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Los 30 cuadros de Sorolla que Cuba no quiso prestar a España reaparecen en La Habana

Una exposición del Museo Nacional de Bellas Artes rinde homenaje, tarde y con poca publicidad, al centenario de la muerte del pintor

El pasado septiembre, sin penas ni glorias, las obras de Sorolla fueron trasladadas del edificio de Arte Universal al recinto de Trocadero, entre Zulueta y Monserrate. (14ymedio)
14ymedio

20 de enero 2024 - 20:22

La Habana/Los 30 cuadros del pintor español Joaquín Sorolla (1863-1923) que el Gobierno cubano se negó a prestar a España en abril de 2023, por el centenario de la muerte del artista, están expuestos en La Habana. La muestra, que incluye obras mayores del artista tanto como estudios y piezas de menor relevancia, será retirada este domingo del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes.

La exposición alberga cuadros relevantes como Verano (1904), Haciéndose a la mar (1908), El niño de la sandía (comprada en 1920 al propio Sorolla por el entonces director del museo, Antonio Rodríguez Morey), Retrato de la Marquesa de Balboa (encargada al pintor por un cliente cubano en 1894) y un busto del artista realizado por el escultor español Antonio Rodríguez del Villar.

El pasado septiembre, sin penas ni glorias, las obras de Sorolla fueron trasladadas de su espacio habitual, el edificio de Arte Universal, hasta el recinto de Trocadero, entre Zulueta y Monserrate. La logística estuvo a cargo de la empresa Génesis, un grupo estatal dedicado a gestionar galerías y vender arte cubano a clientes extranjeros.

Organizada por el comisario de arte Manuel Crespo Larrazábal –jefe de la sección de Arte Español del museo–, la muestra es la respuesta tardía de la Isla al centenario del fallecimiento de Sorolla. Cuando importantes pinacotecas de todo el mundo homenajearon al pintor por todo lo alto, La Habana retuvo un préstamo que había prometido hace ocho años al gobierno de la Comunidad Valenciana.

La causa: el temor a que los legítimos dueños de la mayoría de los cuadros que fueron confiscados por Fidel Castro después de 1959, como la familia de exiliados cubanos Fanjul Gómez-Mena, reclamaran legalmente su devolución a las instituciones españolas que los recibieran. Carmen Amoraga, directora de Cultura del gobierno valenciano, anunció entonces que la petición había llegado a un punto muerto por la "situación internacional" que acorralaba al régimen y su oficina no quiso ofrecer información a 14ymedio sobre el desplante.

En la negativa tuvo peso, el pasado abril, el fallo desfavorable a La Habana tras la demanda del fondo inversor CRF I contra el Banco Nacional de Cuba ante el Tribunal Superior de Justicia de Londres, por una deuda de 72 millones de euros. El régimen decidió no arriesgarse entonces a otro litigio por los sorollas como los ocurridos en la década de 1990, cuando los Fanjul impulsaron varias demandas internacionales para frenar el tráfico de arte organizado en la Isla. En 2009, cuando La Habana prestó discretamente dos sorollas al madrileño Museo del Prado, la familia llevó a cabo otro combate judicial, amparados por la Ley Helms-Burton.

Amoraga había dicho en público que existía la posibilidad, al menos teórica, de que el Gobierno cubano cambiara de opinión y permitiera a España celebrar el Año Sorolla con los cuadros de la Isla. No ocurrió así y –aunque tarde– la exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes lo confirma.

Se estima que Cuba guarda la tercera colección más importante de sorollas en el mundo, después de España y Nueva York. El valenciano fue el pintor de moda entre los millonarios de la Isla desde finales del siglo XIX, cuando varios miembros de la nobleza criolla fueron retratados por él.

En un catálogo firmado por Crespo Larrazábal se explica que "la obra de Sorolla fue coleccionada en Cuba con mayor profusión luego de la muerte del pintor y hasta la década de 1950". En 1921, se expuso públicamente en Cuba, por primera vez, una obra del valenciano. Sin embargo, del Retrato de la tiple mexicana Esperanza Iris el comisario alega no conocer el antiguo dueño ni el propietario actual de la pintura, que da por perdida.

Se desprende del texto de Crespo Larrazábal que en Cuba, donde se experimentó una verdadera "fiebre de sorollas" en la primera década del siglo XX, tuvo que haber muchas más obras suyas que las 30 que guarda el Museo Nacional de Bellas Artes. El paradero de esos cuadros después de 1959 –tras la gestión del opaco Ministerio de Bienes Malversados y la ambición personal de muchos dirigentes– sigue siendo un misterio.

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