Muere Assata Shakur, terrorista prófuga de EE UU y refugiada en La Habana desde 1984
Cuba
El Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en un breve comunicado que su fallecimiento, a los 78 años, se produjo “como consecuencia de padecimientos de salud y su avanzada edad”
Madrid/La estadounidense Joanne Chesimard, nacida Joanne Deborah Byron y conocida como Assata Shakur, ex integrante del Partido Pantera Negra y prófuga de la justicia estadounidense por matar a un policía en 1973, murió este jueves en La Habana a los 78 años. Llevaba 40 de ellos refugiada en Cuba.
De su fallecimiento informó este viernes el Ministerio de Relaciones Exteriores en una escueta nota, dice que se produjo “como consecuencia de padecimientos de salud y su avanzada edad”, sin especificar qué enfermedades padecía. El texto la menciona por su nombre de nacimiento y su apodo como miembro del Ejército de Liberación Negro, una de las ramas más violentas del activismo afroamericano, al que se unió en 1970.
Un año más tarde, se sumó a otra organización extremista, la República de Nueva África, que pretendía integrar por las armas los estados de Carolina del Sur, Georgia, Alabama, Misisipi y Luisiana en una nación independiente de mayoría negra.
Nacida en Nueva York en 1947, se convirtió en uno de los símbolos de los “movimientos de liberación” raciales de EE UU. El 2 de mayo de 1973 fue arrestada por el asesinato de un policía estatal en Nueva Jersey y acusada de otros delitos. Declarada culpable en 1977 y sentenciada a cadena perpetua, dos años después escapó de la prisión de máxima seguridad de Hunterdon County, también en Nueva Jersey.
Tras unos años fugitiva, Shakur llegó a La Habana en 1984, donde Fidel Castro le concedió asilo político
Tras unos años fugitiva, Shakur llegó a La Habana en 1984, donde Fidel Castro le concedió asilo político. Aunque huyó del foco público y nunca concedió entrevistas, sí publicó sus memorias en 1988, con el título de Assata: una autobiografía.
La negativa sistemática de La Habana a extraditarla a su país, a pesar de los continuos requerimientos de Washington, era uno de los motivos de fricción entre ambos países. Shakur formaba parte de los terroristas más buscados por el FBI desde 2005, y la recompensa por su captura era de dos millones de dólares.
Ni siquiera cedió el entonces Gobierno de Raúl Castro durante el llamado deshielo diplomático, en 2015, bajo la presidencia de Barack Obama, cuando tuvieron lugar reuniones bilaterales sobre el tema. En aquel momento, se planteó incluso la posibilidad de intercambiar a Shakur por Ana Belén Montes, la agente de inteligencia estadounidense entonces en la cárcel por espiar para Cuba, hoy en libertad tras cumplir su condena.
Assata Shakur era una de las razones esgrimidas por la actual Administración de Donald Trump para volver a incluir a la Isla, el pasado mayo, en la lista de países que “no cooperan plenamente con los esfuerzos antiterroristas”, de la que había sido excluida por Washington por el anterior Gobierno, de Joe Biden.
En el comunicado que informaba de esta reinclusión, el secretario de Estado, Marco Rubio, especificó entre las razones: “Había al menos 11 fugitivos de la justicia estadounidense en Cuba, incluidos varios que enfrentaban cargos relacionados con el terrorismo, y el régimen cubano dejó claro que no estaba dispuesto a negociar su regreso para que comparecieran ante la justicia en nuestro país”. Entre ellos estaban Shakur y William “Guillermo” Morales, un independentista puertorriqueño sentenciado a diez años de cárcel en 1979 por fabricar bombas, una de las cuales mató a cuatro personas en una taberna en Nueva York.
Morales sigue viviendo en La Habana, donde se casó y tuvo hijos. Según recordó el secretario de Estado el pasado enero, cuando volvió a exigir a Cuba su extradición, recordó que cuando intentaron arrestarlo en Puebla (México), antes de su fuga a la Isla, murieron dos policías.