Unas 14 familias acampan en una calle turística de La Habana para exigir una vivienda

La policía amedrenta a los vecinos para que no denuncien su situación a la prensa independiente

Algunos policías frente al edificio donde ocurrió el derrumbe. Le han prohibido a los vecinos hablar con la prensa independiente. (14ymedio)
Algunos policías frente al edificio donde ocurrió el derrumbe. Le han prohibido a los vecinos hablar con la prensa independiente. (14ymedio)
Luz Escobar

30 de junio 2018 - 18:23

La Habana/A pocos metros del lugar donde los turistas se afanan por hacerse una foto con el cartel de la calle Cuba, en La Habana Vieja, una decena de personas se han plantado a las afueras de un edificio medio derruido para exigir una vivienda digna. Al menos 14 familias llevan cinco días a la intemperie, según los testimonios recogidos por 14ymedio.

Después de un intenso aguacero el pasado fin de semana se derrumbó una parte del techo del inmueble en el número 662 de la calle Cuba. Sentados en la acera desde el lunes, sus residentes reclaman que las autoridades los reubiquen en otro edificio o en uno de los numerosos locales estatales vacantes del área.

Este viernes, bajo el sol fuerte del mediodía algunos residentes buscaban cobijo en una estrecha sombra que proyectan las fachadas, a la espera de una respuesta oficial a sus reclamos.

Los turistas caminan por el barrio, ajenos a la escena de una hilera de familias que utilizan la calle como si fuera una casa común, donde lo mismo duermen a un bebé en su cochecito que preparan un poco de café con una extensión eléctrica que sale desde el interior de una vivienda de vecinos solidarios.“Es peligroso entrar al edificio, por eso estamos aquí para protegerlos de morir aplastados”, explica uno de los oficiales a 14ymedio, mientras juega con su tonfa. La advertencia surte poco efecto pues en el interior del inmueble están todas las pertenencias de las familias y algunos se arriesgan para recuperarlas.

“Si no sacamos nuestras cosas se van perder”, explica un vecino que en un inicio dice su nombre a este diario pero unos minutos después pide el anonimato para evitar “sufrir represión después que salga el escrito en internet”. Ninguno quiere arriesgar con su denuncia la posibilidad de obtener un techo seguro.

No obstante, la inconformidad está a flor de piel. “Estamos en la calle, no ha venido nadie ni del Gobierno, ni del Instituto de la Vivienda, la única respuesta que hemos recibido es que debemos esperar y que no hay capacidad en los albergues”, agrega el residente.

A finales del año pasado, tras los daños dejados por el huracán Irma en la capital cubana, la disponibilidad de espacios para alojar a los que perdieron sus casas se agotó en los albergues, locales colectivos de tránsito donde las familias pueden esperar hasta dos décadas por una vivienda.Las autoridades reconocen que el problema habitacional constituye la primera necesidad social en Cuba, con un déficit de más de 800.000 viviendas. Este problema se agrava porque en la última década la construcción de casas nuevas ha caído en un 20%. Al cierre de 2015 apenas superaban las 23.000, más de la mitad levantadas a través de la gestión privada.

A las afueras del edificio semiderruido de la calle Cuba, una mujer joven cuenta que el inmueble fue “declarado inhabitable” en 1980 y aunque han vivido un infierno en todo este tiempo “por suerte el día del derrumbe nadie salió herido”.

La mujer es pesimista y cree que no se va a resolver nada porque “la gente no está unida”, explica. “Nadie quiere hablar con la prensa porque tienen miedo y después viene la policía a preguntar quién estuvo hablando con los periodistas”.La protesta que están llevando a cabo supone un pulso con el Gobierno y la Oficina del Historiador de la Ciudad, que gestiona desde el punto de vista patrimonial toda la zona. Mucho más en medio de las celebraciones por los 500 años de La Habana que se cumplen en 2019 y que llegan en un momento de decadencia y estrecheces para la capital.

Esta semana el historiador de la ciudad, Eusebio Leal, llamó a recuperar "la dignidad" de La Habana y "no humillarla" pintándola "de colores que ella no conoce", tirando basura en sus calles u orinando en sus esquinas. “La dignidad empieza por la gente, por las casas”, le reclama un vecino mientras se abanica a las afueras de Cuba 662.

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