extranjeros en vez de nacionales"

Maurys Alfonso Risco expresó que le preocupaban "otras cosas": "La efectividad de una pared cortina en un país donde no hay tradición y el mantenimiento preventivo es 0. Pienso en los innecesarios elementos de enchapado que lo rodearan y pienso en el mural de Amelia, justo al frente. En mi caso siempre le he disparado desde la parte de vista estética pero no dejan de saltarme muchas inquietudes técnicas al mismo tiempo y conociendo el paño".

A ello le respondía el propio Muñoz: "Ya eso es otra arista, que no quise tocar. Ese edificio no hay por donde cogerlo. Sea por feo, por uso de materiales inadecuados, por contratar extranjeros en vez de nacionales".

Además de Granma, con su breve glosa del ingeniero Silva González, replicó a Muñoz, este martes, el espacio televisivo Con Filo, destinado a desprestigiar no solamente opositores, activistas y periodistas independientes, sino a cualquier experto que lleve la contraria al régimen cubano. Sin ofrecer más argumentos, se intenta descalificar al arquitecto como expertos "en la modalidad de teletrabajo".

Al margen de cualquier discusión, la obra que apenas a finales de 2020 seguía siendo casi un hueco –de esos que tanto abundan en las ciudades bombardeadas–, ha cambiado ya el perfil reconocible desde el Malecón, con el Hotel Nacional, el Habana Libre y el Focsa, todos construidos antes de 1959.

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