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"A los hoteles de Matanzas los obligan a vender solo cerveza Parranda"

Matanzas

Se trata de favorecer un producto más barato y de peor calidad para el mercado nacional, mientras Bucanero exporta sus mejores marcas

La estrategia de Parranda, por el momento, da resultados para los dueños de negocios. / 14ymedio
Pablo Padilla Cruz

28 de septiembre 2025 - 08:54

Matanzas/Varios negocios particulares en Matanzas se engalanan con carpas, banderas y afiches de la cerveza Parranda, una marca que en poco tiempo ha desplazado a sus competidoras nacionales en varios comercios de la Isla. Las autoridades incitan o, incluso, presionan a bares, cafeterías y restaurantes particulares para que contraten el servicio de toneles de esta marca a un precio competitivo, lo que ha disparado su consumo entre los habitantes de la ciudad.

“Como trabajadora no creo que sea una mala opción para los clientes, el precio de la cerveza varía entre 120 pesos el vaso pequeño y 250 la jarra”, comenta a este diario Yelena, que trabaja como dependiente en El Patio Colonial, sede de la Asociación Hermanos Saíz, cuya dirección decidió arrendar su espacio a un negocio particular con contrato para toneles de Parranda.

Sobre la reacción de los clientes, añade: “Ha tenido buena aceptación, aunque siempre hay personas cerveceras que se rehúsan a la Parranda y prefieren la Mayabe u otras marcas nacionales destinadas a la exportación”.

En el corazón de la barriada matancera de La Marina llegó Parranda. La administradora de un local explica a 14ymedio: “Debido a la baja demanda turística en la provincia y en especial en Varadero quisieron extender la venta a los particulares, así no se quedaban con los almacenes llenos de cerveza”. Pero la competencia está lejos de ser justa: “A los hoteles de la ciudad, por ejemplo, los obligan a vender solo Parranda, aunque tengan otras marcas”, confiesa.  

La AHS arrendó su espacio a un negocio particular con contrato para toneles de Parranda. / 14ymedio

Sus críticas van mucho más allá de las normativas que favorecen la marca. Sobre la calidad, opina: “Créeme, no es lo mismo la Parranda de tonel que la de botella. Los envases de plástico son de malísima calidad y le dan un sabor terrible a la cerveza. Son tan malos y tóxicos que no sirven ni para almacenar agua después de abiertos”. Sin embargo, alega que deben mantener el contrato a pesar de los clientes insatisfechos.

En 2024, varios lotes de Parranda fueron retirados de circulación por problemas de conservación que, según la empresa, ocurrieron fuera de la planta, en el proceso de almacenamiento y transporte. Este episodio generó un debate sobre la cadena de frío en Cuba y sobre la necesidad de acortar los tiempos entre la producción y el consumo. Como respuesta, la empresa anunció cambios en su logística y una estrategia para vender lo más directamente posible al consumidor final.

A pesar del incidente, la marca es un símbolo de la estrategia del Gobierno de atraer inversión extranjera directa hacia sectores de consumo masivo. La nueva planta de Mariel fue presentada en la prensa oficial como una de las más modernas de la región, equipada con líneas de embotellado de alta velocidad y sistemas automatizados. La inversión, estimada en unos 100 millones de dólares, fue concebida no solo para abastecer el mercado interno, sino también para reducir la dependencia de importaciones. La apuesta gubernamental por el éxito de la Parranda se manifiesta abiertamente.

El mapa cervecero cubano tiene tres polos principales. La Cervecería Bucanero S.A., ubicada en Holguín, es el gigante de la industria. Allí se elaboran las marcas Cristal, Bucanero, Mayabe y Cacique, en versiones de botella, lata y tonel. Es la planta de mayor capacidad y la que ha recibido inversiones para ampliar líneas de producción y modernizar el envasado, incluyendo toneles para el sector turístico. Aunque no se publican cifras desglosadas por marca, se estima que Bucanero concentra la mayor parte de la producción nacional.

"La Parranda es la mejor cerveza cubana de las que saben a carnavales. Pero sabe a cerveza de carnavales, no nos engañemos". / 14ymedio

En Camagüey, la cervecería Tínima mantiene un perfil más discreto pero estratégico. Produce la marca homónima y, cuando su capacidad lo permite, abastece a la región centro-oriental. Los reportes oficiales han destacado su reactivación en los últimos años después de periodos de inactividad por falta de materias primas. Su producción exacta no siempre se divulga, pero forma parte del volumen nacional consolidado.

El tercer polo es la más reciente incorporación al paisaje cervecero: la planta de la empresa mixta Cervecería Cubana S.A. en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, donde se produce la marca Parranda. Este proyecto, fruto de la asociación entre la estatal Cuba Ron S.A. y la holandesa Swinkels Family Brewers, fue presentado como una de las inversiones extranjeras más ambiciosas del sector de bebidas. Está diseñada para producir hasta un millón de hectolitros anuales, lo que, de alcanzar ese ritmo, la colocaría al nivel de Bucanero.

Rigoberto, un matancero que prefiere la cerveza antes que el ron o cualquier otra bebida, bromea sobre el sabor de la marca: “La Parranda es la mejor cerveza cubana de las que saben a carnavales. Pero sabe a cerveza de carnavales, no nos engañemos”. 

En el habla callejera, especialmente en el contexto de las fiestas populares, es común escuchar comentarios como que la cerveza de carnaval está “rebajada con agua” o que “sabe a meado de burro”, una forma coloquial y satírica de decir que es muy aguada o de sabor pobre. Estos comentarios reflejan una percepción extendida de que la cerveza que se sirve en toneles o dispensadores suele ser de calidad inferior a la que se vende en botella o lata en las tiendas, ya sea porque llega caliente, mal conservada o incluso diluida para rendir más. 

La estrategia de Parranda, por el momento, da resultados para los dueños de negocios que, aparte de buenos precios, también reciben souvenirs y cristalería para sus negocios. Algunos llegan a murmurar que detrás de la marca se encuentra algún “pez gordo” del Gobierno. Otros siguen prefiriendo las tradicionales Cristal y Bucanero. No faltan los que añoran marcas extintas como Polar o Hatuey. Lo cierto es que el calor sofocante de la Isla, la limitada competencia y la capacidad de los bolsillos no dejan demasiadas opciones. “No es mi preferida”, dice el matancero bebiendo un vaso de Parranda, “pero es la que puedo pagarme”.

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