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En Santiago de Cuba, comprar en las bodegas se ha convertido en una misión imposible

Las restricciones anticovid limitan a dos horas al día la venta de los productos básicos

Los horarios restringidos de las tiendas han aumentado las colas en un momento en que la necesidad es eliminarlas. (14ymedio)
Alberto Hernández

02 de septiembre 2021 - 12:06

Santiago de Cuba/Las duras medidas restrictivas que entraron en vigor el pasado agosto en Santiago de Cuba para tratar de contener los contagios de covid-19 han convertido en misión imposible la compra de los productos de la canasta básica.

El nuevo horario de las bodegas, restringido a apenas dos horas para la población (de 7 am a 9 am) y otras dos horas (de 9 am a 11 am) para los mensajeros asignados por los Comités de Defensas de la Revolución), llegó para quedarse durante 15 días pero, transcurrido este plazo, las autoridades de la provincia la prorrogaron por otra quincena más.

"A principios del mes de agosto, cuando aún no estaban estas medidas, logré comprar parte de los mandados que llegaron incompletos. Hace más de una semana que llegó la otra parte y aún no he podido sacar lo que me queda en la tienda porque siempre está llena", cuenta a 14ymedio Ofelia, vecina de los edificios del Micro 9, en el distrito José Martí.

La bodega 4005 del Micro 9 atiende a una población de más de 1.600 núcleos familiares y está dividida en dos equipos, con una pareja de dependientes cada uno

La bodega 4005 del Micro 9 atiende a una población de más de 1.600 núcleos familiares (unas 6.000 personas) y está dividida en dos equipos, con una pareja de dependientes cada uno. "Es imposible comprar a ese ritmo, y a la mensajera apenas la he visto. Estas medidas fueron hechas supuestamente para limitar la propagación del covid-19, pero la realidad es que la aglomeración de personas ahora es mucho mayor, y la mensajería no funciona", lamenta Ofelia.

José Martí, con más de 129.000 habitantes, y Abel Santamaría, con 98.000, son, según datos del 2018, los distritos con mayor densidad de población en Santiago de Cuba. En ellos, el horario de venta en las bodegas limitado a la mañana se ha mostrado insuficiente y, en ocasiones, la única forma de poder comprar es saltarse alguna norma.

Así logró Rita, de 67 años, comprar mortadela, gracias a que los carniceros siguieron despachando pasadas las 9 de la mañana. "La situación era desesperante. Yo tengo varios padecimientos de salud que me hacen vulnerable y tuve que soportar más de 5 horas en la aglomeración, porque llegué de madrugada, antes de que abrieran la bodega".

Levantarse pronto, sin embargo, no es una opción para todos, como tampoco ir solo a comprar. Marina, madre de dos niños de 2 y 5 años, tuvo que optar por llevar a los pequeños para poder comprar sus alimentos normados. "No puedo madrugar. porque no tengo con quién dejar a mis niños, así que este mes tuve que irme con ellos para el tumulto y arriesgarme a contagiarnos todos con el coronavirus".

La joven, además, se pregunta qué ha pasado con el donativo que, según la prensa provincial, iba a llegar a las familias. "Hace un tiempo salió en el periódico que iban a dar una lata de atún por núcleo, de las que trajeron de donación, pero me he quedado con las ganas, porque no han dado nada".

Marta es otra madre preocupada por unas medidas que dejan fuera los casos específicos de algunas familias. "En mi tarjeta somos 14 personas. Compramos los mandados divididos en cinco familias y cada una recoge lo suyo cuando puede, pero cuando le expliqué el asunto al mensajero se negó a prestarnos el servicio".

"En mi tarjeta somos 14 personas. Compramos los mandados divididos en cinco familias y cada una recoge lo suyo cuando puede, pero cuando le expliqué el asunto al mensajero se negó a prestarnos el servicio"

Una de las misiones de los mensajeros es ayudar a las personas vulnerables, como Yoel, un hombre viudo de 67 años que vive solo en un apartamento del Distrito Abel Santamaría y tiene derecho a este apoyo. Sin embargo, asegura que ni siquiera conoce al mensajero. "Le pregunté a la presidenta de mi CDR y no me supo decir con claridad, me dijo que debía ir con la delegada de la zona", lamenta.

Las restricciones también alcanzan a las tiendas de venta en divisas. Aunque su horario, de 7 am a 1 pm, es algo más amplio, tampoco ha servido para solucionar las aglomeraciones. "Llevo más de una semana tratando de comprar unos tubos de lámparas de leds y cada día es una situación diferente", protesta Rubén.

"Cuando fui no alcancé turnos en una cola, que era para dos días después, porque los de los días anteriores se corrieron por los apagones y solo hay 25 al día". Ante esta situación, Rubén decidió presentarse un día a las 5 de la madrugada, pero la fila ya estaba llena de gente. "Cuando indagué me dijeron que los primeros venían sobre las 9 de la noche del día anterior, sin importarle el toque de queda. Tuve que desistir en la compra".

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